martes, 17 de julio de 2012

Un ring entre hermanos

Las molestias del porque uso el celular o la ropa que no es suya sin pedirla prestada o que siempre este más tiempo en el internet. Son motivos frecuentes de roces con los hermanos y más cuando existe pocos años de diferencia entre ellos. Según los sicólogos las peleas se agudizan entre los 7 y 12 años, ya que este es el período donde nacen los juegos en equipo, en los que se busca ser competitivo. Es por ello que a esta edad se agudizan las peleas, que si bien comienzan desde temprana edad, se intensifican en la etapa de la preadolescencia ya que se sufre de constantes cambios emocionales y físicos. Las razones son los espacios o los objetos personales, explica la psicopedagoga Cinthia Rivero Elder.

Las formas. Muchas veces se muestra el desacuerdo de manera poco apropiada: gritando, llorando, tirando la puerta, diciendo malas palabras, pateando cosas, etc. Así también les interesa muchísimo el “qué van a decir de mí los demás”. Es por eso que son más propensos a sentirse ofendidos y también a ofender con mucha facilidad. Hablar con ellos puede ayudarlos a afrontar con sus propias herramientas y estrategias las peleas fraternales en el hogar

¿Qué hacer?. Generalmente cuando están en el momento de la discusión no pueden controlar, la sensación de disgusto (que es mucha rabia) cuando sienten que su hermano "se mete en sus cosas" . Lo primero que hacen es reprochar al causante. Al no tener una repuesta satisfactoria se muestran intolerantes y reaccionan bruscamente.

Compartir y ceder. Rivero indica que el infante ve las cosas solo desde su punto de vista, por ello es que tiene un pensamiento extremista en estas situaciones, porque el que siempre se expresa con palabras como “todos”, nadie”, “nunca”, “siempre" “a veces me va peor”, “en ocasiones me tratan mal, “varias veces me han dicho cosas feas”. El niño tiene que saber que puede controlar los arranques de rabia y desbordes emocionales con la ayuda de la familia y del hermano aprediendo a compartir y dar cuando sea necesario.

La participación de los padres. La especialista señala que los adultos deben tener un poco más de paciencia hacia los hijos. Si bien tienen que dejar que los protagonistas de la discusión arreglen sus diferencias, deben intervenir cuando todo este en calma, poniendo los límites y reglas claras puesto que es el hogar, la escuela donde se tiene que aprender de compañerismo. Por su parte, los niños tienen que saber que a veces se dicen comentarios muy hirientes por ello habrá que cuidar las palabras; pero también aprender a pedir disculpas y a reconocer los errores. Son varios años los que nos quedan por delante por eso aprender a vivir con nuestros hermanos y amigos en armonía es importante, concluye, Rivero.

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