miércoles, 11 de junio de 2014

¿Más sexo rutinario? cambiá de actitud rompé tus propias reglas


En la vida y en la cama todo es cuestión de actitud para Alejandro Velarde, sicólogo y terapeuta sexual de parejas. Él explica que muchas veces las mujeres no tienen la mente abierta y poco a poco se dejan arrastrar por la odiosa monotonía.

Víctimas del prejuicio y del pudor, hay quienes no se animan a experimentar nuevas posiciones, besos y caricias. “Dan por sentado que hay cosas prohibidas porque eso no lo hace o lo pide una dama, o porque es sucio”, apunta Velarde.

¿Te escandaliza la idea de recurrir al kamasutra?, ¿masturbarte?, y ¿qué hay del sexo oral? Tomate un momento para pensar si consideraste alguna de estas u otras opciones y si lo conversaste con tu pareja

Date permiso para sentir placer. No solo el hombre tiene deseos sexuales o es el que debe proponer. Nuestro especialista recomienda que te atrevás a reconocer que tenés necesidades y que tomés la iniciativa al igual que lo hace el sexo opuesto. “Cada uno tiene que hacerse responsable de su propia satisfacción. Si no tenés la predisposición de disfrutar no lo podrás hacer”, indica. Dejá de estar preocupada por el qué dirá tu pareja sobre tu cuerpo, puesto que, según Velarde, los rollitos, las celulitis y las estrías no deben limitarte en la intimidad, ni aunque la luz esté encendida.


¿Sabés qué es lo que te gusta? ¡Averigualo! Hacelo olvidándote de la vergüenza y los preconceptos. Rebobiná la película de los encuentros que has tenido con tu pareja, aquellos que más te han gustado. Basate en experiencias pasadas pero no te olvidés de tomar en cuenta las fantasías que aún querés realizar, esas con las que soñás, que viste en alguna película o que leíste en un libro.


Negociá todo con él. ”El ejercicio de la sexualidad es como una danza, en la que ambos coordinan”, explica Velarde, aclarando que una vez sepás lo que querés basta con pedírselo a tu pareja. El sexo debe ser temática de conversación así como lo son los hijos, las deudas, el trabajo y otros.

Tomá en cuenta que todo debe hacerse en el tiempo oportuno, jamás después de una pelea y mucho menos sorpresivamente durante el acto sexual. “No podés arriesgarte a decírselo de un rato a otro. Tal vez a él le choque lo que le pidás y eso pueda hacerte sentir mal, rechazada”, advierte indicando que esto puede restarle espontaneidad al acto de hacer el amor.


¡Decile de una vez! Si a estas alturas ya estás decidida a romper con la rutina en tu alcoba, seguramente te preguntarás cuál es el momento justo. Nuestro experto sugiere que discutás este tema cuando estés poniéndote de acuerdo con tu pareja sobre otros asuntos. “Ya cambiando de tema, te cuento que he estado viendo unas posturas picantes que deberíamos animarnos a probar...”, podés comentarle, pero sin olvidarte de indicarle que reserve todo su entusiasmo hasta llegado el encuentro íntimo.
Hablá, sin usar palabras. Cuando la pasión se encienda entre ustedes llevá a la práctica lo que ya habían conversado antes. No se lo digás o pidás con más palabras. “Hay que dejar que el cuerpo hable sin acallarlo”.


No necesitás estar con Superman para ser feliz. Si ambos llegan tarde, están cansados y solo uno quiere tener sexo ¿por qué no acordar dejarlo para después, en vez de sentirse ofendido? Para nuestro experto es fundamental mantener siempre una actitud positiva en la pareja. Por otro lado, así como la intimidad es más cómoda cuando te despojás de la ropa, él sostiene que sucede lo mismo cuando dejás de lado mitos como que el tamaño importa, que el vigor del hombre lo es todo, o que el número de veces que lo hacés es determinante. Las únicas claves, advierte, son la actitud abierta hacia el sexo y la estimulación del clítoris, por lo cual no hay necesidad de probarlo todo o de que te convirtás en una atleta sexual.


En lo que coinciden los especialistas. Sin duda alguna muchos te sugieren un abanico de ideas para llevarlas a la acción. En sus artículos la sexóloga Alessandra Rampolla, por ejemplo, anima a las mujeres a que se tomen un tiempo en pareja lejos de los hijos, que no vayan directo al grano e incrementen el deseo sexual con juegos, besos y caricias previas. Además de que exploren sus cuerpos y experimenten cosas nuevas. Pero antes de animarte a poner todo esto en práctica, Velarde sostiene que para darle rienda suelta a lo que el cuerpo pide, primero hay que liberar la mente.


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