El estrés produce cambios químicos y neurológicos. En general, estas modificaciones duran minutos hasta que la persona resuelva la situación. Sin embargo, si se prolonga estamos en presencia de una adaptación del organismo llamada "disestrés", que puede provocar un agotamiento orgánico e intelectual, con pérdida de energía.
Hoy en día casi todas las personas sufren un mayor o menor grado de disestrés y no lo saben, por eso, cuando aparecen trastornos sexuales, buscan solamente solucionar el síntoma sexual. Obviamente, esa no es la solución sino realizar un tratamiento psicosexológico y conductual que facilite cambios de actitud para que la función se restablezca. Los síntomas pueden ser muy variados: ausencia de libido, falla ocasional de orgasmos, falla de erecciones, pérdida del control eyaculatorio, ausencia de lubricación femenina y ausencia de respuesta excitatoria femenina.
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