miércoles, 24 de agosto de 2011

¿Hasta dónde seguir los consejos?

Los “asesores de la vida ajena” dan su opinión a cualquiera y sobre cualquier asunto, aunque nadie se la pida. ¿Qué buscan con esa actitud? “Probablemente tener poder sobre los demás, escapar de sus propios conflictos, ocultar sus debilidades. De todos modos, dar o recibir sugerencias no es negativo en sí mismo: todo depende de cuándo y cómo se comuniquen”, señala la psicóloga de orientación y psicoanalítica, Isabel Menéndez.

EL REQUISITO. Al margen de quien lo efectúe y de lo acertado de su contenido, el primer requisito para que todo consejo sea bien recibido y atendido, consiste en que haya sido solicitado. En la predisposición a recibir y acatar los consejos que le hacen los demás, ya sean pedidos o no, intervienen numerosos factores psicológicos y emocionales, desde su afinidad con el consejero y su forma de pensar, hasta la experiencia que tiene en determinada área, o su coherencia entre lo que dice y hace.

LAS DOS CARAS DE LA SUGERENCIA. Para la psicóloga, Eva Gómez López, los consejos constituyen una forma de enseñanza y aprendizaje social, “Es normal, necesario y saludable pedir asesoramiento cuando no sabemos qué hacer o no estamos seguros de algo, porque ello nos permite reafirmar nuestras decisiones y, a veces, repartir responsabilidades o aventurarnos a tomar una iniciativa”.


En cambio, según la experta, “pedir consejos puede tornarse negativo o incluso patológico, cuando es un comportamiento sistemático, de modo que la persona no toma nunca una decisión propia si antes no se ha asesorado, encubriendo y realimentando sus sentimientos de inseguridad, dependencia emocional y falta de autoestima”.

SITUACIÓN DE DEPENDENCIA. Según la psicóloga Isabel Menéndez, “si una otra persona acepta sistemáticamente los consejos que no pide, se establece una relación de dependencia entre el aconsejador y el aconsejado”.


“El primero consigue influir en la existencia de otra persona, mientras que el segundo se coloca en una posición de debilidad de la que obtiene algún placer o beneficio psicológico, como no asumir responsabilidades ni riesgos, echar la culpa a otro si las cosas salen mal, ponerse en papel de víctima y ahorrarse el esfuerzo mental o emocional de resolver algo”, señala. Para Isabel Menéndez, “no conviene aceptar los consejos que no se piden porque mediante su proceder, el donante de consejos ejerce un poder que no le corresponde, y así, quien lo acepta, asume el papel de subordinación e incapacidad y no crece”.


1 comentario:

  1. Interesante, tiene sentido pero depende de los puntos de vista dl que aconseja pienso yo, hay personas que son muy neutrales en diversos temas de indole social, pienso yo.

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