domingo, 18 de septiembre de 2011

Cuando los hijos se van de casa

A pesar de que no existe un trastorno psiquiátrico con el nombre de síndrome de nido vacío, son habituales los tratamientos psicológicos por depresión de uno o ambos padres, por causa de la salida del hogar del último hijo. “La madre, principalmente, y el padre se sienten solos, no saben a quién dedicarse, en qué ocupar el tiempo libre o compartir charlas. Incluso llega a existir estrés por la falta de actividad en el hogar”, señala la psicóloga terapeuta familiar, Daysi Guevara, que presentó un libro que aborda el tema de la familia.

Por lo general (aunque con las nuevas realidades que impone el mercado de trabajo esta afirmación es cada vez menos cierta) el padre ha podido realizarse profesionalmente, por lo que no siente este síndrome tanto como la madre.

Los sentimientos de tristeza, inutilidad y de pérdida son normales, y deben entenderse como un proceso de duelo, por lo que es difícil aventurar cuánto pueden durar sus efectos y qué reacciones pueden tener, comenta la psicóloga.

OPORTUNIDAD. La ausencia de los hijos en el hogar es una oportunidad para los padres de construir nuevos proyectos y, por otro lado, reavivar el romanticismo.

“Hay quienes afirman que el síndrome de nido vacío sólo es vivido con tristeza cuando el matrimonio tiene poco que compartir”, señala.

La especialista indica que el matrimonio sufre un normal deterioro con los años, las dificultades y el nacimiento de los hijos. La marcha de los hijos es una oportunidad para enmendar este error, recuperar la pasión con viajes, salidas, sorpresas y mejorar el diálogo familiar.

También esta liberación puede permitir desarrollar actividades que quedaron pendientes: los amigos, cursos o viajes.

“Después llegarán los nietos y los padres tendrán otro tipo de responsabilidades, menos angustiantes”, indica Guevara.

La psicóloga añade que hay personas a las que todo esto les resulta más difícil y precisan de ayuda.

“No es fácil redefinir los objetivos de vida cuando se atraviesa la madurez, es bueno tener a alguien que pueda escuchar y a la vez que pueda darnos un consejo”, concluye.

La relación con los hijos no termina

Los padres deben tener en cuenta que la relación con los hijos no termina sino que se modifica.

El contacto con los hijos debe ser frecuente pero no diario para no entorpecer su nueva forma de vida. Aplicar la regla de dos, dice la especialista Daysi Guevara: dos visitas a la semana, llamar cada dos días. Invitarlos a la casa cada dos semanas.

Guevara hace notar que si el hijo se casó tiene una pareja que también dejó el hogar y necesita espacio para su familia.

Una mascota ayuda a superar la tristeza

En caso de personas viudas o separadas, adoptar una mascota puede ser una manera de canalizar angustias en algo positivo. Según la psicóloga, en la edad media, cuando los hijos se marchan, los padres mueren y la familia disminuye, una mascota puede llenar el vacío. Hay quienes prefieren gatos o perros; también son considerados como una terapia peces y aves pequeñas.

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