jueves, 20 de abril de 2017

La diferencia de edad se acorta con madurez



40 y 20 es el amor lo que importa y no lo que diga la gente’, cuenta la canción del mexicano José José y con la misma premisa la psicóloga Lizette Gallegos y el psicólogo Roberto Peña, ambos terapeutas familiares, exponen que las relaciones intergeneracionales —es decir entre personas con marcadas diferencias de edad— pueden ser exitosas y llenas de felicidad, pero para ello lo primero es “destronar los prejuicios”.

“Deben borrarse las ideas de ‘el o la joven casafortunas’ y la del ‘viejo rabo verde’ o ‘la asaltacunas’ porque así la sociedad ejerce prejuicios sobre amores con diferencias generacionales, lo que además puede llevar a una pareja a contaminarse con esos criterios, resultando la crónica de un fracaso rotundo”, advierte Peña.

La sociedad suele etiquetar estas relaciones como casuales o de interés económico o posición social. “Lo importante es tener en claro en qué se basa la unión para fortalecer los puntos de encuentro y saber manejar los desencuentros así como la opinión de la gente, que es ajena a la relación”, dice Gallegos.

Entonces, cuando dos adultos apuestan por ser pareja, deben estar seguros de que la otra persona corresponde el sentimiento y debe conocer qué intenciones y proyecciones de vida tiene. Para Peña, si hay dudas sobre el otro la relación ya comienza mal y como se sabe, “lo que mal comienza mal acaba”.

Un desafío para quienes se enamoran de alguien mucho mayor o mucho menor es lograr que no exista conflicto de intereses. “Muchas veces la edad es la que determina los gustos, por ejemplo. Las personas más jóvenes tienden a salir y a las fiestas, y las mayores, al reposo. Aquí puede haber un problema, pero todo se resuelve cuando hay voluntad de ambas partes y se cede”, dice el terapeuta de pareja.

Por su parte, Peña indica que la edad no determina los intereses. “La personalidad no se marca únicamente por la edad o generación. Hay jóvenes que prefieren una vida sana, más reposada y personas mayores que están más desatadas. Una mujer de 30 años y un hombre de 50 pueden tener gustos similares sin importar las décadas que los separan. Por ejemplo, ambos pueden disfrutar del cine, de un paseo o de fiestas y de una vida social activa”. Pero, si las personalidades son diferentes se pueden hallar puntos de encuentro. Ambos especialistas coinciden en que si hay un sentimiento fuerte cualquier dificultad se resuelve. “Todo es voluntad, si hay una construcción sólida como pareja habrá la confianza para que cada quien realice sus actividades y así nadie se frustre ni se sienta en la obligación de participar en lo que no le agrada”, comenta Peña.

Espere…

Lo que no se debe postergar o dejar de lado es compartir, principalmente en lo que les gusta a ambos, en aquello que es común, así se alimenta la relación.Entre las ventajas de este tipo de relaciones, Gallegos señala los complementos. “La persona mayor puede encontrar en la relación con alguien más joven aventura, energía, sueños, esperanzas; la alegría propia de la juventud y fortalecer su autoestima. Para la más joven puede significar la apertura a horizontes intelectuales, culturales, sociales, laborales nuevos en su vida”. Lo que sí es cierto es que para el éxito de estas relaciones se necesita madurez, compromiso y flexibilidad, una mente abierta.

Los más común en estos vínculos —según la experiencia de Peña en las terapias de parejas de este tipo— es que pese a los estilos de vida y preferencias similares, la generación marca la percepción sobre el mundo de cada uno. “Va más allá de lo que gusta o no, es lo que lleva una generación porque cada uno responde a un tiempo y una época. Si uno de los integrantes se crió en un ambiente conservador actuará así, mientras si la otra parte creció con menos presión será más resuelta. Esto se aplica a la religión, afinidad política e interacción con otros”.

Otro aspecto a considerar es lo fisiológico, ya que el tiempo no pasa en vano y el envejecimiento es inevitable. “La sexualidad está ligada a lo fisiológico y al desempeño sexual y la reproducción, si se quiere tener hijos, se verán afectadas”.

Quede claro que con voluntad y amor todo se puede, así sea 40 y 20 o 30 y 50 o más o menos, el amor no tiene edad ni tampoco la madurez para asumir una relación.

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