domingo, 24 de junio de 2012

Vivir en pareja Nuevos “amos del hogar”

Asignación de tareas. El “nuevo rol de la mujer” dentro el campo laboral incentiva que cada vez más hombres se ocupen de las tareas del hogar.

En la actualidad el 68 por ciento de las familias se reparte las tareas del hogar.

Enplenitud, IPF

Una nueva manera de convivir

¿Qué hacen los hombres en casa?

La imagen del hombre que llega a casa exhausto tras más de ocho horas de trabajo, se enfunda las zapatillas y se acomoda en el sofá mientras espera a que su mujer le sirva la cena no es cosa sólo del pasado.

Actualmente las tareas se reparten en casa, y tanto los hombres como las mujeres están de acuerdo en que debe realizarse un reparto igualitario en ello.

Aun así todavía existen preconceptos o valores que subsisten en nuestra sociedad. Muchos hombres se sienten decepcionados si su pareja no “cuida” de ellos y muchas mujeres se ven obligadas a “cumplir” con sus tareas para no defraudarlos.

Pero por el bien de la pareja y la buena marcha de la relación, es necesario, sin embargo, superar estas ideas preconcebidas y establecer unas nuevas normas. Ya que está comprobado que las parejas en las que hay un reparto igualitario funcionan mucho mejor, incluso en el plano sexual.

¿Qué pasa por su cabeza?

El paso de los hombres de proveedor único a coproveedor no siempre va acompañado de un reparto de responsabilidades en el hogar, ya que en algunos casos esto supone una “desvalorización de la identidad masculina”. Esto se debe a que los hombres consideran que asumir dichas responsabilidades domésticas o el cuidado de dependientes no lleva implícito ningún reconocimiento social ya que no tienen la consideración de trabajo y están socialmente desvalorizadas.

Según señalan los entendidos en la materia, lo que puede definir el éxito o fracaso en la adaptabilidad al nuevo tipo de tareas, es la flexibilidad del individuo en cuestión. Los hombres más abiertos están comenzando a darse cuenta que la tarea de “amo de casa” puede significar un interesante cambio interior en sus vidas, y que la masculinidad ya no tiene una relación directa con el sostén económico de una familia, o el salario a fin de mes.

El peor de los escenarios que podría recrearse cuando un hombre pasa a ser “amo de casa” se da cuando la relación de la pareja estaba estructurada en torno a lo económico, y por ende la base de convivencia era la del marido como mero aportante de dinero, y la de la mujer como exclusiva dueña de las tareas en el hogar. En esos casos, lo más común es que surja una crisis de pareja, para lo cual podría ser necesario realizar algún tipo de terapia.

Lo cierto es que, según afirman los expertos, sería mucho más positivo que el proceso de intercambio de roles en la pareja moderna esté dado por la madurez de los integrantes, y no por una causa externa negativa como es el desempleo. Por eso, los especialistas aconsejan que las parejas muy conservadoras intenten modificar su reparto de roles por una decisión propia, antes que por una cuestión externa inexorable.

En cualquier caso, que el hombre se ocupe de las tareas domésticas podría darle un nuevo significado a su vida, sobre todo si en la casa hay niños pequeños, y ellos pueden tomar una parte más activa en su crianza.

un trabajo en equipo

Repartir las tareas de la casa equitativamente entre todos los que viven en ella es una planificación necesaria para una mejor convivencia. Además, ya no hay excusas por razón de edad, tipo de trabajo, ni mucho menos por sexo. El trabajo doméstico es muy frustrante si lo debe asumir por completo uno de los miembros de la familia por muchas horas que pase en casa, así es que conviene organizarlo, incluso por escrito, llegando a acuerdos por consenso, la mayoría de ellos de puro sentido común.

Es conveniente sentarse con una lista y seriamente distribuir los trabajos más duros: plancha, limpieza de baños, pasar la aspiradora, compra y cocina, en este campo es bueno tener en cuenta los gustos y manías personales: si a alguien le gusta cocinar y se le da bien puede quedar excluido de la plancha, y así sucesivamente. Si algún trabajo desagrada a la pareja por igual, entonces se puede hacer rotatorio y que queden bien visibles los turnos en un papel situado con un imán en la nevera o en otra zona visible para todos.

tambiÉn tareas para ellos

Los niños no deben quedar excluidos del reparto de tareas. Desde pequeños deben ocuparse, bajo la supervisión de un adulto, de dejar recogida su habitación o el sitio en el que desplieguen sus juguetes. También tienen que ayudar a poner la mesa para comer y quitarla desde el momento en que sean lo suficientemente hábiles para no dejar caer el menaje. Otras tareas sencillas que pueden realizar son: quitar el polvo a muebles con pocos objetos decorativos, llevar la basura, poner su ropa a lavar, encargarse del cuidado, alimentación de las mascotas.

reparto de tareas

Hay que reconocer que la distribución de tareas es uno de los puntos más conflictivos al vivir en pareja. Tras la mudanza llega el momento de elegir de qué trabajo se encargará cada uno, un delicado asunto en la que hay que buscar el equilibrio y la comprensión para que de adecuen lo más posible. Lo ideal es que a la hora de distribuir las tareas se tengan en cuenta dos aspectos, por un lado aquellas actividades que nos atraigan o motiven más, y por otro, aquellas en las que tengamos más destreza. Es decir, no hace falta que necesariamente los dos miembros de la pareja hagan todas las cosas en el mismo grado, pues mientras que a uno planchar le puede resultar bastante aburrido, al otro le puede parecer neutro y además tener más habilidad para ello. No importa quién haga qué, siempre que todos hagan algo.

Si alguien está pensando que los hombres poco tienen que enseñar a las mujeres en cuanto a tareas del hogar, se equivoca, ya que hay que abrir el abanico de posibilidades que engloban lo que son los quehaceres que contribuyen al buen funcionamiento de una casa.

Utilizar el sentido común y ser pragmático es fundamental. No se pueden mantener discusiones de tintes sexistas cuando realmente uno, sea hombre o mujer, no puede dedicarse a estas tareas por el tipo de trabajo y horario que lleva.

Es obvio que quien pase más horas fuera de casa por motivos laborales es el que menos va a poder aportar en este sentido, por consiguiente es mejor que cada uno coopere de manera proporcional al tiempo del que disponga.

la compresión

es la clave para convivir

Otra cuestión esencial es ser tolerante con los fallos y ritmos del compañero. Muchas personas se sobrecargan de labores domésticas porque no tienen la paciencia para esperar a que sus parejas las hagan. ´Ninguno hemos nacido sabiendo´, dice esta frase popular, ni todos tenemos los mismos ritmos.

Hay que saber delegar, pedir ayuda, tolerar que el otro lo haga bien, mal o regular, pero que vaya siendo autónomo y colabore.

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