viernes, 4 de marzo de 2011

Sincericidio: cuando una verdad lastima

‘Cero secretos’ es el ideal que buscan los enamorados,  pero... ¿qué pasa cuando la verdad puede lastimar a uno de los dos, o incluso a terceros?
“No pensé  que mi novio llegaría a ser mi esposo y quizá fui algo imprudente al contarle todo sobre mi pasado. Hoy, a dos años de matrimonio, estamos a punto de separarnos porque él no puede soportar que yo haya tenido algo serio con un vecino y yo ya me cansé de decirle que eso fue antes de conocerlo”, comenta Mónica R. (32).
En toda pareja debe existir un espacio de intimidad con uno mismo, donde no te sientas en la obligación de contarle todo al otro. Por eso necesitas un panorama claro sobre hasta qué punto se pueden reservar los secretos para uno mismo sin perjudicar o dañar la relación.
Según la sicóloga Tatiana Jáuregui, muchas personas piensan que una relación de pareja transparente implica ‘cero secretos’. “Esto no es real, porque siempre nos guardamos algo para nosotros mismos y esto es bueno, no tenemos por qué sentirnos mal con esa reserva”, asegura. “Tener nuestro gramo de misterios, nuestro pequeño secreto, no es negativo en la medida en que no se dañe al otro con esa reserva. Lo importante es sentir que no se está traicionando al otro”.
El sicólogo Carlos Velásquez parte del hecho de que cada ser humano tiene su propia historia, su familia y sus propias características. El error más grande que se puede presentar en una relación de pareja es querer formar una simbiosis. “Cada persona debe respetar su propia individualidad. Hay cosas que son parte de uno y no es necesario comunicárselas a la otra persona porque, en el fondo, pueden dañar la misma relación”, afirma.
Claro, todo depende del tipo de relación y confianza que se ha establecido. “Hace dos años necesitaba imperiosamente contarle todo a mi novia porque sentía que si no lo hacía, la traicionaba. Al final ella resultó más inteligente. Un buen día me dijo ‘no necesito saber todo lo que haces o piensas. Déjame algo a la imaginación, será más fácil de sobrellevar y no cargaremos un pasado totalmente innecesario. De lo que tenga que enterarme, me enteraré’”, relata Carlos M. (40 años) que a los dos años de esto se casó y está feliz en pareja. “Hoy tampoco sé cada detalle de ella, pero no importa, recién descubrí que de niña escribía poesía. Estos descubrimientos alientan nuestra relación”.
Sin embargo, cuenta Velásquez, muchas veces un “sincericidio” —sincerarse hasta perjudicarnos a nosotros mismos— no es comprendido por la pareja. “No es conveniente generar un ambiente en el que se cuenta absolutamente todo, hay cosas que son base de uno mismo y que no necesitan ser mencionadas”, explica.

SECRETOS QUE LASTIMAN
“Un día encontré a un amigo en una discoteca, estaba muy afligido y con unas copas demás. Me contó que su esposa no era como él creía y que se había enterado sobre algunas relaciones que tuvo antes de comprometerse”, cuenta Daniel, quien cree que las personas deben guardarse algunos secretos y que en caso de enterarse por otro lado de algo que desconoce, lo que le queda es ignorarlo, pues ocurrió antes de iniciarse esta relación.
Jáuregui señala que se debe analizar bien hasta qué punto es permisible guardar algún secreto. Por ejemplo, ocultar que se tuvo un hijo antes de conocer a la actual pareja seguramente tendrá consecuencias serias, pero ocultar que antes salió con ‘x’ persona es algo innecesario de comentar.
“La comunicación y la confianza son muy importantes entre la pareja en la medida en que se tengan claros esos parámetros o reglas. Lo que importa es que ni él ni ella se sientan obligados a confesar algún misterio u reserva”, reafirma.

TERCEROS AFECTADOS
Si bien esta sinceridad puede no afectar a la pareja, puede repercutir en terceros. “Un día, mi esposo y yo empezamos a hablar de nuestros días de universitarios y le conté cómo mi mejor amigo había tenido muchas chicas a la vez y cómo le servía yo de alcahuete. Eso fue hace mucho tiempo y éramos jóvenes. Ricardo, mi  amigo, es hoy un hombre muy serio que, luego me enteré, se casó con una prima de mi esposo, quien cada vez que lo ve, se pone furioso”, relata Cecilia R. (32). Tratando de arreglar la situación, ella le contó todo a Ricardo, quien se alejó de ella, pues se sintió traicionado. “Perdí a mi mejor amigo por creer que mi esposo debe saberlo todo”.
Como dueña o dueño de tu pasado y tu presente, sólo te debes explicaciones a ti y a tus principios. Nadie debe saber tu intimidad a menos que, luego de conocerla a fondo, puedas decir si esta persona es capaz de recibir tu pasado sin que afecte negativamente a tu futuro.
Algunos apuntes

Confianza. Si bien la idea original de formar una pareja es de que sea para toda la vida, también es importante pensar en qué información puede ser utilizada luego en tu contra. En casos de divorcio, por ejemplo, una antigua adicción, una vieja relación tormentosa, un problema familiar o una situación de enfermedad pueden ser catastróficas si se utilizan en contra tuya o se hacen públicas.
Contextos. Antes de revelar algo de tu intimidad es importante evaluar cómo lo va a tomar la otra persona, pues los hechos siempre se han producido en un  contexto distinto. Por ejemplo, una locura de juventud puede verse hoy como algo casi delincuencial o simplemente puede ser vista con ojos de adulto, sin comprender completamente las circunstancias que rodean a la vivencia.
Experiencias. Todas las personas tienen episodios no tan gratos de sus vidas, cosas que les han sucedido, de las que han sido partícipes o que han provocado en determinado momento. Ten cuidado de que esa revelación no te produzca dolor al contarla y piensa bien si tu pareja va a saber comprenderla. Que te juzguen o menosprecien lo que sientes puede ser devastador.

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