martes, 6 de marzo de 2012

Chuparse el dedo, un mal remediable

La mayoría de los niños opta por succionar su pulgar “para relajarse”. Para evitar malformaciones bucales, lo mejor es crear métodos para dejar de hacerlo.

Según los especialistas, el hábito de la succión de los dedos comienza desde la gestación y continúa durante el primer año. Cortar a tiempo este mal ayuda a que no se convierta en un problema mayor. La actitud de los padres es muy importante durante este proceso.
Causas y consecuencias. Los niños chupan las cosas porque es un instinto natural. Chupar hace que se sientan seguros y contentos y puede inducir al sueño. Sin embargo, prolongarlo por mucho tiempo interfiere con el desarrollo correcto de la boca y la alineación de los dientes. Este hábito, si no se elimina a una cierta edad, puede convertirse en perjudicial para el desarrollo físico, emocional y social.
Según la odontóloga Pamela Mayta, chuparse el dedo puede provocar deformaciones en las encías, dientes y paladar. “Toda la dentadura del niño se ve afectada e incluso la musculatura facial y bucal. Al introducir el pulgar en la boca, éste presiona el paladar. El movimiento del chupeteo del dedo empuja el paladar hacia arriba y éste va deformando su arco. Esta deformación se llama paladar ojival”.
La succión continuada y el movimiento del dedo producen a su vez el desplazamiento de los incisivos hacia adelante, afectando el cierre bucal, también llamado mal oclusión. Otra de las consecuencias de que los niños chupen sus dedos es la llamada “digitalización”, que es la deformidad de los dedos con hiperextensión de éstos, formación de callos e infecciones alrededor de las uñas.
Qué deben hacer los padres. El pediatra Abel Ninavia afirma que a los niños se les debe mostrar cómo se le pueden estropear los dientes y afectar otras partes del cuerpo. “Háblele sobre los aspectos no saludables de colocarse el pulgar lleno de gérmenes a la boca”. Si el niño está de acuerdo, el próximo paso es ayudarlo estando pendientes durante los primeros días difíciles para distraerlo con actividades para mantenerle las manos ocupadas, como por ejemplo dibujar, hacer artes manuales, rompecabezas y juegos.
Ninavia agregó que “aunque muchas veces es necesario recurrir a una herramienta casera (colocar algo picante o de sabor desagradable en los dedos), es mejor recurrir a productos que se venden en las farmacias. La idea es que se olvide de algo que está mal, no traumarlo”. Asimismo, sugiere recurrir a un fluido amargo que venden en las farmacias (también válido para los niños que se muerden las uñas) y recordarle que no debe meterse el dedo a la boca. El profesional también recomienda no castigar al niño si persiste en su hábito.

Succión por falta de atención. Según el pediatra, no es buen momento empezar el cambio de conducta cuando el niño atraviesa algún momento delicado, como el inicio escolar o el nacimiento de un hermano, entre otros. Es importante tenerlo en cuenta para empezar con suficiente tiempo de antelación o posponerlo prudentemente.
A los niños más mayorcitos les avergüenza continuar con este hábito. A menudo no son bien aceptados por sus compañeros, quieren dejarlo pero no saben cómo hacerlo. Hay que hablarlo con su profesora y trabajarlo conjuntamente. En ningún caso debe ser ridiculizado delante de sus compañeros.
Una alternativa. Si el bebé tiene gran necesidad de succionar, trate de interesarlo en un chupón en vez del pulgar, lo cual le significará ciertas ventajas, pues el artefacto puede ser controlado cuando el niño crezca.

“No repita monótonamente 'deja de chuparte el dedo'. Le cuesta mucho abandonar un hábito que le da seguridad y bienestar”.

Abel Ninavia / PEDRIATRA

2 años es la edad límite para que el niño olvide este hábito y así evitar malformaciones.



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