jueves, 5 de mayo de 2011

La maternidad: la única salida para la feminidad?

No podemos evitar preguntarnos, para la mujer ¿es la maternidad un deseo o un deber? En el mundo actual las mujeres nos preocuparnos demasiado por cumplir las expectativas de lo que el resto espera de nosotras; ser exitosas, perfectas madres y amas de casa y gozar de una envidiable figura. O, como lo plantea Camila, “al final no se qué es lo que yo quiero porque lo único que parece imponerse es lo que el resto – mi mamá, mi esposo, mi jefe- espera de mi”. ¿Se sienten identificadas?

“La problemática femenina pareciera caracterizarse por una excesiva exigencia: la mujer citadina hoy debe desarrollarse siguiendo un excelente protocolo profesional, debe casarse, debe mantenerse en forma, delgada, saludable, alegre y entusiasta. Luego viene la maternidad, como otro deber y no siempre como un deseo”, explica Pelliza. La experta revela que el psicoanálisis plantea que una mujer quiere ser madre cuando el hijo/hija pasa a ser el objeto de su deseo.

“Está claro que una mujer puede tener otros deseos como el desarrollo profesional o ansias de vivir experiencias nuevas que no la amarren a un compromiso formal. La maternidad no es la única vía por la cual una mujer intenta definir su vida. También es claro que cuando una mujer decide ocuparse de los hijos y de una carrera encara una misión complicada que muestra la división de las mujeres: siempre corriendo, asumiendo cada una y de maneras simultáneas múltiples roles”, explica.

“Recuerdo un caso de una colega que comentaba sobre una mujer muy joven que vivía siempre “cansada”, llegando incluso a ser diagnosticada con el síndrome de “fatiga crónica”. Esta mujer – como tantas otras sumergidas en una vida urbana- se levantaba muy temprano y hacía todos los quehaceres de la casa, incluyendo actividades de una madre que asiste a los hijos. Luego corría al trabajo. Volvía al mediodía, apurada para terminar el almuerzo, servir, acomodar y luego marchar a la oficina. A continuación supervisaba los deberes de los hijos, calentaba la comida, acostaba a todos, para caer rendida frente a las obligaciones del día siguiente. ¿Tendremos todas las mujeres contemporáneas este espíritu de sacrificio? ¿Ser mujer y madre en este mundo implica caer en una “fatiga crónica”?”, plantea.

Si hay algo claro es que muchas mujeres enfrentamos esta agitación con una muy buena pareja. Pero, por otro lado, observamos una tendencia mundial hacia la crianza solitaria de los hijos; tanto padre como madre están ausentes. Sea cual fuere la situación, recordemos que el rol de la madre es hermoso, único y universal.

“Clásicamente Freud establece una diferencia entre mujer y madre. Las mujeres son todas distintas y no hay ninguna que represente un resumen de todas, en cambio la madre es siempre una. No toda mujer alcanza a detentar una posición dentro de la escala social, pero la madre encuentra posición dentro del poder familiar. El poder materno se distingue del poder femenino, siguiendo a Marco Focchi, quien plantea que aun en estructuras sociales donde las mujeres no son tenidas en cuenta, como en las sociedades islámicas, las madres ejercen su dominio. En Cochabamba, históricamente, las mujeres tienen una inscripción dentro del poder social, como personajes combativos y luchadores”, explica Pelliza.

“Estos planteamientos, en realidad preguntas ya que nadie tiene una respuesta contundente, nos enfrentan a un laberinto que implica el paso del tiempo, el compromiso, pero a la vez el impulso a seguir siempre jóvenes, con todo el tiempo del mundo, y está la maternidad. Más allá del deber, de la obligación, existe un impulso – no sé si natural o cultural- un profundo deseo en las mujeres que empuja hacia la maternidad. Este deseo puede estar cuestionado, debilitado, postergado en la vida de una mujer pero en algún momento –en muchos casos- se impone con toda su fuerza. En otros, insisto, la mujer puede encontrar otras vías de respuesta frente a lo femenino: en el desarrollo profesional, en la consecución de una pareja, en la realización de una vida tejida alrededor de un quehacer. Tal vez el verdadero poder de las mujeres se pueda sostener en una elección y la configuración de una vida en base a esta elección”. /

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