Al formar una pareja y una familia, creamos una empresa juntos, que -paradójicamente- termina por “matar” el amor que le dio origen. ¿Cómo? Nuestros recursos son limitados: tenemos energía, herramientas y pensamientos que en algún momento se agotan, y si a esos recursos los ocupamos solamente en trabajo, amistades, cursos, series en Netflix y estudio, es obvio que no te va a quedar mucho tiempo para la pareja. Si no te sientes enamorada o atraída hacia tu pareja, puede que sea porque tienes tus recursos y tu energía ocupados en otras cosas. ¿Qué pasaría si esa horita que le dedicas a la serie del momento se la dedicaras algunos días a charlar con él, a salir a ver juntos el cielo o a dar una vuelta antes de acostarse?
PORQUE LO DISTE (DEMASIADO) POR SENTADO
A medida que la pareja se va consolidando, en paralelo se va debilitando. Bajo la falsa creencia de que el amor permanece, pase lo que pase, hagamos lo que hagamos, empezamos a descuidar al otro. Hay falta de iniciativa en el amor -que pareciera lo más estable- en pos de los pendientes disfrazados de “urgencias” que surgen a diario. Es habitual en los seres humanos: cuando tenemos algo asegurado, nos aburre. Sentimos que nada tiene para decirnos y creemos que cualquier otra cosa es más importante.
PORQUE HAY FALTA DE RECONOCIMIENTO
En muchos casos, lo que produce fisuras en las relaciones es la carencia de admiración que aparece con los años. Lo que nos parecía brillante y nuevo, hoy se volvió un commodity, algo que tenemos en casa y que “así debe ser”. Entramos en un modo automático, dejamos de escuchar lo que nuestra pareja tiene para decirnos, lo que siente, lo que puede dar, y eso nos aleja del cariño y también del erotismo.
7 CLAVES PARA RECONECTARSE
1) Resístete a ocupaciones intrascendentes: cuestiona conscientemente lo que hasta ahora consideraste “urgencias”. No todos los mensajes de WhatsApp son importantes, tampoco eres tan adicta a una serie como para no dejar de verla por un par de noches; no es tan importante dejar la casa ordenada (puedes amanecer un día con los platos sucios y no va a cambiar el mundo), y puedes faltar un día a Pilates.
2) Pon la pareja en agenda: casi todo en nuestras rutinas está programado. No luches contra eso y súmale a tu calendario los encuentros con tu pareja. Ponerlos en agenda no te dará la magia, pero sí las condiciones para que lo lindo suceda. En ese espacio, deja que lo espontáneo fluya.
3) No des todo por sentado: no pienses que tu pareja estará por siempre a tu lado. Trabaja a diario para evitar sorprenderte con un final no tan feliz, dejando de lado la suposición de que nada cambia con el tiempo.
4) Dialoga con acciones: haz crecer lo positivo donde hay algo negativo, pero no con palabras, sino con acciones. Por ejemplo, piensa en él cuando tomas una decisión, y en las situaciones más simples, como cuando te dan ganas de cocinar algo para disfrutar juntos (¿ese plato tiene lo que más le gusta comer?).
5) Genera encuentros de calidad: dales valor a situaciones como el cafecito que se toman después de cenar, el ratito que están solos cuando los chicos se van a dormir o ese desayuno en el que coinciden una vez por semana. Sal de la comunicación de rutina, donde cada uno va dando datos del tipo “hoy hice esto, charlé con tal”, y entra en diálogos más profundos en los que se abra el juego para saber realmente cómo se está sintiendo el otro.
6) Frena la crítica: el amor y la evaluación no son compatibles. Amar es registrar sin pensar, es un estado de contacto aceptador de algo lindo. Si siempre estás atrás de sus fallas, de su desorden, de sus pequeñas obsesiones..., ¿cómo vas a poder conectarte con lo que sí tiene y no estás mirando? ¿Cómo aprender a recibir? El sentido del humor es la herramienta número uno para aceptar las imperfecciones, las diferencias y esos detalles de la convivencia que te enervan tanto.
7) Produce momentos de felicidad: es tarea de ambos producir momentos felices, y ellos mismos se van a ir retroalimentando y reproduciendo con el paso del tiempo. No es tan complicado “robarle” un rato feliz al día: hagan una lista de las cosas que disfrutan hacer juntos. Puede ser lo que quieran: leer, bailar, besarse, ducharse juntos, correr, viajar, ver pelis, hacerse masajes, cocinar.
QUE EL CUERPO TAMBIÉN SE ENCUENTRE
El sexo pasa a ser “una cosa más” de la pareja, y a veces hasta se termina esquivando. Suele pasar que las responsabilidades superan el juego, la pareja queda agobiada y alejada y el vínculo pierde toda pasión. Ahí parece difícil volver a mirar al otro con deseo, pero hay opciones.
Una es la aceptación: que el sexo se espacie no quiere decir que baje la calidad. Puede que siempre haya niños en tu cama o que las obligaciones los mantenga ocupados, entonces se espacian los encuentros, pero están conformes con eso porque cuando se encuentran la pasan súper bien. Otra opción, si no están conformes con la vida sexual actual, es buscar formas de recuperar el deseo, ya sea con una pequeña escapada solos, con una noche afuera de casa o bien haciendo resurgir el cortejo a partir del miedo a perder al otro y de encontrar nuevamente valor en él.
Consejos para las parejas, como actuar en infidelidad, noviazgo y mucho amor
martes, 27 de febrero de 2018
domingo, 18 de febrero de 2018
jueves, 8 de febrero de 2018
miércoles, 7 de febrero de 2018
sábado, 3 de febrero de 2018
Lo dejé ir, ahora me arrepiento
En el momento creíamos que cortar esa relación era una decisión más que acertada, pero con el paso del tiempo, esa seguridad empezó a tambalear abriendo paso a un mar de dudas que terminó desembocando en querer volver con esa persona que con tanta determinación habíamos dejado. Hasta acá nada raro, sabemos que a todos nos puede pasar, pero la situación se complica cuando nos damos cuenta que mientras nosotros ilusionados pensamos en volver, el otro no sólo ya rehízo su vida, sino que nos dejó bien claro que no tenía ninguna intención de regresar el tiempo.
Se podría decir que frente a un panorama así, cualquiera optaría por seguir adelante y empezar algo nuevo, pero no siempre es tan simple, porque al mismo tiempo que queremos darle un cierre a esa historia, nos aparece un arrepentimiento tan grande que termina llenándonos de infinitos reproches personales. Este es un punto importante, en el que sin lugar a dudas, la idealización juega un papel principal, porque todos los defectos que nos habían llevado a cortar la relación, de repente, se minimizan, y lo bueno se amplifica a tal punto que comienza a bloquear nuestra visión, dejándonos atrapados en la idea de que somos culpables de haber arruinado esa historia de amor que ya no va a poder ser.
Quedar instalados en los reproches, nos coloca no sólo en una situación de angustia, sino que nos vuelve inactivos, porque como sabemos, nadie puede avanzar queriendo caminar hacia atrás, y mientras nos damos cuenta que no nos queda más que la aceptación, igual repasamos minuciosamente nuestra historia con la otra persona, luchando para evitar que se convierta en recuerdo. Vivir en un presente que se alimenta de pasado, es un círculo difícil de romper, por eso necesitamos poder corrernos de los lugares que nos atan a la culpa y que limitan nuestra objetividad sobre las cosas.
Las historias de amor no se gestan por el deseo de uno, siempre un vínculo profundo se construye en base a dos personas que se eligen. No importa quién tomó la decisión inicial de cortar la relación, o si las cosas podrían haber sido diferentes. Siempre nuestro margen de referencia es “hoy”, intentar cambiar lo que pasó es tan en vano como intentar un futuro con alguien que no tiene ninguna intención de tenerlo con nosotros. Frente a esta situación, no debemos aferrarnos a la idea de arrepentimiento, porque si no nuestro enojo personal nos va a afectar en nuestras decisiones futuras.
¿CÓMO NO QUEDAR ATRAPADOS EN EL ARREPENTIMIENTO?
No centrarnos en lo que pudo haber sido. Lo que no sucedió no existe, es imposible de analizar, y está sujeto a infinitas variables. Vivir gastando energía pensando en esta situación, no sólo nos generará cada vez más angustia, sino que nos va a llenar de cuestionamientos y dudas que ya no tienen sentido sostener.
Aceptar la decisión del otro. No debemos tomar el “no” por parte de la otra persona como muestra de un error de una decisión que tomamos nosotros, sino como un trampolín que nos haga saltar hacia otra historia, como una confirmación de que lo que vivimos juntos terminó y que ya es tiempo de mirar hacia adelante.
No aferrarse al sentimiento de culpa. Amigarnos con nuestras decisiones, es lo que de a poco destierra todo tipo de reproches personales. Cuanto más estemos enojados con nosotros mismos, mas tardaremos en poder iniciar una nueva historia.
Aprender a cerrar. A veces no es la relación en si lo que extrañamos, si no que nos resulta difícil elaborar un final. Ante la primera inseguridad que vivimos en el plano afectivo, queremos volver a lo anterior que nos hacía sentir cómodos. Necesitamos ser conscientes de esto para no intentar buscar nuestra confianza personal por medio de ningún vínculo, sino encontrarla en nosotros mismos.
Arrepentirnos de una decisión, no es una situación simple de transitar, y mucho menos en lo que tiene que ver con lo emocional. Creer que las cosas serían mejor, si nosotros hubiéramos tomado otras decisiones, es sumarnos una carga imposible de sostener en el tiempo, a la que si nos aferramos, solamente lograremos aumentar nuestra angustia sin aportar ningún tipo de alternativa. La mejor manera de evitar quedar atados a reproches personales, es poder desplegar nuestra perspectiva hacia adelante. Si la otra persona ya nos dejó claro que no se puede reconstruir el vínculo, debemos asimilar el cierre con la seguridad de que la vida se basa en elaborar finales y en lograr ir en busca de nuevos comienzos, porque como se suele decir, a veces solo necesitamos aprender a cerrar una puerta, para dejar lugar a que se nos abra el universo entero.
Se podría decir que frente a un panorama así, cualquiera optaría por seguir adelante y empezar algo nuevo, pero no siempre es tan simple, porque al mismo tiempo que queremos darle un cierre a esa historia, nos aparece un arrepentimiento tan grande que termina llenándonos de infinitos reproches personales. Este es un punto importante, en el que sin lugar a dudas, la idealización juega un papel principal, porque todos los defectos que nos habían llevado a cortar la relación, de repente, se minimizan, y lo bueno se amplifica a tal punto que comienza a bloquear nuestra visión, dejándonos atrapados en la idea de que somos culpables de haber arruinado esa historia de amor que ya no va a poder ser.
Quedar instalados en los reproches, nos coloca no sólo en una situación de angustia, sino que nos vuelve inactivos, porque como sabemos, nadie puede avanzar queriendo caminar hacia atrás, y mientras nos damos cuenta que no nos queda más que la aceptación, igual repasamos minuciosamente nuestra historia con la otra persona, luchando para evitar que se convierta en recuerdo. Vivir en un presente que se alimenta de pasado, es un círculo difícil de romper, por eso necesitamos poder corrernos de los lugares que nos atan a la culpa y que limitan nuestra objetividad sobre las cosas.
Las historias de amor no se gestan por el deseo de uno, siempre un vínculo profundo se construye en base a dos personas que se eligen. No importa quién tomó la decisión inicial de cortar la relación, o si las cosas podrían haber sido diferentes. Siempre nuestro margen de referencia es “hoy”, intentar cambiar lo que pasó es tan en vano como intentar un futuro con alguien que no tiene ninguna intención de tenerlo con nosotros. Frente a esta situación, no debemos aferrarnos a la idea de arrepentimiento, porque si no nuestro enojo personal nos va a afectar en nuestras decisiones futuras.
¿CÓMO NO QUEDAR ATRAPADOS EN EL ARREPENTIMIENTO?
No centrarnos en lo que pudo haber sido. Lo que no sucedió no existe, es imposible de analizar, y está sujeto a infinitas variables. Vivir gastando energía pensando en esta situación, no sólo nos generará cada vez más angustia, sino que nos va a llenar de cuestionamientos y dudas que ya no tienen sentido sostener.
Aceptar la decisión del otro. No debemos tomar el “no” por parte de la otra persona como muestra de un error de una decisión que tomamos nosotros, sino como un trampolín que nos haga saltar hacia otra historia, como una confirmación de que lo que vivimos juntos terminó y que ya es tiempo de mirar hacia adelante.
No aferrarse al sentimiento de culpa. Amigarnos con nuestras decisiones, es lo que de a poco destierra todo tipo de reproches personales. Cuanto más estemos enojados con nosotros mismos, mas tardaremos en poder iniciar una nueva historia.
Aprender a cerrar. A veces no es la relación en si lo que extrañamos, si no que nos resulta difícil elaborar un final. Ante la primera inseguridad que vivimos en el plano afectivo, queremos volver a lo anterior que nos hacía sentir cómodos. Necesitamos ser conscientes de esto para no intentar buscar nuestra confianza personal por medio de ningún vínculo, sino encontrarla en nosotros mismos.
Arrepentirnos de una decisión, no es una situación simple de transitar, y mucho menos en lo que tiene que ver con lo emocional. Creer que las cosas serían mejor, si nosotros hubiéramos tomado otras decisiones, es sumarnos una carga imposible de sostener en el tiempo, a la que si nos aferramos, solamente lograremos aumentar nuestra angustia sin aportar ningún tipo de alternativa. La mejor manera de evitar quedar atados a reproches personales, es poder desplegar nuestra perspectiva hacia adelante. Si la otra persona ya nos dejó claro que no se puede reconstruir el vínculo, debemos asimilar el cierre con la seguridad de que la vida se basa en elaborar finales y en lograr ir en busca de nuevos comienzos, porque como se suele decir, a veces solo necesitamos aprender a cerrar una puerta, para dejar lugar a que se nos abra el universo entero.
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