lunes, 19 de octubre de 2015

Cuestión de mujeres: “Soltera, pero contigo”



Suena a “Contigo a la distancia”. En el amor —dicen— no existe la cursilería; totalmente discutible aunque —dicen también— “contra gustos no hay nada escrito”. A propósito, una carta de la escritora canadiense Isabelle Teissier invita a las solteras a pararse ante el espejo para ver qué les muestra de su relación de pareja. Lo hace desde una polémica óptica femenina y por eso, si bien a todos pica la curiosidad, esto es cuestión de ellas.

Más allá de tus labios, del sol y las estrellas, contigo en la distancia, amada mía, estoy. Cualquier palabra se queda corta al lado de un bolero así. El conflicto se presenta cuando del romanticismo cantado, ideal, se pasa al ¿insoportable? alejamiento hecho realidad...

Quiero que tengas tu vida, para que decidas irte de viaje unas semanas por puro capricho. Para que me dejes aquí, sola y aburrida, deseando que salte tu carita en Facebook diciéndome ‘hola’, escribe Isabelle, de 33 años, en su carta (VER RECUADRO APARTE EN LA PÁG. 13), que comenzó como una limitada versión francocanadiense en el Huffington Post y terminó “viralizándose” (se reprodujo de forma exponencial) en francés, inglés y español.

La autora del texto se dice soltera desde el título, como para tener una primera referencia. Pero, al respecto, Cecilia De Marchi, editora de “El taburete editoras” en Cochabamba, impugna de entrada: “¿en qué aporta o se diferencia el estar soltera pero con él?”.

Cuestión de mujeres
ECOS acudió a tres mujeres activas en las redes sociales y vinculadas a la comunicación en el “mundo real” (si queda algo de esto), para saber qué opinan de la famosa carta viral.

Una de las primeras en provocar a los “amigos” de Facebook por estas latitudes fue Rocío Recalde, comunicadora y ciberactivista, aguijoneada por un titular de periódico: “La carta que se plantea la independencia en la pareja”. Escribió ella en su muro: “Si una relación no es independiente (casada o no), no es una relación sana. La gente que piensa que eso solo se consigue estando soltera, no la tiene clara o no ubica nada de relaciones de pareja. Eso, además de todos los estereotipos machistas que la carta celebra, mientras pretende ser moderna/progre/feminista”.

En sus respuestas para ECOS, complementa: “Desde mi punto de vista el amor de pareja no es pleno si no se piensan como individuos primero y como pareja después. Desde mi experiencia, he podido ver que funcionan mejor las parejas que comparten sus espacios y gustos desde sus individualidades y construyen proyectos en común, sin dejar de ser uno mismo. Por lo tanto una relación dependiente o co-dependiente no es una relación sana. Así que el amor en independencia es lo que algunos buscamos como ideal”.

Nayra Abal se presenta simpáticamente como comunicadora, pasajera usual de las redes sociales, además de opinadora compulsiva e impresentable. Para ella, en esto del amor y la independencia, “debe existir cierto respeto al espacio de cada persona en la pareja. Es común, supongo que por la idea de que somos seres incompletos, pensar que una pareja hace todo o casi todo junta. Cuando lo saludable es mantener actividades propias y algunos espacios de interacción que no involucren necesariamente al otro. ¿Por qué? Para que tu mundo no inicie y termine en tu pareja y de esta forma no comiences a exigirle a tu pareja la responsabilidad de tu propia felicidad”.

Libertad y soltería
“¿Soltería es igual a libertad?”. Según De Marchi, no, con o sin pareja. “Pensar en soltería igual a libertad versus pareja igual a no libertad es ingenuo. La libertad no depende de tener pareja o no”. Según Abal, “eso depende de qué entendemos por libertad y soltería. Por supuesto que tenemos la idea de que podemos hacer muchas cosas solos que no podríamos hacer en pareja pero eso nuevamente otorga cierto control de y en la otra persona. Y se juega mucho con el respeto en este tema, cuando creo que lo más sano es pensar en la reciprocidad y el equilibrio”.

Y, ¿es posible la libertad en el matrimonio? “Siempre tenemos la opción de elegir qué relación queremos. Supongo que si tomamos la decisión de casarnos, esto implica que aceptamos el compromiso que esto supone pero prefiero pensar que eso no te anula como persona y que es parte de la negociación de la pareja los espacios que cada uno va a definir como personales”, dice también Abal.

¿Machista? ¿feminista?
Nueva inquietud: ¿esta, al final, es una carta machista o feminista? Para Abal, “es un lindo ejemplo de machismo encubierto de cierto ‘lenguaje liberal’”. En esto último coincide con ella Recalde: “Intenta ser una carta muy liberal y ‘progre’, mientras defiende estereotipos profundamente arraigados en el machismo”; de acuerdo con su criterio, las palabras de Teissier, tal como lo han señalado algunos medios, no son más que “una serie de consignas machistas y trasnochadas”.

Rocío Recalde confirma su postura indicando que “te quieren vender desde los medios y sus titulares que esto es ‘un nuevo tipo de relación’, el famoso ‘no es complicado’ o el archiconocido ‘fuckbuddy’, cuando el hecho es que una relación independiente, sana y de común acuerdo, más allá de las etiquetas y del estado civil, debería estar garantizada para que sea plena y satisfactoria para ambas partes”.

Incluso va más allá y después de citar un fragmento de una entrevista realizada a la autora canadiense [«En el texto le doy la vuelta al modelo tradicional de pareja (...), dos personas que comparten su felicidad juntos y no dos personas que se convierten en una... No creo en las relaciones que implican una fusión»], opina lo siguiente: “Lo que se defiende en la carta no es el derecho de independencia e individualidad de cada miembro de la pareja y menos de la mujer.

Es un ‘estoy a tus órdenes, búscame cuando quieras’. Se defiende un arquetipo de mujer profundamente machista y lo peor, se celebra como liberal y feminista y ‘progre’”.

Fidelidad y libertad
Teissier plantea una forma de relación de pareja basada en la compañía pero sin la ¿típica? exigencia de fidelidad, sin demasiado compromiso. Ella parece encarnar el furor de lo que se conoce como “relaciones abiertas” o permisivas.

Nayra Abal opina que esta “es una época interesante para las relaciones, sobre todo pensando que estudios científicos te hablan cada vez más de la incapacidad de los seres humanos para ser monógamos… Esto es un tema de dos: si deseas una relación abierta o muy plural pero no se lo dices a la persona con la que estás, simplemente estás engañando. Mi idea sobre fidelidad está basada en la honestidad. Por lo mismo me parece que si no estás dispuesto a tener una relación monógama, lo lógico es que no te comprometas a una. Lo más importante, creo, es la honestidad con uno mismo”.

Según Cecilia De Marchi, “la carta muestra a una mujer que disfruta de relaciones posesivas, donde cada uno busca continuamente demostrar que tiene cierto poder y control sobre el otro. Propone una relación controladora de ida y vuelta, y continua. Ella no solo quiere controlar a su pareja, quiere también que su pareja la controle a ella. Me hace pensar en la relación al estilo Sartre-De Beauvoir: 'Llámame cuando bebas y quédate en mi regazo para que te cure la resaca'”.

¿Un nuevo planteamiento?
¿Se trata de un nuevo planteamiento en la manera de vincularse dentro de la pareja?

“No veo nada que muestre una nueva forma de relación con una misma y con el otro en ese texto”, dice De Marchi.

Recalde insiste: “Me gustaría pensar que la única forma de llevar adelante relaciones sanas, independientemente del estado civil, es siendo uno mismo en libertad e igualdad de derechos, condiciones y compromisos. Pactados y acordados mutuamente. Para eso no se necesita estar soltero, y el que piensa que ese tipo de relación se logra solo en la soltería, no entiende nada de las relaciones de pareja”.

Abal, por último, reflexiona: “Es un ejercicio muy complejo para intentar entender que la otra persona no es parte de tus posesiones y, como esta idea es tan distinta a lo que nos impone la sociedad, es posible que no sea sencilla de entender en muchos sentidos (…)”.

Y más adelante, cierra así: “La relación que vemos en la carta es permisiva y me parece que es una de las relaciones menos saludables que puede haber. Creo que sería tonto pensar que puedo hablar en nombre de las mujeres; puedo hablar en mi nombre y, en este sentido, defiendo la posibilidad que tengo de tener relaciones serias y con compromiso tanto como relaciones superficiales y mucho más prácticas. Es posible que de acuerdo a cierto desencanto por las relaciones sea más sencillo pensar en relaciones abiertas y flexibles. En este caso, lo importante será estar feliz con la decisión tomada”.

El final
El bolero pareciera confirmar la paradoja del amor en cierto modo posesivo (no existe un momento del día en que pueda alejarme de ti) versus la contradictoria —y moderna— postura de Teissier (“soltera, pero contigo”, algo así como “sé libre pero quiero que no te alejes de mí”).

Entrelíneas, bajo la apariencia de la complicidad se advierte un sometimiento adrede de la mujer a un hombre supuestamente ávido de libertad (Quiero que sigas teniendo el deseo de tontear con otras chicas pero que me busques a mí para terminar la noche juntos...).

Pero, a la vez, esa misma mujer reclama sutilmente su propia libertad, acomodándose en una posición igualitaria respecto al hombre (No quiero que siempre me invites a tus panoramas, y no quiero invitarte siempre a las míos. Así, al día siguiente puedo contarte cómo fue la noche y tú puedes contarme la tuya).

Todo, sin un futuro cierto, sin nada que implique compromiso a largo plazo como pareja, por lo que sobrevuela en la carta un dejo de pesimismo; más o menos como: “hoy te tengo, estás conmigo, pero mañana no sabemos”. Así, se confirmaría la lógica —también extendida hoy en día— de “vivamos el presente”.

Igual, ese 'no compromiso' resulta engañoso, porque en teoría la mujer otorga al hombre una libertad que en la práctica se traduce en control.
¿Y el final? Abierto, como este mismo, a las interpretaciones de las directas involucradas —las mujeres, especialmente las solteras— y de los convidados de piedra en esta historia de amor.

Entrelíneas, bajo la apariencia de la complicidad se advierte un sometimiento adrede de la mujer a un hombre supuestamente ávido de libertad... Pero, a la vez, esa misma mujer reclama sutilmente su propia libertad, acomodándose en una posición igualitaria respecto al hombre.

La carta viral: Quiero estar soltera contigo
Isabelle Teissier (escritora canadiense, 33 años)

Quiero que vayas a tomarte una cerveza con tus amigos, para que al día siguiente tengas resaca y me pidas que vaya a verte porque tienes ganas de tenerme entre tus brazos y que nos acurruquemos. Quiero que hablemos en la cama por la mañana de todo tipo de cosas, pero algunas veces por la tarde; quiero que cada uno haga lo que quiera durante el día.
Quiero que me hables sobre las noches que sales con tus amigos. Que me digas que había una chica en el bar que te hacía ojitos. Quiero que me mandes mensajes cuando estés borracho con tus amigos para que me digas chorradas, solo para que puedas estar seguro de que yo también estoy pensando en ti.
Quiero que nos riamos mientras hacemos el amor. Que empecemos a reírnos porque estamos probando cosas nuevas y no tienen sentido. Quiero que estemos con nuestros amigos, para que me tomes de la mano y me lleves a otra habitación porque ya no puedes aguantarte más y tienes ganas de hacerme el amor ahí mismo. Quiero intentar permanecer en silencio porque hay gente y nos pueden oír.
Quiero comer contigo, que me hagas hablar sobre mí misma y que tú hables sobre ti. Quiero que discutamos sobre cuál es mejor, la costa norte o la costa sur, el barrio occidental o el oriental. Quiero imaginar el departamento de nuestros sueños, aún sabiendo que probablemente nunca vivamos juntos. Quiero que me cuentes tus planes, esos que no tienen ni pies ni cabeza. Quiero sorprenderme diciendo: “Toma tu pasaporte, que nos vamos”.
Quiero tener miedo contigo. Hacer cosas que no haría con nadie más, porque contigo me siento segura. Volver a casa muy borracha después de una buena noche con amigos. Para que me tomes la cara, me beses, me uses como tu cojín y me abraces muy fuerte por la noche.
Quiero que tengas tu vida, para que decidas irte de viaje unas semanas por puro capricho. Para que me dejes aquí, sola y aburrida, deseando que salte tu carita en Facebook diciéndome “hola”.
No quiero que siempre me invites a tus panoramas, y no quiero invitarte siempre a las míos. Así, al día siguiente puedo contarte cómo fue la noche y tú puedes contarme la tuya.
Quiero algo que sea simple y, a la vez, complicado. Algo que haga que, a menudo, me haga preguntas a mí misma, pero que, en el momento que esté contigo en la misma habitación, desaparezcan todas las dudas. Quiero que pienses que soy guapa, que estés orgulloso de decir que estamos juntos.
Quiero que me digas te quiero y, sobre todo, poder decírtelo yo a ti. Quiero que me dejes andar por delante de ti para que puedas ver cómo se mueven mis caderas de lado a lado. Para que me dejes arañar las ventanas de mi coche en invierno porque mis caderas se contonean y eso te hace sonreír.
Quiero hacer planes sin saber si al final los realizaremos. Estar en una relación clara. Quiero ser esa amiga con la que adoras estar. Quiero que sigas teniendo el deseo de tontear con otras chicas pero que me busques a mí para terminar la noche juntos. Porque quiero ir contigo a casa.
Quiero ser esa a la que le haces el amor y después te quedas dormido. La que te deja en paz cuando estás trabajando y a la que le encanta cuando te pierdes en tu mundo de música. Quiero tener vida de soltera contigo. Porque nuestra vida de pareja sería igual que nuestras vidas de solteros de ahora, pero juntos.
Un día, te encontraré.

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