jueves, 26 de mayo de 2011

EL BAÑO, sutil campo de batalla

Dice que dejas la tapa del retrete arriba mientras ella obstruye con cabello el lavamanos... ¿Quién ganará esta guerra?

Te llama muy sexy desde el baño, lleva sólo una toalla en el torso. Crees que te invitará a la ducha con ella hasta que llegas y, con una mueca, te señala el inodoro. “¿Qué significan estas gotitas? ¿Cuántas veces te he dicho que levantes la tapa?”, te reclama mientras tú desvías la mirada hasta una bola de cabello en la tina. “¿Por qué no retiras tu pelo del desagüe?”, le replicas. “¡No me cambies de tema!”, se pone furiosa. Y así comienza otra batalla en el cuarto de baño.

La convivencia tiene sus puntos flacos y el baño es uno de los escenarios más problemáticos. Lo ideal es que cada uno tenga el suyo y pare de contar, pero esto no siempre es posible. Por un lado está la serie de productos de belleza que no entendemos por qué deben estar todos juntos, así como los sostenes que secan sobre el box o la cortina de baño. Y cuando te habla de las famosas gotitas, sabes perfectamente a lo que se refiere, es sólo que a veces se te pasa.

En el lugar del otro

“Únicamente pido consideración. Mi novio tiene la pésima costumbre de afeitarse en el lavamanos y me deja el jaboncillo lleno de pelos. Es casi imposible sacarlos y me dan asco”, comenta Camila, que además se la pasa botando maquinillas de afeitar oxidadas que su novio acumula sobre el mesón. “Sólo quiero que se ponga alguna vez en mi lugar... No soy una fanática del orden, pero a veces es demasiado, ¡quiero matarlo!”.

Para poder llevar la fiesta en paz, primero hay que demostrarles que ponemos de nuestra parte. Lo más importante es levantar y bajar la tapa del inodoro. Sé que cuesta, pero todo es cuestión de condicionamiento. Si te acuerdas algún rato que no lo hiciste, oblígate a regresar al baño para hacerlo. Así te condicionarás.

Para que tus cosas y las de ella no se mezclen y sean susceptibles a “accidentales” viajes al basurero, instala dos repisas (una grande para ella) para que cada quien tenga sus cosas en su lugar. Esto impedirá que sus toallas higiénicas invadan el lugar de tu cepillo de dientes. Y siendo un baño, por higiene, es vital que el orden y la limpieza destaquen.
La organización del baño tiene que ver también con el tiempo. En las mañanas, ellas concentran su limpieza, el secado de cabello y demás actividades en este cuarto. Así que aprovecha un momento de tranquilidad —jamás en una pelea— para negociar cuántos minutos tiene derecho cada uno. Saldrás ganando si la negociación se desarrolla en un baño de tina con espuma para dos.

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