jueves, 12 de abril de 2012

¿Cómo puedo calmar los berrinches de mi niño?

La pregunta que se formula cualquier padre cuando el niño hace un berrinche es cómo frenar esas actitudes que terminan por poner de mal humor a toda la familia. En algún momento esta actitud termina por confundir al progenitor que acude al especialista.

Los berrinches o rabietas (tirarse al piso, llorar, gritar, patalear) son reacciones emocionales descontroladas (propias de la inmadurez emocional del desarrollo evolutivo) ante la frustración de los deseos del bebé o del niño. Ellos no comprenden por qué no se cumplen sus deseos, pero saben cómo hacer para obtener lo que quieren. Comportándose desafiantes, haciendo una escena, un berrinche. Es una manera que encuentran para llamar la atención, para exteriorizar el enojo que les produce no poder hacer lo que les place.

Para el niño, controlar sus “explosiones” de rabia es dificultoso y ayudarles a aprender a hacerlo es una tarea a veces complicada, para los padres puede parecer imposible mantener la calma, el control y sobre todo la paciencia. Observamos a padres enfadados, molestos por la actitud de su hijo, lo importante es tratar de manejar la situación de la mejor forma, ya que reaccionar a las pataletas de los niños con gritos y arrebatos de ira también por su parte es una manera de enseñarles que también hagan lo mismo. Sin embargo, si usted es capaz de mantenerse calmado cuando se enfrenta a una situación frustrante, estará enseñando maneras adecuadas de manejar la ira y la frustración.

Los niños que tienen problemas con los berrinches a menudo son niños con un carácter tenaz, activos y con una gran energía que necesitan descargar. Proporcione mucha actividad física. Si tiene un niño muy activo, permítele que corra, salte, haga volteretas, juegue a la pelota, mejor si son al aire libre, para que pueda gastar un poco de toda esa energía.

Debemos entender que es absolutamente normal que nuestros hijos demanden, pidan y tengan deseo de todo y en todo momento. Pero esto es imposible de ser satisfecho, y tampoco es sano para ellos. Marcando pautas claras desde el nacimiento, mostrándole lo que puede y no puede hacer, vamos controlando el berrinche: Poniendo límites y los “No” que sean comprendidos.

¿Qué es un límite? Es sinónimo de amor y contención, es el primer organizador de su vida. El dar y poner límites, es enseñarle a nuestro hijo a que aprenda a esperar, a saber que todo no es aquí y ahora. Que hay cosas que puede y hay otras que no puede hacer u obtenerlo.

Los padres nunca dudan a poner el límite cuando está en riesgo la integridad de su hijo (cuando quiere tocar un enchufe, cruzar la calle, entre otras). En cambio, ante otras situaciones, les resulta difícil decir “No” y se ponen vacilantes. Importante es que se explique porque es el “No” para que el menor reflexione y vaya aprendiendo, de lo contrario el niño se enojará y comenzará las rabietas y los berrinches, como forma de convencimiento.

Es esencial enseñarle a manejar sus frustraciones, que en el mundo hay normas, reglas que deben respetarse y que no siempre uno puede hacer, ni tener todo lo que quiere. Para el niño, el mundo no tiene límites ni fronteras; todo es posible. Como padres debemos poner límites claros y ser firmes. Un niño que no conoce límites, será un niño que sufrirá mucho al insertarse en un ámbito en el que haya reglas que respetar, porque tendrá baja tolerancia a la frustración.

A cierta edad los niños tienen inmensos deseos de independizarse, de ser autónomos como a la vez de seguir siendo bebés. Por eso a veces se comportan tan mal que nos confunden. Entonces aparecen los caprichos, para asegurarse de que los tenemos presentes todo el tiempo. Como una necesidad de llamar nuestra total atención y a la vez intentan hacer cosas que aún no pueden.

Debemos tomar en cuenta qué hacer para prevenir los caprichos de nuestros hijos: También es conocer y respetar sus horarios, sus rutinas, esto ayudará a entender que hay momentos para cada cosa que se espera y saber que llegará.

Por ejemplo el momento de alimentarse, de ir a dormir, de darse un baño, de jugar, les permiten aprender a comprender la noción de tiempo y que todo no es ya, aquí y ahora. Es importante saber que primero el límite los enoja pero luego los tranquiliza.

CONSEJOS

Algunos consejos para hacer frente a los berrinches:

1.- No cumplir con todos los deseos, pedidos u ocurrencias del niño

2.- Poner límites claros. El límite es el primer ordenador en la vida del niño

3.- Ser firme al poner el límite, nunca vacilar

4.- El “No”, debe mantenerse pase lo que pase, nunca cambiar de parecer ante la manipulación del niño

5.- Ser coherentes en los mensajes y no contradecirse entre la mamá y el papá, abuelos o quien lo cuide al niño, al menos, en los puntos clave

6.- Distraer al niño con otra cosa, llamando su atención con algo. Tal vez una caricia o alguna broma logre calmarlo y apartarlo del berrinche

7.- Mantener la calma. Gritarle, enojarse sólo hará que empeore la conducta del niño

8.- Si no es posible mantener la calma ante un berrinche, salir de la habitación en la que está el niño hasta tranquilizarse. Nunca recurrir al maltrato físico

9.- Apartar al niño de la situación que le causó el llanto y hacerlo descansar hasta que se calme

10.-Si el niño tiene edad de entender, es importante hablarle de lo sucedido e intentar que comprenda que no siempre se consigue todo lo que se quiere. Darles formas alternativas como el de la respiración

11.-Nunca darle una recompensa al niño por dejar de hacer un berrinche. Con ello lo único que se obtiene, es que aprenda a que las rabietas son un medio para obtener beneficios.

Aunque resulte paradójico, debemos entender la rebeldía, la desobediencia, el negativismo, las rabietas y los berrinches como signos positivos y expresivos de una personalidad en formación. En esta etapa del desarrollo se evidencia alrededor de los 2 años. Si un niño a esta edad no da ninguna señal de oposición, es decir, entrega sus juguetes con demasiada facilidad, no se ofende, no protesta ni se defiende cuando le sacan o le niegan algo, hay razones suficientes para preocuparse. El niño puede que tenga miedo a exponerse.

Y muy importante tener en cuenta que un niño que se siente respetado, respeta; que se siente engañado, miente. Un niño que se siente escuchado, escucha; sabe que hablar vale la pena. Un niño al que se le dan razones verdaderas y válidas, aprende que nadie, no sólo él, puede hacer todo lo que quiere en cualquier momento.

Los niños quieren y necesitan saber por qué no pueden hacer lo que les da la gana. Es necesario razonar con ellos y dejarles muy claro qué es lo que se espera de ellos. Los niños también exigen respuestas sinceras.

Alrededor de los 4 años los niños logran comenzar a controlar su temperamento y sus emociones, en consecuencia los berrinches disminuyen progresivamente hasta desaparecer. Si esto no sucede, y los berrinches ocurren con mucha frecuencia y son muy intensas, es probable que el niño tenga serios trastornos emocionales y lo mejor es consultar a un especialista.

Recuerde que nuestra conducta y actitudes como padres serán el modelo y la forma en la cual comprenderán qué esperamos de ellos. Aprenderán así, poco a poco a socializarse, a crecer como personas autónomas, con normas y reglas incorporadas para poder compartir y convivir en la sociedad que les toca vivir. Si nos manejamos con premios y castigos, solo lograremos un adiestramiento, pero no un verdadero aprendizaje que los ayude a ser felices.

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