viernes, 27 de mayo de 2011

La sobreprotección inhibe el desarrollo de una vida propia

“La mamá pajarito da pequeños picotazos a su cría para que deje el nido”, reflexiona la socióloga Zulema Ballesteros, mientras que su colega Óscar Vargas cree que “la mamitis” es, en realidad, una estrategia de sobrevivencia, ligada íntimamente al factor económico, a la que se ven obligados algunos hijos.

“Algunos recién casados no viven con la suegra porque la amen, sino porque no les queda otra alternativa, porque nuestra sociedad da pocas oportunidades a los jóvenes, que se ven obligados, de alguna manera, a seguir viviendo bajo el cobijo de sus padres”, dice Vargas, para quien existe un mercado laboral muy restringido para los jóvenes, entre ellos los que contraen nupcias.

Ballesteros, madre de cuatro hijos de 31, 30, 24 y 15 años, considera que el papel de los padres es vital para encaminarlos a que sean independientes.

“Mi hijo de 30 años se fue hace ocho meses de casa. Ya es profesional, tiene una maestría y junto a su padre fuimos los primeros en promover su independencia porque es cierto, el vivir entre adultos tiene dificultades pues ya no hay la relación de padre a hijo, es totalmente distinto”, sintetiza.

Aunque los análisis difieren, los académicos, a los que se suma una psicóloga, coinciden en que la dependencia extrema que tienen algunos hijos de sus padres, de la madre en particular, perjudica su desarrollo.

‘Hijito de mamá’. Silvia Requena, psicóloga de la Universidad Mayor de San Andrés, es crítica con esta forma de relación entre madre e hijo cuando éste es mayor de edad. “En los hogares se establece una forma de crianza que es un común denominador, con padres muy sobreprotectores. Esto no permite un desarrollo autónomo e independiente de los hijos, sea varón o mujer”.

Requena advierte un problema de dependencia afectivo-emocional en aquellos hijos, de entre 40 y 50 años, que viven aún con sus mamás. “Significa que aún no se rompió el cordón umbilical”, dice.

Para la especialista, el rol de madre culmina con la formación profesional, cuando los hijos aún tienen camino que recorrer, pero de forma independiente. La psicóloga considera que las madres deben ser conductoras al camino de la independencia y no sobreprotectoras de sus hijos. “Aquellos que tienen el complejo de ‘hijitos de mamá’ o ‘las mamás gallina’, sólo muestran una estrecha relación que afecta a la independencia que deben tener los hijos cuando crecen”.

Vargas recuerda que en Europa los hijos se independizan muy jóvenes, lo que se debe a que tienen condiciones económicas y sociales para hacerlo.

Más autónomos en otros países

En Alemania, por ejemplo, los jóvenes se salen del nido familiar en muchos casos a los 16 años, cuenta Natalie Pereyra, hija de madre alemana y padre boliviano, que vivió en Europa. “Algunos se van a estudiar fuera de la ciudad donde nacieron y así se hacen más independientes”, añade la boliviano-alemana que además residió en Italia.

“Lo de la ‘mamitis’ no es sólo en Bolivia; en Italia, por ejemplo, si el varón se casó con una danesa o una inglesa y ella no le cocina como lo hacía su madre es posible que se produzca una separación. Ahí la ‘mamitis’ es más evidente”, comenta.

De acuerdo con Pereyra, la realidad es diferente en cada país, pero coincide en que la tendencia, al menos en Europa, es que los hijos sean independientes cada vez más jóvenes.

En Asia, también hay jóvenes que aún viven con sus padres. “Tengo 33 años y yo vivo con mis padres en Tokio”, cuenta Harumi, una voluntaria que reside temporalmente en La Paz. “Muchos jóvenes de 18 años se van a estudiar a las grandes ciudades como Osaka y Tokio, y si en el primer momento reciben dinero de sus padres se hacen independientes”.

La japonesa admite, no obstante, que en algunos casos también hay jóvenes arriba de los 30 años que viven con sus padres. “Si el trabajo está cerca de la casa, es mejor vivir con ellos”.

Opinan las madres

Rosario Trujillo
‘Todos los hijos deben cuidar de sus padres’
Yo vivo con mis hijos y todos están casados. Es bueno, porque así una no está sola. Yo recomiendo a todos los hijos que deben cuidar de sus padres, que no los abandonen, porque muchos se olvidan de ellos. Los hijos deben cuidarnos, como lo hemos hecho nosotros. (Tiene 72 años)


Blanca Sosa
‘Mi hija María, de 48 años, vive conmigo’
Tengo 70 años y tres hijos. Dos varones y una mujer, María Jiménez, que tiene 48 años y que vive conmigo. Es bueno, porque la edad ya no nos permite a nosotras vivir solas. Mi hijo mayor viene siempre a la casa, pero el otrito muy rara vez acude a visitarme.

Amalia Flor
‘Vivo con ellos aunque ya se hayan casado’
Tengo 75 años, mi hijo mayor tiene 52 años, la segunda tiene 50, también casada. Cada uno tienen su departamento, pero vivimos en un solo lote. Yo vivo con ellos, aunque ya se hayan casado. Para mí es una gran felicidad el poder vivir con mis hijos y mis nietos.

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