En los últimos años la oposición al chupete es cada vez menor. En las sociedades primitivas, no existía el chupete, lo cual viene a probar que no tiene razón de ser. El niño toma el pecho cuando lo necesita: mama cuando tiene hambre y chupa cuando le apetece. Para responder a esta necesidad natural del niño, las sociedades modernas crearon sucedáneos, es decir, el biberón para comer y el chupete para chupar. Por regla general, un niño chupa el dedo o el chupete pero raramente chupa los dos a la vez. Es a finales del siglo XIX cuando este hábito de chupar el pulgar comienza a ser considerado como algo sucio y perjudicial. Se le reprochaba, entre otras cosas, ser causante de escoliosis, andenoiditis, caries, meteorismo abdominal. Hoy en día, el chupete sigue siendo objeto de controversia. Por ello, el pediatra que lo aconseja recibe a menudo miradas escépticas y de sorpresa. A pesar de ello, es habitual que, en la siguiente visita, el bebé llegue con el chupete en la boca su sorpresa.
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