miércoles, 23 de mayo de 2012

Cuando se quiere, se puede ser madre

Marina Cuéllar Céspedes adoptó la determinación de buscar el auxilio de la ciencia y la tecnología para ser madre, la tarde en que, respondiendo a la obligación de someterse un examen médico general para obtener el seguro de salud con el cual iba a ser contratada en una empresa de administración pública, el galeno le dijo que, según el análisis de laboratorio, era infértil, no podría concebir hijos.

Confiesa ahora, al mirar en retrospectiva que de pronto sintió que los años ya le estaban pesando y, como no tenía pareja y además nunca había pensado en el matrimonio, su pensamiento la guió a considerar la posibilidad de una fertilización asistida, pero para eso necesitaba, ineludiblemente, un varón que la apoye en su proyecto.

“Llegar a los 39 años de edad sola, creí y lo sostengo hoy, es motivo para preocuparse, porque más allá de las preocupaciones por las realizaciones en el ámbito laboral, en mi caso llevaba latente ese hermoso sentimiento de ser madre. ¿Qué hacer?. Oré con profunda devoción, y ahora doy gracias, porque soy una mamá a tiempo completo”, comentó.



El primer paso

Marina forjó amistad con un joven. Se llevaban muy bien, ella con el recelo a comprometerse debido al dato de que era infértil.

Un día se animó a plantearle que la apoye con el tratamiento ginecológico asistido, y su amigo aceptó. Previamente había obtenido información de que el Dr. Carlos Fuchner realizaba esa labor profesional, “a donde fuimos a la consulta, y la verdad es que fue todo bien”, señala.



Gol de entrada

Antes de ingresar al consultorio del ginecólogo, en las charlas fortuitas que ‘nacen’ entre los que aguardan en la sala de espera, una mujer le deseó suerte, con la advertencia de que los resultados no sobrevienen de inmediato, y que siga todas las recomendaciones del médico, paso a paso.

-Yo vengo por cuarta vez, y el proceso no ha sido factible. Deseo quedar embarazada, por eso insisto, dijo su casual interlocutora.

Marina ingresó al consultorio a someterse al tratamiento de inseminación con mucha fe en Dios de que la iba a apoyar para ser made. Se cumplió su anhelo. A los pocos días vivió la mayor y agradable sorpresa de su vida. Fue cuando volvió para el control respectivo y el médico, tras el análisis pormenorizado le reveló: “Usted, señora, está embarazada. Muchas felicidades”.



Alegría doble

La felicidad tocó la puerta de la vivienda de Marina con un mensaje de alegría redoblada. Por un lado pasó a trabajar en la Cooperativa Rural de Electrificación (CRE), en el rubro de auditoría, su profesión, y por el otro supo que no solamente estaba encinta, sino que en su vientre albergaba a un par de mellizos.

Los controles ecográficos establecieron que eran dos niñas. El proceso del embarazo marchaba bien. Su amigo que la ayudó con la semilla de varón para que ella alcance el anhelo de ser madre, le brindaba constante apoyo.

“Pero poco a poco se fue alejando, o tal vez sea mejor decir que nos fuimos alejando. Actualmente llevo una vida en armonía con mis hijas que ya sobrepasaron el umbral de los 15 años”, comenta con expresión que lleva el sello de aquel sentimiento de haber labrado el propio destino.



Momentos difíciles

Pero llegar hasta estas alturas no fue un camino colmado de alegrías y satisfacciones. Embarazada al filo de sus cuatro décadas de existencia, consideraba que debía pagar el piso, como se suele decir, el tener que soportar las tensiones que le provocaron su estado y el hecho de trabajar al mismo tiempo.

Tenía dolores artríticos. Su nmédico, el Dr. Carlos Fuchner le recomendó internación de inmediato. “Tuve varios días en el hospital. Mis niñas nacieron prematuras, a los 6,5 meses de la concepción, una con 1 kilo y 100 gramos, y la otra con 1 kilo y 300 gramos. Fueron directos a la incubadora, donde permanecieron dos meses en cuidados intensivos. El Dr. Hernando Egüez fue su pediatra. Cuando abandonamos el nosocomio, una pesaba 2 kilos y 1,700 gramos la otra”, recuerda.



Absoluta entrega

A estas alturas Marina evoca aquellos primeros días en su casa, con sus pequeñas, amándolas a ambas con similar intensidad respondiendo al precepto de que el amor no se divide, sino que se multiplica.

Cuando las niñas, a las que bautizó con los nombres Gabriela y Mariana, cumplieron dos años de edad, tuvieron que ser sometidas a cirugía de sus adenoides.

“La rutina siempre estaba matizada por las sorpresas que dan los retoños ya sea con sus travesuras, sus pedidos de atención, de leche y de abrazos. Tuve que ‘batírmelas’ sola, porque la familia cada una tiene sus propias obligaciones y responsabilidades. Mi empleada fue mis dos manos. Ella me ayudaba mientras iba a trabajar. Gracias a Dios mis hijas crecieron saludables”, refiere.



¿Y papá?

Esa era la pregunta que le formulaban constantemente Gabriela y Mariana, hasta que llegó el momento en que Marina les contó toda la verdad, cosa que las muchachas hoy asumen con la absoluta comprensión de la realidad, y la bendicen a su mamá por traerlas al mundo rodeadas de cariño. Pronto Mariana viajará a Estados Unidos participando en un intercambio cultural.

El papá, a sugerencia de una notaria, al año del nacimiento de las chicas, se presentó para reconocerlas con su apellido. Por todo esto le doy muchas gracias a Dios”, remarca.



Matrimonio

A la pregunta de si aceptaría una propuesta matrimonial a estas alturas de su vida y con la experiencia vivida, contesta afirmativamente, pero como ya tiene una visión amplia de la vida y del hogar desde su rol de madre, señala que ante todo, existe una condición que toda mujer debería ostentar como planteamiento: “Que la unión sea producto del amor y de alto sentido de responsabilidad para la formación de un buen hogar”.


Con cariño

“El amor que siento hacia mi madre es inconmensurable. No tengo palabras para definirlo. Sencilla y simplemente es un sentimiento de tal unidad que no se puede explicar. Todo eso es producto de ver, desde muy pequeña, su esfuerzo para atendernos, criarnos y educarnos”.
Mariana





“Mamá siempre nos habló con la verdad, sabemos los empeños de ella para coronar su maternidad, y me siento enaltecida ante la naturaleza el ser su hija, porque es una madre que vive pensando en nosotras”
Gabriela



Dra Mónica Raya / ginecóloga

El tratamiento asistido para el embarazo es un método que, de una u otra manera, se ha consagrado en el mundo como alternativa para que las mujeres puedan desarrollar su maternidad, esa esencia que la naturaleza le concede al ser femenino, como centro de la recreación de la humanidad.

A partir del momento en que contribuye a esa realización de la mujer como madre, es lógico suponer, y esto es un mensaje para quienes no lo saben, que se trata de un procedimiento positivo.

Esto ha permitido que en todo el mundo una enorme cantidad de mujeres puedan asistir a tratamientos de inseminación cuyo resultado ha sido la alegría de contar con uno o más retoños en el hogar, y así perpetuar la descendencia.

Particularmente, como ginecóloga, en situaciones en que me piden consejos sobre este particular, les dijo que acudan a un centro especializado, que se sometan al análisis de rigor. No siempre el resultado es inmediato, pero vale la pena insistir.

Digo que vale la pena intentarlo por cuanto no hay nada que brinde un aliento de felicidad que los hijos para una mujer, por los cuales entrega su existencia. Verlos crecer, formarse cada día, es algo indefinible.

Crianza



Desde pequeñitas llevé a mis niñitas al Nidito Domingo Savio. Y ahí siguen ahora, ya están en la prepromo. El próximo año egresan bachiller.

La razón por la cual escogí el Domingo Savio es porque vivo sola, y allí ellas se quedan muy bien cuidadas durante todo el día.

Eso sí, compartimos el almuerzo, y todas las horas que no significan trabajo y estudio. Me preocupa su formación.

Es bonito conversar con los hijos, adivinar sus pensamientos, compartir alegrías o penas.



Opinión profesional



Dr. Juan Carlos Montalvo | Clínica Montalvo

CUANDO ACUDIR A UN CENTRO DE REPRODUCCION ASISTIDA

A más de 30 años de traer a este mundo al primer niño de probeta, las técnicas de reproducción asistida han llenado de mucha felicidad a las parejas que habían perdido la esperanza de poder ser padres, alrededor de todo el mundo incluido Bolivia.

Las causas más frecuentes que impiden esta felicidad y que son motivo de consulta en nuestro centro, las mencionamos a continuación:

- Edad avanzada de la mujer, principalmente asociado a la superación profesional.

- Pérdida del útero por diferentes enfermedades, entre ellas la más frecuente, los miomas (tumores benignos del útero).

- Anticoncepción definitiva a temprana a edad (ligadura de trompas).

- Embarazos ectópicos que ocasionan la pérdida de las trompas.

- Infecciones o raspajes uterinos que lesionan el endometrio

- Pérdida de los ovarios por presencia de quistes.

- Hidrosalpinx (presencia de líquido en las trompas)

- Disminución o ausencia de espermatozoides.



Cualquier pareja que presente alguna de estas dificultades puede ser beneficiada con algún método de reproducción asistida y hacer realidad una necesidad humana básica.

Afortunadamente en nuestro país la Clínica Montalvo cuenta con profesionales y tecnología de acuerdo a estándares internacionales y ponen a su disposición todas estas técnicas.

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