jueves, 11 de agosto de 2011

Cómo hablar de la sexualidad con los adolescentes

Desde el punto de vista psicológico será necesario que los padres, cuyos hijos están o estarán en esta etapa aborden la sexualidad, como un tema de vital importancia en el aspecto biológico, emocional, fisiológico, conductual, psicológico y social.

El despertar en muchos aspectos comienza en la adolescencia, etapa que comprende la transición entre la niñez y la juventud. Aquí el joven comienza a plantearse una serie de interrogantes con relación a la sexualidad, respuestas que en algunos casos encontrará en sus compañeros de colegio o simplemente ingresando al internet para obtener esta información. Sin embargo, lo esencial es comprender que estos temas deberían ser resueltos en casa, con un diálogo abierto entre padres e hijos, con el objetivo de despejar estas dudas y para que finalmente este último pueda tomar la decisión correcta en el momento indicado.

Desde el punto de vista psicológico será necesario que los padres, cuyos hijos están o estarán en esta etapa aborden la sexualidad, como un tema de vital importancia en el aspecto biológico, emocional, fisiológico, conductual, psicológico y social. Esta etapa en la vida del adolescente es muy importante para establecer los cimientos necesarios para cuando alcance la madurez requerida y pueda ejercer su sexualidad de manera consciente, madura y equilibrada, debido a que habrá aprendido a valorar su sexualidad y la de su pareja. Un momento íntimo, profundo, expresivo y delicado, que si se utiliza de manera inadecuada puede ser un arma letal, que destruye la mente y el corazón de la gente inocente.

¿Qué se entiende por sexualidad?

La sexualidad está conformada por elementos biológicos como el sexo; psicológicos como es el sentirse y pensar siendo hombre o mujer; y los sociales que hacen referencia al comportamiento de ambos en el entorno social. Entendemos por sexualidad a la forma en la que cada ser humano se manifiesta como hombre o como mujer, de acuerdo a las normas y valores propios de su cultura y de su época.

¿Qué diferencia hay entre relación sexual y genitalidad?

Toda persona es por naturaleza un ser sexuado. Ello conduce al hombre y a la mujer a una determinada orientación de todo su ser. Forman parte de la sexualidad humana: los sentimientos, la ternura, los gestos, la amistad, la conversación, el compañerismo, la entrega, la donación y la procreación.

El ser humano tiene la capacidad de expresarse con gestos corporales: el cuerpo es lugar de comunicación con los otros; el cuerpo habla a través de la palabra, la voz, el canto, la sonrisa, las lágrimas, los abrazos, etc.

La genitalidad es solamente una parte de la sexualidad, aunque sigue siendo importante. La clave está en no reducir la sexualidad a sólo genitalidad, tenemos que aprender a integrar en nuestra sexualidad, la parte genital como parte de ella, no como lo determinante.

¿Por qué los adolescentes necesitan saber acerca de la sexualidad?

Se debe entender que la adolescencia se percibe como una época tormentosa y emocionalmente agresiva, llena de enfrentamientos entre los adultos y los jóvenes, sobre todo dentro de la familia. Se considera una etapa en que se produce el desarrollo físico y los cambios emocionales más fuertes y rápidos en la historia de cada persona.

En esta etapa el niño que antes no podía decidir ni opinar porque sus padres eran quienes lo hacían por ellos, ahora comienzan a experimentar un despertar en la parte sexual, fisiológica, psicológica y emocional. Ingresando en un campo peligroso porque si no están bien informados inevitablemente sufrirán y tendrán serios problemas por no haber hecho lo correcto en su momento.

Desde la niñez ya se debería dar una información básica a los hijos con relación a la sexualidad para que conozcan en forma natural la diferencia entre una niña o niño, esto con la finalidad de que aprendan a respetarse, valorarse y cuidar sus cuerpos, a través de una limpieza física, emocional y psicológica. En la adolescencia lo que ya sabía el niño simplemente se amplia de acuerdo a la curiosidad del joven, por conocer mayores detalles, quien mejor que los padres para dar esta información para que el adolescente aprenda a controlar lo que despiertan las emociones, pensamientos, sentimientos y reacciones con relación a la sexualidad y hacia el sexo opuesto. Lejos de las “voces externas”, que los puedan exponer a situaciones comprometedoras y peligrosas.

¿Cuáles son las creencias erróneas que se tiene sobre la sexualidad?

1.- Lo aprenden solos. Falso, si bien es cierto que la mayoría aprendió solo, es verdad que lo que se aprendió fue poco y mal. Hoy al igual que antes la información sexual que dispone el adolescente la obtiene principalmente de sus iguales, por lo que no garantiza que la información sea correcta o adecuada sino es contrastada con la que brindan los progenitores o la escuela.

2.- Se lo enseñan en la escuela. Depende, no en todas las escuelas o institutos incluyen un programa específico con relación a la educación afectiva y sexual. En todo caso debe ser una tarea conjunta entre padres y escuela lo que garantice que este proceso de formación sea el más adecuado.

3.- La educación sexual incita a la práctica sexual. Falso. La educación sexual fomenta la responsabilidad y la adecuada toma de decisiones. Esto permite evitar que los adolescentes vivan su sexualidad con angustia o condicionados por informaciones erróneas, o con la idea de que todo lo que está relacionado con el sexo es potencialmente peligroso, cuando lo que verdaderamente riesgoso está en la ignorancia y el miedo.

¿Qué dificultades surgen entre padres e hijos al tratar este tema?

a) Miedo a no saber responder las preguntas del adolescente. Se tiene la idea que la educación sexual del adolescente consiste en contestar preguntas, lo que obliga a que los padres tengan un amplio bagaje de conocimientos sobre el tema. Nada más falso, porque lo que en realidad quiere el joven es poder hablar, conocer lo que pensamos, cómo enfocamos determinadas cuestiones, que les ayudemos a situar los límites, etc. En la mayoría de los casos conversar sobre la parte emotiva y sentimental, y después algo más o menos específico.

b) No saber cómo enfocar la conversación. Muchos padres no saben cómo abordar el tema sin que se convierta en una especie de asalto directo que intuyen que el adolescente evitará, porque no existe una experiencia de diálogo anterior. Puede darse incluso la situación inversa que el joven quiera saber muchas cosas y no se ánima a preguntar al respecto, para esto será necesario crear un clima de confianza mutua.

c) Sentimiento de vergüenza. A veces los padres evitan estos temas porque creen que sus hijos les preguntarán sobre cuestiones de tipo personal. La intimidad de los padres como pareja, debe pertenecer más que a ellos y así se comunica a los hijos cuando estos intentan adentrarse en este territorio. Pero ello no impide que se puedan comentar algunos aspectos generales de su relación, pero sin entrar en detalles que sólo pertenecen al ámbito de lo personal.

d) Miedo a que el adolescente piense diferente. Algunos padres intuyen claramente que sus actitudes sobre temas de sexualidad y las de sus hijos adolescentes pueden ser bastante diferentes, por lo que hablar de ello sólo les conducirá a discusiones inútiles y al desgaste de la relación. Es evidente que hay diferentes cuestiones en las que padres e hijos pueden pensar diferente, pero evitar el tema sólo evidencia la incapacidad para el diálogo.

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