martes, 5 de julio de 2011

Un 80 por ciento de padres teme que sus hijos se vuelvan adictos a internet

Nefasto. Así podría sintetizarse la visión que muchos padres tienen del efecto de internet, las redes sociales y los videojuegos en sus hijos, como muestra un reciente estudio británico "The Impact of Digital Technologies On Human Wellbeing" ("El Impacto de las tecnologías digitales en el bienestar humano"), realizado por la fundación inglesa Nominet Trust.

El informe entrevistó a mil progenitores mostrando que cuatro de cada cinco padres cree que el usar redes sociales -como Twitter o Facebook- hace a sus hijos adictos a éstas y que uno de cada tres piensa que sus hijos corren el riesgo de que la web "reprograme" su cerebro.

Este año un estudio de la Uniacc mostró que un 28 por ciento de los padres chilenos cree que los videojuegos son adictivos para sus hijos y un 58 por ciento dijo que los alejaba de la familia.

Sin embargo, investigaciones neurológicas hechas dentro del mismo estudio británico mostraron que no hay evidencias científicas que sustente estos temores. La investigación mostró que internet no genera una "reprogramación neuronal" mayor a la producida por otros estímulos ambientales. Tal como explica el investigador líder del estudio, el experto en neurociencia y educación de la U. de Bristol Paul Howard Jones, para quien "el alarmismo y la desinformación" sobre el uso de internet puede llevar a negar los beneficios que implica para el desarrollo de los niños. Eso sí, establece un límite: no más de dos horas diarias.

Howard dice que internet es una valiosa herramienta de aprendizaje para los niños y que todo proceso de aprendizaje genera cambios en el cerebro de los niños ayudándoles a mejorar su memoria de trabajo y dándoles estimulación mental para superar procesos cognitivos lentos. El experto también explica que las redes sociales no son un riesgo por sí solas y que, por el contrario, son una buena herramienta para fortalecer las amistades de los menores. ¿Los videojuegos? Tampoco son tan malos: ayudan a mejorar habilidades de respuestas motoras y visuales, pudiendo incluso mejorar la plasticidad del cerebro para toda la vida.

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