jueves, 28 de junio de 2012

Descifrando la mente masculina

No podemos culpar a los hombres por ser hombres, sobre todo hoy que sabemos que existen diferencias significativas entre su cerebro y el nuestro, y es la psiquiatra estadounidense, Louann Brizendine, famosa por sus polémicos libros “El cerebro femenino” y “El cerebro masculino”, quien nos ayuda a acercarnos a ellos y comprender el porqué de sus actos y reacciones. Es hora de aceptarlo cómo es… quedarás encantada con lo que descubrirás sobre él y estarás más contenta con tu relación de pareja (y él también). Ama y celebra a tu pareja por lo que es: un hombre.

El misterio más grande

A pesar que ambos cerebros son parecidos (tenemos las mismas áreas cerebrales y producimos las mismas hormonas), el tamaño y la cantidad de hormonas varían, creando diferencias abismales entre hombres y mujeres, diferencias que pueden hacer o deshacer una relación.

“Sus centros cerebrales para la acción muscular y agresión son más grandes. El área de ‘defensa’ del cerebro –núcleo premamilar dorsal– es más grande en el cerebro masculino y contiene circuitos especiales que detectan desafíos territoriales.

Entretanto, el área de ‘compasión’ –sistema de neuronas espejo– es más grande y activa en el cerebro femenino, por lo que las mujeres son más empáticas y receptivas a las emociones de otros”, explica Brizendine, profesora de clínica psiquiátrica de la Universidad de California en San Francisco.

“Las estructuras cerebrales y la biología hormonal en los hombres produce un “realidad masculina única” en cada etapa de su vida”, explica Brizendine afirmando que el cerebro masculino es “una máquina para resolver problemas” y que éste cambia en el transcurso de su vida. Y es que no todo es biológico. A pesar que la distinción entre cerebro de niño y niña comienza biológicamente, estudios recientes demostraron que es solo el principio.

“La arquitectura cerebral no termina de formarse al finalizar la niñez, como se creía, pero cambia a través de la vida. En lugar de ser inmutable, nuestros cerebros son mucho más plásticos y cambiantes de lo que se creía. Asimismo, nuestra cultura y cómo somos criados juega un rol importante en la formación y re-formación de nuestro cerebro”.

Sexo, sexo y más sexo

No es para sorprenderse que el área de interés sexual en el cerebro masculino es 2.5 veces más grande en ellos que en nosotras. “Al comienzo de la adolescencia, los varones producen de 200 a 250 por ciento más testosterona que en su niñez, lo que provoca un incremento en su interés sexual y hace casi imposible que dejen de pensar en sexo”, indica Brizendine.

Él no puede contener sus deseos sexuales, al igual que tú no puedes contener tus ganas de hablar y acurrucar. Y no pienses que es un pervertido o “adicto al sexo” porque quiere sexo todo el rato o porque mira a otras mujeres. Los circuitos visuales de un hombre siempre están en búsqueda de una pareja fértil.

“Mirar los encantos del cuerpo femenino, esté interesado o no, es una reacción natural del hombre”, explica Louann en su libro.

Acepta que su cerebro está hecho para hacer un “zoom” a las curvas del cuerpo femenino… ¡y no lo puede evitar! Claro que esto no quiere decir que no aprenda a ser discreto.

Por eso, por más de que quieras matarlo cuando “chequea a otra mujer”, recuerda que un hombre mira a una mujer atractiva en la misma forma que una mujer mira a una linda mariposa; es decir, llama su atención por un segundo, pero pronto sale de su mente. Unos minutos después, mientras la mujer sigue molesta porque su pareja miró a “otra chica”, él ya está pensando en lo que quiere cenar. Él pregunta: “¿Qué pasa?” y tu respondes el típico: “Nada”.

En busca de una pareja

La ciencia y la tecnología junto a la revolución de los escáneres cerebrales, revelaron las respuestas emocionales de hombres y mujeres a nivel cerebral, y funcionan de manera diferente, lo que trae consigo comportamientos y actitudes distintas… y esto es lo que sucede, por ejemplo, cuando un hombre se siente atraído a una mujer.

Mariana, una mujer súper atractiva, llama la atención de Carlos, que conversa con sus amigos sobre futbol. Él no puede dejar de mirar a Mariana, por lo que decide acercarse a ella. En este momento, si tuviera un escáner en su cabeza, éste mostraría una llama en la zona cerebral que regula el apetito sexual, situada en el hipotálamo (un conjunto de núcleos cerebrales que también controla la vida vegetativa, el hambre, la sed y el sueño). Por otro lado, el córtex visual del hombre (la zona donde se procesan las imágenes a partir de la información enviada por los ojos) también está zumbando con la imagen de la mujer.

Mariana y Carlos comienzan a conversar, y la voz de ella, delgada y aguda, aumenta el interés en él. A partir de ahí, sigue la aproximación para el apareamiento. Carlos intentará acostarse con ella, pero el tiempo de espera de Mariana para el sexo es tres veces mayor. Entonces el hombre la agasaja con regalos, palabras lindas, caricias... lo que obedece a un instinto animal que se ha observado en los chimpancés, en el que los machos obsequian carne a las hembras y ellas les recompensan con sexo. Finalmente, él lo consigue. El cerebro de ella antepone al sexo la esperanza del amor y el compromiso; para él lo primero es el sexo.

Las diferencias sexuales de comportamiento están condicionadas por la estructura de sus cerebros; en ellos, las zonas del cerebro relacionadas con los impulsos sexuales se encienden, mientras que ellas ven una simple conversación.

Sin embargo, y a pesar de los estereotipos, el cerebro masculino se puede enamorar tan rápido y profundamente como el femenino. Cuando él encuentra a su “pareja ideal”, su objetivo principal es unirse a ella. Después de que lo logra, queda una huella permanente en su cerebro. El deseo y el amor se juntan, y el hombre queda enganchado, incluso más que ella.

Emoción a flor de piel

Aunque los hombres se han ganado la reputación de ser poco sensibles, la verdad es que sus reacciones emocionales son más intensas de lo que creemos, solo que no lo manifiestan.

Estudios realizados en los rostros de hombres demuestran que sus reacciones emocionales inmediatas pueden ser más fuertes que las de una mujer, sin embargo después de 2.5 segundos ellos ocultan la emoción en su rostro, o cambian su expresión.

La pregunta es, ¿por qué ocultan sus sentimientos y emociones? Los hombres saben lo que la mujer y la sociedad quieren y esperan de ellos; saben que “deben” ser fuertes, valientes e independientes, por lo que crecen con la presión de suprimir su miedo y dolor con el fin de ocultar sus emociones. Aunque ansían cercanía y abrazos al igual que nosotras (o incluso más), si muestran estos deseos serán juzgados como débiles y sentimentales, no sólo por otros hombres, pero también por las mujeres.

Como seres humanos, somos criaturas sociales ante todo, y nuestros cerebros aprenden rápidamente a comportarse de la manera “socialmente aceptable”.

Sin embargo, esta falta de expresión puede generar peleas con su pareja. Por ejemplo, en medio de un conflicto, cuando tú te esfuerzas por explicarle cuál es el “issue” y sigues “dando vueltas”, él inmediatamente se concentra en encontrar la solución al problema en lugar de ser cariñoso o escucharte atentamente. En este momento tú piensas: “no le importa cómo me siento”… Lo que empeora la pelea (¿no nos ha pasado a todas?).

Para evitar más de estas peleas absurdas, debes comprender qué sucede en su cerebro: no es que no le importes, es que en estas situaciones los hombres usan las estructuras analíticas de su cerebro, no las emocionales.

“Cuando se enfrentan a un tema emocional, el cerebro del hombre cambia a “modo analítico”. Su enfoque es solucionar el problema, no hay tiempo para la empatía ni la simpatía cuando ve a su pareja afligida. Después de una pelea, la mujer piensa que el hombre no tiene emociones, que es frio o se cierra, pero en realidad está usando un sistema cerebral diferente para mejorar la situación”, revela Brizendine.

Agresivos por naturaleza

De acuerdo a Brizendine, las mujeres podemos leer mejor las emociones en un rostro, es ahí donde radica nuestro “sexto sentido” o “instinto femenino”. Ellos, por el contrario, se muestran mucho más agresivos. “Los psicólogos saben desde hace bastante tiempo que los hombres son veinte veces más agresivos que las mujeres”, afirma Brizendine. Y la testosterona es la hormona que marca la diferencia. “Su propósito es hacer más frecuente un comportamiento, como el de la búsqueda sexual y la agresividad”.

Para entender cómo su agresividad puede afectar la relación de pareja, te damos un claro ejemplo, que nuevamente, nos pasa a todas.

Él está tranquilo, pero de un rato al otro, comienza a pelear o a hablar “feo”. ¿Qué haces tú? Lo retas, gritas, fastidias, instigas… en lugar de dejarlo en paz. La próxima no alimentas su enojo, pues gritarle o provocarle cuando ya está enojado es igual que provocar una colmena de abejas con un palo de golf. Los hombres sucumben a algo llamado “enojo auto catalítico”. Rompe el ciclo y no aumentes más combustible al fuego. Y si te equivocaste, admítelo. Su ladrido es peor que la mordida.

Déjalo ser hombre

Al comunicarnos, mujeres y hombres tenemos diferentes necesidades y objetivos, especialmente cuando se trata de la relación, el sexo y la crianza de los hijos. Vemos las cosas y solucionamos problemas usando diferentes partes de nuestro cerebro y es por eso que muchas veces no vemos las cosas a través de los mismos ojos. La clave para mejorar la comunicación es comprender que el cerebro de la otra persona funciona diferente y como él o ella ve el mundo.

“Si hombres y mujeres tenemos una comprensión más profunda del cerebro masculino, ganaremos una mayor comprensión sobre las diferencias biológicas de género, lo que nos puede ayudar a disipar los estereotipos negativos y simplificados que existen sobre la masculinidad y que tanto mujeres como hombres aceptamos”, sugiere Brizendine.

Cuando un hombre y una mujer tienen esa comprensión del otro, es posible mejorar esos malentendidos en la pareja y en la comunicación.

En resumen, el cerebro humano es la mejor máquina de aprendizaje del mundo. Los seres humanos tenemos la habilidad de hacer grandes cambios en nuestras vidas. Sin embargo, hay diferencias indiscutibles entre el hombre y la mujer que no son posibles de cambiar. Es preferible afrontar estas diferencias que combatirlas o ignorarlas.

El mejor consejo para que una mujer haga las paces con el cerebro masculino es dejando que el hombre sea un hombre. /

QUICKIE

Dos descubrimientos sorprendentes para Louann Brizendine fueron el “daddy brain”, que se forma cuando el hombre siente las feromonas de su pareja embarazada; y que los niños aprenden mejor cuando se pueden mover y retorcer en sus aulas.

En la vejez del hombre la testosterona disminuye (andropausia). Que tu abuelo sea un amargado o el viejito más dulce, depende de la manera en que su cuerpo reacciona a este cambio hormonal.

El cerebro masculino de avanzada edad no es sólo más receptivo a vínculos familiares, también es susceptible a la soledad. Un 65% de los divorcios de parejas de 60 años o más son iniciados por la mujer, dejando al hombre desolado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario