jueves, 28 de abril de 2011

La educación evita la adicción a las drogas

Los alcances del problema de la educación son a largo y corto plazo. Los programas de emergencia para educar a los jóvenes adolescentes no han reflejado el éxito debido a la actitud que ya han asumido los jóvenes. El ejemplo que ofrecen los adultos, usando y abusando de las drogas obtenibles legalmente y de las que se recetan como los barbitúricos, las anfetaminas, los tranquilizantes, y las medicinas de todas clase en venta libre, ha dificultado enormemente el que los jóvenes y los niños crean lo que se les dice sobre el problema mas acuciante del siglo veinte y veintiuno porque diezma a la población.
A largo plazo, los niños que asisten a la escuela, desde kindergarten hasta el último año de formación inicial (primaria) necesitan recibir, y esto esta ocurriendo lentamente, información y experiencia que los conduzca a desarrollar actitudes y valores para influenciarlos a que rechacen el camino fácil y falso para llegar a una vida satisfactoria. Aún queda mucho por hacer, tanto en los programas a corto plazo como en aquellos a largo plazo.
Nuestra sociedad, al nivel nacional, estatal, comunal, vecinal y familiar, tiene que compenetrarse mejor del problema y trabajar para hallar una solución. Lo que necesita, generalmente, es más información, mayor inquietud acerca del proceso educativo sobre las drogas, más estudios e investigaciones sobre los efectos de las drogas, pero, principalmente, el desarrollo de actitudes apropiadas entre toda la ciudadanía. A corto plazo esto puede realizarse través de los medios de comunicación, inculcando a los padres conocimientos sobre el problema, en diversas formas y con programas en las escuelas que ofrezcan información sobre los efectos y las consecuencias sociales y personales del abuso de drogas.
A largo plazo, nuestra sociedad tiene que percatarse del problema, de la dependencia del otro aspecto de los efectos de los productos químicos en nuestras vidas. Estos productos químicos se usan para elaborar nuestros alimentos y purificar el agua, pero las aguas y la tierra. Aún no hemos aprendido cómo contrarrestar el problema del uso de productos químicos cuando nuestra propia sobreviviencia depende de ello. Ya no existe la antigua duda sobre si «se les debe o no hablar a los niños sobre droga». El problema ahora es qué y como decirles.
Tienen que crearse actitudes y valores sobre las drogas para catalogarlas como algo que puede ser de gran utilidad cuando se usa en su debida forma, pero sumamente dañino cuando se usa en forma ilícita. Las drogas tienen que respetarse más y tratarlas con más cuidado que el que se les da actualmente. Con programas eficaces de educación se deben llevar a los niños, desde una edad más temprana, en el hogar y en las escuelas, a que comprendan que las drogas no constituyen un sustituto ni una vía de escape para encarar el problema existencial.
También se necesita cierto sentido de proporción. Aunque se dice que muchos jóvenes han probado la marihuana, la mayoría lo ha hecho menos de tres veces. Se los ha incluido en muchas estadísticas sobre abusadores de drogas. Esto es casi como decir que todo joven que haya tomado alguna vez un trago de whisky es un alcohólico. Los niños siempre experimentarán con cosas novedosas, si están disponibles. La mayoría lo hará sólo una vez. Desgraciadamente, a menos que comprendan los peligros de las drogas y el ambiente que crean, así como los castigos relacionados con el uso de drogas, aún los que sencillamente están experimentando pueden encontrarse sumidos en serias dificultades.
Un enfoque antiguo y que se usa a menudo es el de echar sermones y súplicas. A veces puede dar resultado cuando el orador goza de mucho prestigio y respeto, pero los jóvenes de secundaria de nuestros días generalmente no los aceptan. Otra táctica es la de atemorizar y ésta a veces da resultados si los jóvenes ven la posibilidad real de que los puede afectar personalmente (por ejemplo cuando un amigo muere debido a una dosis excesiva), pero generalmente este enfoque es ineficaz cuando se usa con personas que no tienen la mas remota idea de la verdadera naturaleza de los efectos de las drogas.
La fuerza de la educación es inequívoca y la forma más consciente para evitar el avance de las adicciones es el fortalecimiento a través de un diálogo continuó y consistente en su evolución y complejidad entre padres e hijos.

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