jueves, 6 de octubre de 2016

Sexo express por 20 bolivianos en baños públicos de la ciudad

Tras una simple puerta, a pocos metros de la calle, se divide un ambiente en dos. Uno es para el baño de damas y el otro, para varones.

El olor fétido golpea la nariz al entrar. Es una mezcla de desechos humanos, cigarro, yerba, esencias aromáticas, gasolina y thinner.

En el sanitario para hombres hay 10 espacios dispuestos a manera de cubículos, más cuatro lavamanos, cuatro espejos y cinco urinarios. Del techo de calamina cuelgan cinco focos de neón, pero solo funcionan tres. Las paredes son blancas. Algunas recién pintadas, que evacúan olor a gasolina. Las divisiones y las puertas individuales son de melamina o cartón prensado.

En este baño de la avenida Aroma en Cochabamba, llama la atención unos hoyos (ver foto) que duermen en las frágiles paredes que dividen los diferentes cubículos. En otros países los llaman "glory hole" (agujeros gloriosos), usualmente vistos en los retretes de baños públicos o en videocabinas. Estos orificios sirven para que un hombre introduzca su miembro viril a través del agujero para recibir (dar) sexo oral o practicar sexo anal a la par que mantiene un cierto grado de anonimato. Aunque es una práctica originaria de la comunidad gay, ha sido adoptada igualmente por heterosexuales.

A este baño acuden, usando ingenio, astucia y redes sociales, trabajadores sexuales que ofrecen sexo express por 20 bolivianos y le dan uso práctico y productivo económicamente a ese hoyo.

Para hacer más rentable el oficio que escogieron y generar recursos económicos, usan cuanto medio les permita promocionar su actividad. Un café internet, en plena avenida Ayacucho, sirve también como lugar de encuentro y epicentro para programar citas “calientes”. Aquí se comunican, entre otras cosas, si hay algún retrete nuevo donde acudir para dar rienda suelta al placer carnal. Ese miércoles que acudió OPINIÓN a este baño, una pareja de dos varones pasó, simultáneamente, a dos cubículos separados con melamina y conectados por el “hoyito” del tamaño que permitía el “ir y venir” del miembro viril masculino. Pasó lo que tenía que pasar y a los pocos minutos cada uno salió por su lado, se lavó las manos y se fue hacia la puerta principal. De ahí... nadie sabe.

Por lo general, ese servicio dura entre cinco y diez minutos. Quienes prestan esta atención, básicamente, son jóvenes, algunos son gays. En otros casos y por la apariencia y las mochilas que cargan, se puede deducir que son colegiales que no pasan de los 18 años.

Tras observar esta actividad, OPINIÓN fue en busca de especialistas para conocer si tenían alguna explicación al respecto y el médico Wálter Flores, que atiende a personas con VIH-SIDA en el programa del mismo nombre en el Servicio Departamental de Salud (SEDES), le contó a este medio, sin precisar datos, que hay muchos colegiales con enfermedades venéreas. “Suponemos que practican sexo sin usar preservativos”. Sin embargo, todavía está analizando las causas de la incidencia y, por ello, su institución asiste frecuentemente a centros educativos para pedir que los jóvenes se cuiden y usen condón cuando tengan relaciones sexuales, sobre todo, si lo hacen con desconocidos.

Hay información -dijo- de jóvenes que contrajeron enfermedades de contacto que son asintomáticas y que a simple vista no se perciben. “Pueden portar una infección sin darse cuenta como la clamidia o hepatitis B”.

AFLUENCIA DE GENTE

Afuera de los cubículos, la circulación de personas es continua. Los que asisten a este sanitario saben a lo que van. Solo algunos distraídos hacen lo que tienen que hacer y continúan su rumbo, como el policía Choque que usó el baño y no se dio cuenta de lo que sucedía ahí adentro.

Los que ejercen prostitución masculina en este ambiente, principalmente, para gays y algunos heterosexuales, se paran frente a uno de los cuatro espejos. Se lavan las manos con agua y jabón una y otra vez. Se peinan. Se vuelven a peinar. Se cambian de lavabo y de espejo continuamente. Parece una estrategia o un código. Hacen hora y usan, febrilmente, el celular. Mantienen conversación ininterrumpida hasta que cierran el trato, principalmente, vía WhatsApp. Parece un rito de quienes están en busca de dar y recibir placer.

En estos servicios higiénicos, las miradas, de pocos amigos, y ademanes de estos muchachos hacia cualquier extraño son evidentes. Eso le sucedió a este medio cuando estuvo presente en el lugar en dos oportunidades, miércoles y sábado, los días de mayor afluencia.

En ese centro, la señora de aseo -cada diez minutos- entraba con gomas y trapos para mantener limpio el piso. También llenaba los tachos (recipientes) con agua.

En una de las paredes de ese baño hay un afiche que insta a usar condón para evitar Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) como el VIH SIDA. Es la advertencia de una Organización No Gubernamental (ONG) (Mesa de Trabajo Nacional), que promueve el uso del preservativo para evitar las ITS. Muy cerca y en ese mismo muro, otro letrero es más tajante (ver foto): “Que por corrupción de menores de edad serán aprehendidas las personas que sean descubiertas... Sr. usuario denuncie a la Policía”.

Ya en la puerta de salida, durante buena parte de la puesta del sol, ese miércoles, entre las 18:00 y 19:30 horas, siete jovenzuelos, que no pasaban de los 16 años, permanecían parados a manera de hacer guardia en el lugar. Todos vestían con gorra y jeans, llevaban aretes en las orejas y cargaban mochilas. Los tatuajes les delataban. Su actitud era de apronte… ante una eventual amenaza.

POCO CONOCIDO

Ni la Policía ni la Intendencia Municipal ni el SEDES están al tanto, al menos dicen que no han escuchado al respecto, porque los protagonistas de esta actividad no son tan visibles; trabajan camuflados, usan códigos, redes sociales, aplicaciones tecnológicas nuevas y mensajes de “boca a oído”.

Esto que está ocurriendo en la Llajta solo podría haberse visto en alguna escena “caliente” de una película tres equis. Pero no. Está pasando en ambientes públicos y céntricos de esta ciudad.

La intendenta Luz Rojas le dijo a OPINIÓN, en una corta comunicación, que no tiene conocimiento sobre la prostitución masculina.

El responsable departamental de ITS VIH SIDA del SEDES, Cristián Gómez Dávila, fue más cauto: “Recién estamos levantando información al respecto y no tenemos personal suficiente”.

Antes de ser relevado de su cargo, el director de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), Cnl. Freddy Fernández, fue tajante con este medio y le dijo: “Nosotros atendemos delitos y la prostitución no es un delito, por eso no se atiende”. Y sobre el sexo express masculino, la respuesta fue aún más contundente: “No tenemos esa información nosotros, tampoco existe denuncia alguna”.

Al respecto, expertos, como Freddy Zambrana y Wálter Flores, consideran que la prostitución masculina es poco visible y se camufla para no sufrir represalias por el machismo de la sociedad (ver página 8E).

NO HAY LEY

Así están las cosas. Pues todavía no hay una norma legal que regule el trabajo sexual en el país. Solo se presentó en julio de 2014 un proyecto de Ley de Regulación del Trabajo Sexual en Bolivia, el mismo que está en tratamiento en el Comité de Presupuesto, Política Tributaria y Contraloría, según información que le proporcionaron a la diputada Jimena Costas (ver página 6E).

EL BARRIO CHINO

El reloj marcaba las 14:14 horas del sábado 10 de septiembre y OPINIÓN se trasladó al Barrio Chino, donde también hay baños que llaman la atención. En esta zona, donde es un secreto a voces que se venden cosas robadas, el baño lucía más viejo y descuidado que en la Aroma. La desconfianza de los habituales usuarios era más evidente con gente “extraña”.

Este servicio tiene cuatro urinarios, dos espejos y dos lavamanos. Las paredes están plagadas de afiches que piden usar condón en las relaciones sexuales. Aquí hay 14 cubículos que también están divididos por melamina o cartón prensado. A diferencia de lo que pasa en el baño de la Aroma, estas divisiones están forradas con aluminio, para evitar los huecos.

Pero las ofertas sexuales que pintan en las paredes son más explícitas y variadas. Hay anuncios con números telefónicos y las diversas formas de dar placer. “Me gusta chupar...”.“Soy pasivo”... “soy osito... “Ofrezco la lluvia de oro...”

Los muros del exterior de los cubículos son blancos y se observa el continuo ingreso de jóvenes. El techo está hecho de calaminas viejas y desvencijadas. Los focos de neón no funcionan bien. Hay cables sueltos colgando. En estos ambientes el celular es clave. Es una herramienta de trabajo que sirve para camuflar esta actividad, pero es preciso para conectar (clientes) y mandar mensajes directos. Hacen saber si es “activo” o “pasivo” o si se puede encontrar sexo “HSH”.

Pues, en el lenguaje de la comunidad Lésbica, Gay Trans y Bisexual (LGTB), “activo” es quien penetra, “pasivo” el penetrado y “versátil” es múltiple.

UN RETRETE MÁS

A pocos metros de este baño, cerca al corazón del Barrio Chino, aledaño a La Pampa, donde el comercio siempre está en auge, hay otro baño. Aquí las paredes perdieron su color original. No se distingue si son blancas o cafés. El olor se confunde con excretas humanas, verdura podrida, chicha y cerveza derramadas y uno que otro despojo humano de algún parroquiano que pasó la noche bebiendo. Los anuncios en las pequeñas paredes guardan relación con los anteriores baños visitados por este diario.

Los cubículos son más estrechos y apenas hay espacio en los marcos de las puertas para poner “avisos calientes” de sexo express. Las paredes no pasan de 1.70 metros de altura.

El olor fétido aumenta en estos sitios por la escasez de agua que estos días está viviendo la Llajta.



INTERNET, PUNTO

DE ENCUENTRO

En este ambiente de comercio sexual masculino, el ingrediente principal es el ingenio y saber “camuflarse”.

Por ejemplo, los hombres que ofrecen servicios sexuales a hombres, conocido como Hombres que tienen Sexo con Hombres (HSH), según definición aceptada por las Naciones Unidas (NNUU) y gays que ofrecen servicios a hombres heterosexuales (que todavía no salieron del clóset) y también a otros gays, usan, principalmente, las redes sociales como facebook y aplicaciones específicas como Grindr, Manhunt, Badoo, Tinder, Orkut, entre otros.

En el trayecto de la avenida Ayacucho, hay un internet “marcado” (por ellos) para este fin. Se volvió uno de los puntos de encuentro para contactos y, a veces, cerrar “negocio”.

En este establecimiento, hay 12 cubículos y dos puntos de llamada. La disposición de las máquinas está adecuada para que, quienes pasen por la acera del lugar, nunca se den cuenta de lo que los ocasionales internautas están mirando.

El “conecte” se realiza casi inmediatamente porque los que asisten a este internet conocen a lo que van. El administrador del local no presta las máquinas, así por así, a cualquier persona. “Está en mantenimiento este monitor”, advierte cuando no quiere alquilar el computador a “gente extraña”.

Una vez que se ha “pescado” al ocasional cliente, el trabajador sexual y quien demanda el servicio se salen del internet en pareja.

Cuando OPINIÓN estuvo presente en el lugar observó que se “formaron” dos parejas de gays que salieron con rumbo desconocido.

Estas, por lo general, usan alojamientos de la avenida Aroma para consumar el acto carnal y si tienen auto se van a un “automotel”, en los suburbios de la ciudad.

Algunas ocasiones optan por un alojamiento o residencial. Sobre la avenida Ayacucho, hacia el norte, hay uno muy típico que atiende, por hora, a parejas del mismo sexo, principalmente varones.

En ese residencial, entre las 19:00 y 20:00 horas, las parejas iban llegando. Los que parecían responsables (un hombre y una mujer) del establecimiento, cada 10 minutos, salían a la acera a manera de verificar que todo estaba tranquilo en los alrededores.

Este medio constató la constante afluencia de varones a ese lugar. Siempre de la mano de una buena dosis de discresión, porque esta actividad todavía es un tabú en nuestra sociedad, como describe Freddy Zambrana, psicólogo que trabaja 19 años en el programa VIH. Él dice categórico: “Vivimos en una sociedad ambivalente. A veces permitimos estas cosas y otras la condenamos vehementemente”.

Códigos

Las actitudes, las miradas, los gestos, los ruidos, todo cuenta en los baños donde se practica el sexo express por 20 bolivianos.

Mensajes

En algunos cubículos, los mensajes son explícito y anuncian números telefónicos reales para atraer clientes.

0 Control

No hay un control ni registros sanitarios sobre la cantidad de enfermedades de transmisión sexual que se contraen en estos centros, según reconoció el Servicio Departamental de Salud.

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