sábado, 14 de junio de 2014

Codependencia en la relación de pareja

Engancharse no es estar juntos, es retener, aprisionar, anclar, enredar, rellenar todos los espacios del otro, creyendo que así se complementan, pero la dependencia nunca sirve para completar ni para conectar con el otro, sólo sirve para retener, para atrapar y creer que con eso se impide para siempre que se pueda ir.

Esto no es estar juntos ni tiene que ver con el amor, esto es un disfraz de la manipulación y un intento de controlar la vida del otro. Plantear las cosas como: "Si te vas de mi lado, no podré vivir sin ti", es un síntoma de disfuncionalidad en el vínculo y no hace falta indagar mucho para encontrarse con la manifiesta incomodidad de ambos cuando las relaciones toman éste cauce.

Lo extraño es que a pesar de eso pareciera que nos seducen éstas situaciones de control, propias y ajenas, nos encanta estar enredados en éstos vínculos "seguros", vivimos de alguna manera armando estrategias, conscientemente o no, para tener al otro atrapado, para que el otro no escape.

Nos llenamos la boca diciendo: "Los dos somos uno", "Somos el uno para el otro", "No puedo vivir sin ti", si pudiéramos desprendernos de la caricia narcisista que tanto nos agrada comprenderíamos, lo infame de éstas expresiones que condena al sufrimiento garantizado, uno haciendo depender su vida del otro y éste teniendo que hacerse responsable por la existencia de su pareja.

La siguiente frase: "Me haces tan feliz", el aceptar esta responsabilidad de hacer feliz a tu pareja, paradójicamente ocasiona que en un futuro se devuelva la frase con lo siguiente "Tú me arruinas la vida", no se tiene el poder absoluto de hacer feliz a alguien y luego de hacerlo infeliz, quizás algunas acciones o dichos pueden lastimar a la otra persona pero esto no es suficiente como para que una persona sea infeliz.

La siguiente frase: "Podría hacer todo lo que a ti no te gusta y nada de lo que te agrada", pero si se hace todo lo que disgusta a uno, entonces, ¿por qué seguimos con esa pareja?, a ésta cuestionante solemos escuchar la siguiente respuesta "me quedo porque lo/la quiero", en éste caso es "uno mismo" quien sufre.

Uno es responsable a quién elige como pareja, por tanto es responsable de su felicidad o su dolor. Si decimos: Para que sea feliz tienes que hacer tal cosa, para que sea feliz no tienes que decir estas cosas, para que no sufra tú deberías querer exactamente lo que yo quiero.

Estas frases ocasionarán problemas con seguridad, pero no se suele dar importancia a alguna de estas aseveraciones y se opta por no querer comprender cómo son las cosas o no hacerse responsable de las falencias y se prefiere pensar que se sufre por culpa del otro.

Ante esto se menciona lo siguiente: "Estoy esperando que cambies" o peor aún "me quedo para cambiarte" y éstas respuestas, no significa otra cosa más que no se soporta la idea de perder a la otra persona, es perturbador lo que se hace en algunas ocasiones por no perder a la pareja, pero sólo se debe tomar segundos de la vida y cuestionarse lo siguiente: ¿Quién quiere estar con alguien que ya no te quiere?

Cuando uno se da cuenta que la situación no funciona, se abre los brazos permitiendo ir a la otra persona y una vez que se elabore el conflicto la herida dejará de doler paulatinamente quedando todo en el ayer y aunque se escuche una voz interna que nos dice: "Quizás no encuentre a nadie que me quiera", no es el amor quien habla sino el miedo a lo que sigue.

Esta es la falsa seguridad que me da lo conocido y si él/ella sale con alguien, ésta y muchas preguntas rondarán en algún momento convirtiéndose en un martirio persecutorio, si las cosas ya no son como eran, con el tiempo volverán a la normalidad, seguir llorando aquello que ya no está, impide disfrutar lo que se tiene en el presente.

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