martes, 27 de diciembre de 2011

El sueño del niño o niña

El primer año de la vida de una criatura es un periodo muy delicado. Las enfermedades graves causan numerosas víctimas cada año. Si el bebé (entiéndase niño y niña), pasa felizmente el primer año, son buenas las perspectivas de que llegue a una edad madura sin complicaciones. Los hábitos formados durante este año pueden ser una ventaja o una desventaja durante toda su vida.

Son numerosos los familiares y amistades que desean visitar a la madre y al recién nacido. El cuarto de la madre y el niño es una prolongación de los “cuidados mínimos” del hospital materno infantil, por tal razón recomiende que quienes visitan la habitación de la madre no estén resfriados ni presenten alguna tos leve o convulsiva, porque a veces un estornudo fuerte puede romper el sueño del bebé y al mismo tiempo esparcir gérmenes portadores de alguna enfermedad a lo cual el recién nacido está muy propenso a contagiarse. Un recién nacido es una criatura muy pequeña, debe dormir entre veinte y veintidós de las veinticuatro horas del día; durante el segundo y tercer mes, disminuye de dieciocho a veinte horas. Cuando el niño o niña llega a los seis meses, debe dormir entre dieciséis y dieciocho horas; doce horas de noche con una sola interrupción para la alimentación, dos o tres horas por la mañana, y una o dos horas por la tarde. Debe recordarse también que las necesidades de sueño, varían según las criaturas. Algunos niños requieren mayor tiempo de sueño que otros. Debe habituarse al niño que, desde que nace, el periodo más largo de sueño ininterrumpido debe ser por la noche. ¿Cómo lograrlo?. Procure mantenerlo despierto en sus horas de lactancia. Converse con su bebé y observará que de pronto pone atención, abre sus pequeños ojitos e intenta entender lo que se le está hablando. Debe continuarse el sueño largo por la noche durante la niñez, pero las siestas durante el día deben acortarse gradualmente. A la edad de un año, es posible que el niño necesite una larga siesta y una siesta corta durante el día, y es posible también que la siesta larga sea suficiente.

El niño debe dormir siempre solo. A la hora de acostarse o la hora de la siesta debe cambiársele el pañal. Habituar al niño a dormir sin que lo despierten los ruidos habituales del hogar. Así no habrá necesidad de caminar de puntillas ni de hablar en voz baja mientras duerme. No debe mantenerse despierto al niño durante la cena de la familia. Toda madre debe hacer los arreglos necesarios para alimentar al niño antes o después de la cena familiar. A los nueve meses puede darse de comer al niño a las 17:30 y acostárselo a las 18:00. No se dé nunca a un niño medicina para hacerlo dormir. Todos los jarabes, calmantes y sus preparaciones parecidas contienen drogas que son dañinas para el niño y muchas de ellas son excesivamente peligrosas. No permitir jamás dormir a su bebé con algo en la boca, chupetes, biberones ni permitir que se chupe los dedos.

En épocas de calor, debe acostarse al niño con poca ropa; no olvide que el niño llora por exceso de calor, de sueño, de hambre, de dolor o cuando requiere el cambio de pañales. La habitación debe ser tan fresca como sea posible. Colocar su cuna o camita en un lugar donde pueda protegerse del viento o corrientes de aire fuertes. El rostro que demuestra inquietud o malestar es un claro mensaje de que está mojado o alguna arruga que lo incomoda o una posición incómoda que le produce calambres o adormecimiento o puede habérselo alimentado en exceso. No descartar que la mucha claridad o demasiado ruido, perturbe el sueño del bebé. Un aire fresco con una buena ventilación, bastante obscuridad, quietud, un cuerpo permanentemente limpio, ropa cómoda y adecuada, son condiciones que contribuyen a que el niño tenga un sueño reparador.

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