miércoles, 19 de agosto de 2015

Enamorarse del hombre equivocado

Magdalena ha llegado a pensar que solo se fija en los hombres equivocados, que tiene una especie de cadena, una predisposición a ser engañada o a que se arruine toda la relación por cualquier cosa que suceda.

“Mi bisabuela era madre soltera, mi abuela era viuda, mi madre también fue madre soltera al igual que yo”, explica tratando de entender por qué hasta ahora y luego de procrear dos hijas, no puede encontrar una pareja que la complemente.

El padre de su primera hija la dejó cuando se enteró que ella estaba embarazada, en realidad él volvió con su ex pareja. Mientras que el progenitor de su segunda hija, tenía esposa. Luego de estas dos relaciones, siguieron otras más que tampoco terminaron en un final feliz.

Y ahí entra la duda del ¿por qué las mujeres tienden a enfrascarse en relaciones con hombres así?

La sicóloga Anna María Perrucci explica que el problema no son ellos, sino las mismas mujeres, porque existe una debilidad en su personalidad que pudo haber sido ocasionada por su historia de vida. “Habría que ver cuál fue su primera experiencia de relación amorosa. Probablemente ella la tuvo con una relación inadecuada, y esa primera experiencia es muy importante y decisiva para las demás.

El antecedente familiar también influye en esto, es decir, los modelos de padres o madres que las mujeres tienen en su niñez.

“Tiende a identificarse con la figura materna, o sea cómo fue que esa madre soportó esa relación inadecuada (con el padre). Estos modelos se transmiten a los hijos”, afirma Perrucci.

Cuando estos vínculos nocivos y conflictivos con sus progenitores no fueron superados en la adultez, la mujer tiende a buscar relaciones también conflictivas, o inconscientemente se relacionan con personas con similares características a los padres.

“Principalmente estas mujeres tienen su autoestima dañada, se minusvaloran, se sienten poca cosa, creen que ese es su destino, temen estar solas, no se sienten autosuficientes, son dependientes emocional y hasta económicamente, bajo el estigma de que tienen a quien merecen, conformándose y resignándose a su destino aparentemente elegido por la vida, siendo que es elegido por ella misma”, explica la sicóloga Fanny Parrado.

Somos nosotras

La sicóloga y especialista en terapia sistémica Tania Buzzolaro señala que la repetición de relaciones insatisfactorias y el salir de ellas tienen directa relación del control y la madurez emocional.

“Puedo no controlar los sentimientos que surgen con relación a alguna persona que me atrae, pero tenemos la posibilidad de elegir si permitimos o no que esta relación que me desvaloriza siga lastimándome y haciéndome sufrir”, añade.

Cuando la mujer encuentra en medio de su camino una persona que le haga ver que este tipo de relaciones no son las indicadas, ésta puede cambiar su actitud y comportamiento frente a esta situación, pero también sucede que algunas lo hacen solo por un tiempo volviendo luego al círculo vicioso.

“Si yo tengo instalado dentro de mi repertorio una conducta que no funciona, me costará mucho deshacerme de ella. No es imposible, pero es difícil. Es un proceso un poco largo”, dice Perrucci.

Para Parrado, el no superar estos traumas y conflictos con el pasado, con la historia personal, habrá mucho resentimiento, sentimientos de culpa e ideas distorsionadas de las relaciones.

“Cuando las frustraciones se repiten en varias relaciones, es el momento de hacer un alto y analizar el mundo interno, porque esta persona está tratando de compensar su falta de amor propio y es necesario aprender a amarse antes de buscar un compañero para compartir, no para ser el motivo de su vida”, dice Buzzolaro.

Ese afán de idealizar

Uno de los problemas constantes que tenemos las mujeres es el de idealizar a la pareja, el de buscar el príncipe azul.

Perrucci cree que es un tema cultural, de la mujer latina porque en otros continentes ya casi no se ve esa idealización.

Buzzolaro ve que este personaje oculta el prototipo de una mujer sumisa y una relación perfecta.

“¿Encontrar a alguien que cumpla con todas nuestras expectativas de felicidad? Creo que hacernos feliz es nuestra responsabilidad, no de otros. La relación debe ser satisfactoria y debe ser construida y esto pasa por ser protagonista y ser realista”, explica la experta.

Hay que avanzar

Las tres especialistas coinciden en que una mujer puede salir adelante de este círculo dañino.

Básicamente lo que uno debe entender es que necesita ayuda, que lo que le está sucediendo no está bien. “El primer paso es la predisposición para cambiar”, aclara Perrucci.

Otro de los pasos que se debe realizar es el de trabajar con la autoestima y seguridad personal, revalidar nuestros talentos y capacidades.

“Aceptar y reconocer la calidad humana que se es, y por lo tanto, merecer alguien que la ame, la respete, la tome como una prioridad en su vida, con quien intercambie afectos, sueños, propósitos y proyectos que les permitan crecer a ambos”, agrega Parrado.

Una relación es buena cuando te permite crecer como persona, en todos los aspectos: individual, profesional y familiar.

Cuando ambos comparten sentimientos y emociones que los hacen caminar como compañeros de vida, con propósitos, metas ideales en común, interactuando en los diferentes espacios sociales, cultivando valores, reforzándose permanentemente el afecto y el compromiso de acompañarse en el proyecto de ser pareja y de ser familia.

Perrucci cuenta que la terapia conductual es excelente para este tipo de comportamientos, aunque cualquier otra terapia también ayuda a llegar al mismo fin. “La línea analítica es un poco más larga, tiene otra forma de trabajar pero todo depende del paciente, cualquiera es buena, igual se llegará al resultado final de que ella deje esas opciones inadecuadas y pueda tener una vida más feliz”, dice.

Finalmente, Buzzolaro recomienda que una mujer solo puede ser amada, si ella se ama y es capaz de hacer elecciones asertivas en función de su felicidad.

“Cuando me valoro y también sé valorar a mi pareja, debo exigir valoración para mí. De lo contrario, vivo en función del otro. Cuando esto no ocurre, la frustración es muy grande y el sufrimiento también”, dice Buzzolaro

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