martes, 24 de abril de 2012

¿Sirve de algo la queja?

Le resulta familiar el caso de alguien que, ante algún inconveniente prefiere lamentarse en privado en vez de presentar una reclamación para intentar hallar una salida o solución?. “Este tipo de queja, además de inútil es un hábito que sólo puede alejarnos del bienestar y acercarnos al desánimo”, señala el psicólogo clínico José Elías Fernández, experto en risoterapia y superación personal.

La utilidad de la queja. “La queja puede ser útil cuando se canaliza adecuadamente y se dirige a solucionar un problema, obtener una reparación o compensación, o remediar una injusticia. Quejarse es útil cuando es un medio para obtener un objetivo, como un cambio de conducta en alguien, pero no un fin en sí misma”, señala Elías.

Según este psicólogo, “la costumbre de quejarse se ve alimentada por cierto pesimismo cultural del que hay que huir. La sociedad tiende a dar la imagen de que el mundo se viene abajo o es un valle de lágrimas donde predomina lo negativo. Aunque en los medios de comunicación predomine el catastrofismo, el mundo y la vida siguen adelante y tras cada noche llega el día”.

Patológicas. Las quejas incluso pueden ser patológicas, como sugiere un estudio de científicos de la Universidad de Missouri-Columbia, (EE.UU), según el cual los adolescentes tienen más probabilidades de sufrir ansiedad y depresión cuando mantienen largas conversaciones sobre sus problemas con sus amigos.

Dar vuelta a los problemas. El problema, según los expertos, radica en la denominada ‘co-rumiación’, que consiste en darle vueltas a un problema y expresar los conflictos entre pares, sin resolverlos, lo cual influye negativamente en la persona como una caja de resonancia, haciendo reverberar el problema y ampliándolo.

"Ante cualquier adversidad hay que ser consciente de que “nada de lo que nos pasa es estéril, y todos los acontecimientos tienen su intencionalidad evolutiva, por contradictorios, dolorosos o inútiles que parezcan”, señala José María Doria, director de la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal (EEDT).

“La vida es aprendizaje y desde esa perspectiva no hay noticias esencialmente buenas o malas. Lo primero que nos llega es la superficie y la piel de las cosas, pero tras la apariencia subyace una experiencia que nos hace evolucionar”, explica Doria.

Ojo con la queja. No obstante, según Doria, hay un hábito mental que nos impide ver y aprovechar ese aprendizaje que nos prescribe la vida a través de las adversidades: las quejas inútiles. “La queja nos debilita y nos hace negar nuestro propio poder”, explica.

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