Consejos para las parejas, como actuar en infidelidad, noviazgo y mucho amor
sábado, 29 de julio de 2017
Las edades del amor
Suele decirse que el amor no tiene edad pero habitualmente causan sorpresa las parejas que se llevan bastantes años, sobre todo cuando la mujer es mayor que el hombre. Ni siquiera los rostros más conocidos escapan de la dictadura de lo socialmente aceptado.
Se conocieron rodando una serie de televisión, se enamoraron y se casaron. Desde entonces han pasado más de 20 años. Él es el actor australiano Hugh Jackman, de 48 años, mundialmente conocido por su papel de Lobezno en las películas X-Men. Ella es Deborra-Lee Furness, actriz, directora y productora, y tiene 61 años.
“Es lo mejor que me ha pasado en la vida. Ella era la protagonista (de la serie) y estaba enamorado de ella. Todo el mundo lo estaba”, contaba Jackman sobre su esposa en el programa de televisión de Ellen DeGeneres.
Otro matrimonio con una notable diferencia de edad es el de Tina Turner y Erwin Bach. La incombustible reina del rock tiene 77 años y su marido, 16 menos. Se casaron en 2013 tras más de un cuarto de siglo de relación y viven en Suiza, en una gran casa a orillas del lago de Zúrich.
Pero actualmente todas las miradas se centran en el nuevo presidente francés, Emmanuel Macron, de 39 años, y en su esposa, Brigitte Trogneux, de 64. La pareja ha sido objeto de todo tipo de bromas, ironías y comentarios de mal gusto. Por ejemplo, el político italiano Silvio Berlusconi dijo que Macron es “un chico brillante que ha tenido la suerte de encontrar una buena madre que lo lleva de la mano”.
Curiosamente, la diferencia de edad entre Macron y su esposa, 24 años, es la misma que existe entre Donald Trump y Melania, pero los inquilinos de la Casa Blanca no han tenido que afrontar tantos comentarios despectivos al respecto como sus homólogos del Elíseo.
En este sentido, la psicóloga Pilar Conde, directora técnica de Clínicas Origen, explica que cuando se transgrede “el estereotipo de la ‘relación adecuada’, en la que el hombre es unos años mayor que la mujer, es cuando comienza la conciencia social mayoritaria a manifestarse críticamente, llegando a veces al insulto”.
El “poder” de las mujeres
Es más, cuando hay una diferencia de edad significativa entre los miembros de una pareja, suele aceptarse con más facilidad si el hombre es mayor pero llama poderosamente la atención cuando el varón es el más joven.
“Esto es muy frecuente en la mayoría de las culturas. Al parecer, en sus orígenes tenía que ver con aspectos biológicos relacionados con las diferencias en la edad fértil de hombres y mujeres. Si bien, en general, siempre se ha valorado la juventud como algo positivo, en la actualidad existe una exigencia exagerada hacia la juventud, sobre todo en la mujer”, señala María José Collado, doctora en psicología.
“Dentro de una sociedad marcadamente machista, conseguir una pareja joven y deseable es un símbolo de poder, mientras que las expresiones de ‘poder’ de las mujeres siguen siendo vistas con recelo en todos los ámbitos cotidianos. De hecho, las relaciones entre mujeres mayores y hombres jóvenes tienden a ocultarse y pocas veces son aceptadas por el entorno social, excepto en casos de mujeres famosas que ya han alcanzado cierto ‘poder’”, apunta la especialista.
La doctora Collado destaca que el factor que más contribuye al éxito de una relación de pareja es la compatibilidad en las ideologías, los intereses, los valores y las expectativas de futuro. “La diferencia de edad supone, en todo caso, que es más probable que haya discordancias en estos aspectos”, aclara.
Si cualquier pareja tiene obstáculos que superar, estos suelen ser un poco más altos si los miembros de la pareja se llevan ciertos años. “Cuando hay diferencias importantes de edad, la mayor fuente de conflictos suele surgir precisamente de la diferencia en los valores y la educación recibida, puesto que han vivido momentos históricos distintos”, subraya Collado.
“Otro aspecto importante que suele hacer que la relación fracase es el tipo de vínculo que se establece. Es decir, cuando el miembro de mayor edad siempre actúa de forma paternalista/maternalista, es probable que la relación no prospere, pues para que una relación sea sana y progrese, debe ser equilibrada”, asegura.
Asimismo, la especialista indica que la sexualidad puede tener un papel importante en las rupturas de estas parejas. “El deseo sexual, las expectativas y la propia actividad sexual pueden generar, especialmente a largo plazo, el fracaso de estas relaciones”, comenta. Por último, la psicóloga destaca la incidencia de los factores relacionados con el entorno social más cercano. “Las relaciones con grandes diferencias de edad no suelen ser bien aceptadas y los miembros de la pareja pueden tener dificultades para evitar conflictos y continuar manteniendo sus relaciones sociales”, manifiesta.
Para superar los problemas que puedan surgir, la psicóloga asegura que es importante que los miembros de la pareja “sean capaces de establecer una relación de poder equilibrada y de ser flexibles en cuanto a los valores, intereses y necesidades del otro”. •
Respeta el espacio personal en la pareja
En las buenas y en las malas”, reza la frase de compromiso de una pareja. Sin embargo, eso de ser uno, de estar juntos y revueltos a toda hora y en todo lugar puede ser lapidario para el amor, porque se pierde la individualidad y hasta se avasalla el espacio ajeno.
En una relación hay algo que no se puede restringir y eso es la independencia y la autonomía del otro, apunta en su portal la sexóloga Silvia Madaghjian. De ahí la importancia de identificar y marcar los límites personales y luego los de pareja.
“Si bien el tener una relación aporta satisfacción emocional, la felicidad debe empezar por uno mismo. Por lo que, para mantener una relación sana, hay que saber equilibrar el tiempo individual y el de pareja”, recomienda la psicóloga Valeria Sabater.
El espacio personal es vital para que subsista la pareja y para un óptimo desarrollo y crecimiento de ambos integrantes, resalta la psicóloga Tatiana Jáuregui. “El vínculo no es la unión de los proyectos y objetivos, es el trabajo mancomunado entre ambos para lograr objetivos, es un acompañamiento”.
Cuando uno se queda a la sombra del otro, ese amor difícilmente llega lejos. Sentimientos de frustración y enojo aparecen y el vínculo se convierte en una “dependencia emocional”, dice la psicóloga Andrea García.
Con ella coincide el psicólogo Juan José Vargas, quien alienta la individualidad necesaria para afrontar situaciones personales, para “luchar las propias batallas”, dice. De lo contrario, “se corre el riesgo de perder individualidad y, por tanto, perder autoestima y hacerse dependientes”.
Si bien atesorar tu espacio es importante para que tu relación se fortalezca, no debes olvidar que también está el espacio del otro y el de ambos, enfatiza Sabater. “Debes dejar que tu pareja tenga sus actividades, amigos y su tiempo individual para que se enriquezca como persona y pueda compartir nuevas experiencias contigo”, indica.
Finalmente, está el espacio de ambos. “El nosotros es el que va a coadyuvar al desarrollo de los dos, el que va a generar lo que es el vínculo de pareja misma”, indica Jáuregui.
Entonces, el nosotros va a ser más rico en la medida en que cada uno desarrolle sus espacios y tenga qué ofrecer; esté sano emocionalmente y pleno como persona, caso contrario traerá a la relación frustración y resentimiento, haciendo del vínculo disfuncional.
Además de los espacios personales, existen los físicos, igual de respetables e importantes. En éstos se desarrolla la persona como tal, por ejemplo la parte intelectual en la oficina o la social en un café de encuentro con amigos. En cambio, el dormitorio es un lugar de los dos, es “nuestro”.
Consejos
Establece límites Deja en claro tus necesidades personales y escucha las del otro, para que ambos estén de acuerdo en respetar los espacios ajenos.
Sé específico Expresa qué tanto espacio necesitas y cuándo lo necesitas para tu crecimiento personal y el de ambos.
Elige las palabras Cuando esta necesidad reaparezca, sé amable con el otro.
Necesidad de espacio Es normal y saludable necesitar espacio en una relación para no correr el riesgo de desarrollar una codependencia de cualquier tipo.
Asegúrate de no ser codependiente Las personas codependientes son incapaces de existir por sí mismas. Si éste es el problema de fondo, ambos necesitan ayuda profesional.
Fuentes: Tatiana Jáuregui, Juan José Vargas, Valeria Sabater y Andrea García. (Psicólogos)
Celos, dañinos para la salud del amor
Los celos son un problema por el que constantemente atraviesa una persona enamorada. Pero, es necesario diferenciar los celos enfermizos de una muestra de amor en la relación. “Hay que tomar en cuenta que los celos son violencia; esa creencia de que me cela porque me ama, me cela porque le importo hay que quitarla. Los celos son control y posesión”, explica la psicóloga Alena Alfaro.
Es importante estar consciente de que ambas personas están en una relación por voluntad propia, por lo que los celos obsesivos y extremos son una forma de agredir a la pareja. “La persona que cela frecuentemente y bajo cualquier excusa se va convirtiendo en un agresor, esto porque le está coartando la libertad al otro”, aclara Alfaro.
Los celos pueden comenzar con pequeñas alertas e ir escalando de a poco hasta terminar en un problema muy serio. Por lo que es importante preguntarse ¿qué tan peligrosos pueden ser? “Pueden derivar en agresión física, psicológica e incluso en la muerte, como hemos visto en los últimos casos en los medios”, comenta la sexóloga Anahí Navarro.
Los celos llevados al extremo son destructivos y peligrosos, pero en dosis adecuadas dan un toque a la relación. Uno de los puntos a favor de esos sentimientos es que pueden ser un indicador de que la persona está lista para formalizar el vínculo. En el caso de las parejas que llevan una larga relación, los celos ayudan a encender la llama de la pasión.
Entonces, ¿cómo se reconocen los peligrosos de los beneficiosos en una relación? Una de las primeras alertas está vinculada a sentirse coartado. Si una pareja empieza a limitar tu manera cariñosa y amigable de ser, puede comenzar un chantaje emocional. Lo dañino de esto es que al evitar conflictos, uno termina cediendo. “Cuando cedes al chantaje y a la presión de los celos, empiezas a desconectarte y a perder tu identidad”, dice la sexóloga.
En caso de que ambos miembros sean celosos es poco probable que el amor tenga éxito. “Es difícil que dos celosos construyan una relación estable porque lo que se necesita en una relación es confianza y respeto. Ambos deben dar señales para que el otro confíe, y los celos distan de ello. Además son progresivos y poco a poco pasan de preguntas inocentes como por qué saliste a reclamos de por qué miraste, por qué hablaste y a veces llegan a los insultos o a una agresión física. Entonces, en cuanto se perciban este tipo de reacciones es mejor poner un alto y no ceder”, sugiere la psicóloga Alfaro.
Por otro lado, es necesario aclarar que no es posible cambiar o ayudar a una persona celosa porque es un problema interno. “Los celos son miedos constantes de ser reemplazado o reemplazada, de no ser suficiente, de no ser la persona indicada, de no ser valiosa”, explica Navarro.
La única forma de ayudar a un celoso enfermizo es buscar apoyo profesional para que entienda que una pareja es un ser humano independiente y no una posesión.
Cómo detectar a un celoso patológico
Desconfianza
Desconfía continuamente y siente un gran odio por las y los compañeros de trabajo o amigos de su pareja.
Revisión constante
Revisa constantemente las redes sociales y los objetos personales, como la billetera y el celular.
Autoestima baja
La persona celosa tiene una autoestima baja y una gran inseguridad que denota falta de confianza en sí misma.
Imagina situaciones
Sus celos se fundan en lo que se imagina y no en una evidencia real. Sospecha sobre infidelidades que nunca ocurrieron.
Celular
No tolera que su pareja no conteste el celular en cualquier momento del día. Se imagina a su pareja con otra persona o que siempre está coqueteando.
Aroma
Revisa cuidadosamente la ropa de su pareja y la huele tratando de encontrar un perfume desconocido.
Discusiones
Durante las discusiones pone en duda el compromiso que tienes con la relación y con la pareja. Además pone en duda la integridad del otro.
Manipulación
Busca formas para hacer sentir mal a su pareja; cuestiona todos los comportamientos con terceros y la va aislando de su entorno social y laboral.
jueves, 27 de julio de 2017
Parejas Todo lo pago yo
Todo está perfecto hasta que llegan las cuentas, y lo que era un clima amoroso se vuelve pura tensión frente a un tema, que si la pareja no logra resolver, pasa a ser una verdadera bomba de tiempo. sin dudas, las cuestiones financieras dentro de una relación no son asunto menor, porque forman una parte esencial de su dinámica diaria. A veces, los problemas se centran en no querer ser "el que siempre paga", otra en que uno de los dos gasta más de lo esperado, también en cómo van a manejar sus ahorros, y así una gran cantidad de escenarios que se abren a partir del comportamiento de la pareja respecto al dinero.
Vamos a comenzar remarcando que no hay fórmulas mágicas para que una relación coincida en este aspecto, tampoco lo que funciona en una pareja es siempre aplicable en otra. Es importante ante todo tener presente que se trata de un equilibrio que construyen dos personas que se eligen, y que deben intentar adoptar una rutina en la que ambos se sientan a gusto. Hasta acá en teoría, todo parece simple, pero a la hora de bajarlo a la realidad, estallan los problemas.
Cuentas claras
Cuando el punto económico no está claro dentro del vínculo, no importa las discusiones que conlleve, siempre terminará en un enojo entre las dos partes. Ninguna situación se puede resolver si en lugar de buscar soluciones quedamos atrapados en la confrontación. Esto sucede con todos los temas, pero en especial con el económico, dado que no tiene carácter transitorio, sino que por el contrario, va a estar presente en la agenda diaria de la relación.
La Importancia de elaborar acuerdos
La identidad de una pareja radica en sus acuerdos. Hay algunos que son implícitos, y no se llevan al planteo porque son funcionales para los dos miembros de la pareja, pero hay otros que es necesario hablarlos para que ambos sean conscientes de lo que cada uno piensa. Cuando sentimos que económicamente nunca nos entendemos, no debemos dar por sentado que el otro sabe lo que nos molesta, es necesario no usar el conflicto como disparador de una pelea, sino como la oportunidad de lograr conocer cuáles son los puntos que nos hacen diferentes.
CÓMO PONERSE DE ACUERDO
No evitar el debate. Si entre los dos no podemos hablar de estas cuestiones porque siempre lleva a discusiones interminables, lo que hacemos es afianzar la situación conflictiva. Como pareja debemos centrarnos en desarrollar un abanico de alternativas posibles, para saber con qué herramientas contamos para abordar el problema.
Ser claros con las medidas que se adopten. Siempre las reglas deben ser compartidas y aceptadas por los dos miembros de la pareja desde el momento inicial que eligen establecerlas. Intentar plantear soluciones y que después no se cumplan, es más desgastante para la relación que el conflicto en sí.
No hay uno que tiene razón y otro que es culpable. No es un problema de uno de los miembros de la relación. Cuando estamos en pareja y se genera una crisis porque no estamos de acuerdo en un aspecto en particular, el conflicto es compartido, porque nos va afectar a los dos. Ambos debemos comprometernos en trabajar juntos para lograr un nuevo punto de equilibrio.
Ser flexibles. Siempre para a llegar a un acuerdo y más en el manejo de lo económico, la pauta no sólo es poder escuchar al otro, sino también ser permeables a sus críticas. Si no logramos esto, nos vamos a quedar sujetos, una y otra vez, a rutinas que alimentan la dinámica conflictiva.
Es imposible hacer generalizaciones de este tema, porque cada relación convive con diferentes variables respecto a lo económico. Aprender a administrarse en pareja no es algo simple, porque muchas veces el manejo del dinero tiene que ver con la independencia de cada uno y con sus proyectos a corto y a largo plazo. Por eso es importante siempre tener presente que cuando nos elegimos para compartir la vida juntos, vienen latentes un montón de asuntos que requieren la construcción de una nueva lectura en la que los dos participemos activamente, sin intentar poner ninguna visión sobre la otra. La manera con la que juntos logremos abordar las dificultades, será lo que le dará nuestra impronta única al vínculo, porque como se suele decir: la fuerza de una pareja no está en lo que alcanza, sino en lo que supera.
Vamos a comenzar remarcando que no hay fórmulas mágicas para que una relación coincida en este aspecto, tampoco lo que funciona en una pareja es siempre aplicable en otra. Es importante ante todo tener presente que se trata de un equilibrio que construyen dos personas que se eligen, y que deben intentar adoptar una rutina en la que ambos se sientan a gusto. Hasta acá en teoría, todo parece simple, pero a la hora de bajarlo a la realidad, estallan los problemas.
Cuentas claras
Cuando el punto económico no está claro dentro del vínculo, no importa las discusiones que conlleve, siempre terminará en un enojo entre las dos partes. Ninguna situación se puede resolver si en lugar de buscar soluciones quedamos atrapados en la confrontación. Esto sucede con todos los temas, pero en especial con el económico, dado que no tiene carácter transitorio, sino que por el contrario, va a estar presente en la agenda diaria de la relación.
La Importancia de elaborar acuerdos
La identidad de una pareja radica en sus acuerdos. Hay algunos que son implícitos, y no se llevan al planteo porque son funcionales para los dos miembros de la pareja, pero hay otros que es necesario hablarlos para que ambos sean conscientes de lo que cada uno piensa. Cuando sentimos que económicamente nunca nos entendemos, no debemos dar por sentado que el otro sabe lo que nos molesta, es necesario no usar el conflicto como disparador de una pelea, sino como la oportunidad de lograr conocer cuáles son los puntos que nos hacen diferentes.
CÓMO PONERSE DE ACUERDO
No evitar el debate. Si entre los dos no podemos hablar de estas cuestiones porque siempre lleva a discusiones interminables, lo que hacemos es afianzar la situación conflictiva. Como pareja debemos centrarnos en desarrollar un abanico de alternativas posibles, para saber con qué herramientas contamos para abordar el problema.
Ser claros con las medidas que se adopten. Siempre las reglas deben ser compartidas y aceptadas por los dos miembros de la pareja desde el momento inicial que eligen establecerlas. Intentar plantear soluciones y que después no se cumplan, es más desgastante para la relación que el conflicto en sí.
No hay uno que tiene razón y otro que es culpable. No es un problema de uno de los miembros de la relación. Cuando estamos en pareja y se genera una crisis porque no estamos de acuerdo en un aspecto en particular, el conflicto es compartido, porque nos va afectar a los dos. Ambos debemos comprometernos en trabajar juntos para lograr un nuevo punto de equilibrio.
Ser flexibles. Siempre para a llegar a un acuerdo y más en el manejo de lo económico, la pauta no sólo es poder escuchar al otro, sino también ser permeables a sus críticas. Si no logramos esto, nos vamos a quedar sujetos, una y otra vez, a rutinas que alimentan la dinámica conflictiva.
Es imposible hacer generalizaciones de este tema, porque cada relación convive con diferentes variables respecto a lo económico. Aprender a administrarse en pareja no es algo simple, porque muchas veces el manejo del dinero tiene que ver con la independencia de cada uno y con sus proyectos a corto y a largo plazo. Por eso es importante siempre tener presente que cuando nos elegimos para compartir la vida juntos, vienen latentes un montón de asuntos que requieren la construcción de una nueva lectura en la que los dos participemos activamente, sin intentar poner ninguna visión sobre la otra. La manera con la que juntos logremos abordar las dificultades, será lo que le dará nuestra impronta única al vínculo, porque como se suele decir: la fuerza de una pareja no está en lo que alcanza, sino en lo que supera.
domingo, 23 de julio de 2017
¿Por qué el enamoramiento dura 3 años?
Al inicio de una relación, las dos personas se sienten plenas, felices con la compañía de la otra, es decir, están enamoradas, situación que dura sólo tres años.
Un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) detalla que el enamoramiento es considerado como un estado de demencia temporal, que disminuye la productividad de quien la padece.
El enamoramiento causa un estado de hiperactividad neuronal que desgasta el cerebro, por ello tiene un tiempo máximo de duración, pero, ¿qué es lo que pasa con las neuronas? El neurólogo Eduardo Calixto te lo explica
¿Cómo te enamoras?
Investigadores detallan que el proceso de enamoramiento inicia cuando conoces a una persona que te gusta físicamente. No puedes dejar de pensar en otra cosa que no sea algo que tenga que ver con ella y tiene dificultad para concentrarse y realiza tareas que tengan que ver con la creatividad.
Por su parte, la antropóloga Helen Fisher explica que las parejas repiten el ciclo: enamoramiento, cariño, crianza de hijos y/o separación. Es decir, cuando pasa cierto tiempo, las personas vuelven a buscar la sensación de placer que se genera al inicio de la relación.
No obstante, para mantener una relación estable sólo basta con alimentar cada día ese amor y cariño, a través de caricias, detalles y palabras sinceras. Todos los días trata de expresarle a tu pareja lo mucho que te gusta y lo que deseas permanecer a su lado.
Un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) detalla que el enamoramiento es considerado como un estado de demencia temporal, que disminuye la productividad de quien la padece.
El enamoramiento causa un estado de hiperactividad neuronal que desgasta el cerebro, por ello tiene un tiempo máximo de duración, pero, ¿qué es lo que pasa con las neuronas? El neurólogo Eduardo Calixto te lo explica
¿Cómo te enamoras?
Investigadores detallan que el proceso de enamoramiento inicia cuando conoces a una persona que te gusta físicamente. No puedes dejar de pensar en otra cosa que no sea algo que tenga que ver con ella y tiene dificultad para concentrarse y realiza tareas que tengan que ver con la creatividad.
Por su parte, la antropóloga Helen Fisher explica que las parejas repiten el ciclo: enamoramiento, cariño, crianza de hijos y/o separación. Es decir, cuando pasa cierto tiempo, las personas vuelven a buscar la sensación de placer que se genera al inicio de la relación.
No obstante, para mantener una relación estable sólo basta con alimentar cada día ese amor y cariño, a través de caricias, detalles y palabras sinceras. Todos los días trata de expresarle a tu pareja lo mucho que te gusta y lo que deseas permanecer a su lado.
viernes, 21 de julio de 2017
Hombres cavernícolas: amarlos como son
¿Sales con el opuesto al metrosexual? Jamás lo vas a ver dudando sobre un outfit un sábado por la noche. Estamos frente al cavernícola modelo siglo XXI, que nos hace sentir protegidas, que tiene espalda para soportar lo que venga, que desconoce el miedo..., y de repente no sabe cómo consolar nuestro llanto, jamás se da cuenta de que nos pusimos un vestido nuevo. ¡Y lo amamos así! Acá, un perfil de ese rústico que adoramos.
NO LE MOLESTA MI CELULITIS
Nunca se va a fijar si tenemos más o menos piel de naranja. Es casi imposible que ponga su atención en algo que para él no tiene importancia. Según él, te ves siempre divina.
Ojo, que tampoco repara demasiado en su propio look. Va a la peluquería cuando el pelo le da calor y no usa chompas porque le molestan los cuellos. Básicamente, antepone lo práctico a lo estético. Si le consultamos qué outfit nos queda mejor, te dice: “Ponte lo que te quede más cómodo”. Créele: para él, ir de tu mano por la calle demuestra que le encantas y que eres la mujer que lo enamora, te pongas lo que te pongas.
ES MI PROVEEDOR
El cavernícola es un hombre al que le gusta dar. ¿Por qué nos cuesta tanto dejarnos mimar? Está en el ADN del cavernícola ser un proveedor todo el tiempo, porque si no puede sentirse invalidado. Y esto no se trata solo de lo económico, también incluye aceptar su suéter si tenemos frío (aunque nos quede como una carpa) o pedirle que nos acompañe al médico. Si estuviésemos hoy en la época de las cavernas, no cabe duda de que también saldríamos a cazar -y ellos lo saben-. Pero dejemos a veces que nuestro Picapiedras nos cuide y recibámoslo como un regalo.
ES MUY SIMPLE
Ya lo sabes: él va más suelto por la vida. O es blanco o es negro, no hay mucha vuelta. No se queda rumiando sobre un tema, sino que va al ´grano´ cuando algo le molesta. Esta practicidad también hace que deje ir lo innecesario en su vida o las relaciones tóxicas. Por eso, si nos equivocamos con algo, él puede ser nuestro cable a tierra. Aprovechemos para pedirle consejos, especialmente referidos al trabajo, y para sacarnos de encima mochilas pesadas que cargamos innecesariamente.
LE GUSTA EL SEXO
En lo sexual, el cavernícola disfruta de olores, ruidos, texturas, sabores, y todo sin ningún reparo. Tenlo como aliado para explorar nuevos terrenos y correr ciertos límites, redescubriendo el sexo desde un lugar más salvaje e instintivo. Él puede haber tenido el peor de los días, pero logra abstraerse si disfrutan de un ´rapidito´.
TIENE CÓDIGOS
Es de los que no perdonan traiciones, respeta el terreno del otro y sale a ayudar a un amigo que lo necesita. Los encuentros con el grupo lo encuentran en su hábitat natural: no solo despliega al máximo su ser cavernícola, sino que además son un espacio en el que circula la confianza para expresar sus preocupaciones y conflictos. Nosotras podemos insistir con que haga terapia o querer ir a fondo si lo vemos malhumorado, pero lo más recomendable a veces es respetar su silencio y darle el tiempo que necesita para sacar lo que le pasa.
EN EL LUGAR DEL OTRO
Según Omar Amador Alva, psiquiatra, las diferencias de los cerebros masculino y femenino se resumen en una: el femenino tiene más conexiones y menos neuronas y el masculino tiene más neuronas y menos conexiones. Y ambos funcionan distinto: el masculino tiende a analizar menos variables que el femenino: esto le permitió enfrentar mejor las situaciones ancestrales, como la caza y la lucha. Por otro lado, el cerebro femenino fue necesario para que la mujer generara un vínculo cercano y empático para lograr su desarrollo y asegurar así la supervivencia.
¿Qué nos dice esta diferencia biológica? Que mientras tú analizaste diez variables, él analizó una. Entonces, las mujeres se quejan porque ellos no las escuchan; y los hombres se quejan de que ellas se hacen problema por todo. ¿Cómo le encontramos una vuelta? Hay que trabajar para que cada uno se ponga en el lugar del otro: él tiene que comprometerse a escuchar activamente lo que tú le digas, a la vez que tú te comprometes a elegir lo que consideres más importante para hablar con él.
NO LE MOLESTA MI CELULITIS
Nunca se va a fijar si tenemos más o menos piel de naranja. Es casi imposible que ponga su atención en algo que para él no tiene importancia. Según él, te ves siempre divina.
Ojo, que tampoco repara demasiado en su propio look. Va a la peluquería cuando el pelo le da calor y no usa chompas porque le molestan los cuellos. Básicamente, antepone lo práctico a lo estético. Si le consultamos qué outfit nos queda mejor, te dice: “Ponte lo que te quede más cómodo”. Créele: para él, ir de tu mano por la calle demuestra que le encantas y que eres la mujer que lo enamora, te pongas lo que te pongas.
ES MI PROVEEDOR
El cavernícola es un hombre al que le gusta dar. ¿Por qué nos cuesta tanto dejarnos mimar? Está en el ADN del cavernícola ser un proveedor todo el tiempo, porque si no puede sentirse invalidado. Y esto no se trata solo de lo económico, también incluye aceptar su suéter si tenemos frío (aunque nos quede como una carpa) o pedirle que nos acompañe al médico. Si estuviésemos hoy en la época de las cavernas, no cabe duda de que también saldríamos a cazar -y ellos lo saben-. Pero dejemos a veces que nuestro Picapiedras nos cuide y recibámoslo como un regalo.
ES MUY SIMPLE
Ya lo sabes: él va más suelto por la vida. O es blanco o es negro, no hay mucha vuelta. No se queda rumiando sobre un tema, sino que va al ´grano´ cuando algo le molesta. Esta practicidad también hace que deje ir lo innecesario en su vida o las relaciones tóxicas. Por eso, si nos equivocamos con algo, él puede ser nuestro cable a tierra. Aprovechemos para pedirle consejos, especialmente referidos al trabajo, y para sacarnos de encima mochilas pesadas que cargamos innecesariamente.
LE GUSTA EL SEXO
En lo sexual, el cavernícola disfruta de olores, ruidos, texturas, sabores, y todo sin ningún reparo. Tenlo como aliado para explorar nuevos terrenos y correr ciertos límites, redescubriendo el sexo desde un lugar más salvaje e instintivo. Él puede haber tenido el peor de los días, pero logra abstraerse si disfrutan de un ´rapidito´.
TIENE CÓDIGOS
Es de los que no perdonan traiciones, respeta el terreno del otro y sale a ayudar a un amigo que lo necesita. Los encuentros con el grupo lo encuentran en su hábitat natural: no solo despliega al máximo su ser cavernícola, sino que además son un espacio en el que circula la confianza para expresar sus preocupaciones y conflictos. Nosotras podemos insistir con que haga terapia o querer ir a fondo si lo vemos malhumorado, pero lo más recomendable a veces es respetar su silencio y darle el tiempo que necesita para sacar lo que le pasa.
EN EL LUGAR DEL OTRO
Según Omar Amador Alva, psiquiatra, las diferencias de los cerebros masculino y femenino se resumen en una: el femenino tiene más conexiones y menos neuronas y el masculino tiene más neuronas y menos conexiones. Y ambos funcionan distinto: el masculino tiende a analizar menos variables que el femenino: esto le permitió enfrentar mejor las situaciones ancestrales, como la caza y la lucha. Por otro lado, el cerebro femenino fue necesario para que la mujer generara un vínculo cercano y empático para lograr su desarrollo y asegurar así la supervivencia.
¿Qué nos dice esta diferencia biológica? Que mientras tú analizaste diez variables, él analizó una. Entonces, las mujeres se quejan porque ellos no las escuchan; y los hombres se quejan de que ellas se hacen problema por todo. ¿Cómo le encontramos una vuelta? Hay que trabajar para que cada uno se ponga en el lugar del otro: él tiene que comprometerse a escuchar activamente lo que tú le digas, a la vez que tú te comprometes a elegir lo que consideres más importante para hablar con él.
jueves, 13 de julio de 2017
Encontrar el amor en muñecas de silicona
EN JAPÓN | MUCHOS HOMBRES SON DUEÑOS DE LAS MUÑECAS DE SILICONA, LLAMADAS "RABU DORU".
Cuando la llama del amor se apagó definitivamente entre él y su esposa, Masayuki Ozaki tomó una insólita decisión para llenar su vacío. Compró una muñeca en silicona que se convirtió, asegura, en el amor de su vida.
Mayu, de tamaño natural y con un aspecto muy realista a pesar de su mirada vacía, comparte su cama en la casa familiar de Tokio, donde también viven su mujer y su hija adolescente.
"Después de que mi mujer diera a luz, dejamos de hacer el amor y sentí una profunda soledad", cuenta este fisioterapeuta de 45 años.
"Leí un artículo en una revista sobre el tema de estas muñecas y fui a ver una exposición. Fue un flechazo", suspira Ozaki, que pasea a Mayu en silla de ruedas, le pone pelucas, la viste y le regala joyas.
"Cuando mi hija entendió que no era una muñeca Barbie gigante, tuvo miedo y pensó que era asqueroso, pero ahora ya es suficientemente mayor para compartir la ropa con Mayu", explica.
'ES HUMANA'
"Las mujeres japonesas tienen el corazón duro", afirma, mientras pasea a la muñeca por una playa. "Son muy egoístas. Sean cuales sean mis problemas, Mayu, ella, siempre está aquí. La quiero con locura y quiero estar siempre con ella, que me entierren con ella. Quiero llevarla al paraíso".
Como él, muchos hombres poseen en Japón este tipo de muñecas, llamadas "rabu doru" (muñeca de amor), sobre todo viudos y discapacitados, y no las ven como simples objetos sexuales sino como seres con alma.
"Mi corazón late a mil por hora cuando vuelvo a casa con Saori", asegura Senji Nakajima, de 62 de años, mientras se va de pícnic con su compañera de silicona.
"Nunca me pasaría por la cabeza engañarla, ni con una prostituta, porque para mí ella es humana", explica este empresario, casado y padre de dos hijos.
Yoshitaka Hyodo, bloguero de 43 años, cuenta con más de 10 estas muñecas. También tiene una novia, de carne y hueso, al parecer bastante comprensiva.
"Ahora es más para comunicar a un nivel emocional", afirma este hombre, también fanático de objetos militares, rodeado de mujeres de plástico, a las que viste de soldado.
UNA ACTIVIDAD ARTESANAL
Unas 2.000 muñecas de silicona son vendidas cada año en el archipiélago nipón, según los profesionales del sector. Equipadas con una cabeza y una vagina desmontables, valen unos 5.300 euros (algo más de 6.000 dólares).
"Lo que llamamos con pompa 'la industria' de las muñecas del amor es una actividad artesanal de nicho", escribe la antropóloga Agnès Giard, que en 2016 dedicó un libro a este fenómeno y a su historia en Japón.
Las primeras aparecieron en 1981. La versión en silicona, después del vinilo y del látex, es de 2001.
"La tecnología ha hecho grandes progresos desde las horribles muñecas hinchables de los años 1970", explica Hideo Tsuchiya, director de Orient Industry, uno de los fabricantes japoneses. "Ahora tienen un aspecto increíblemente auténtico y tienes la sensación de tocar piel humana. Cada vez más hombres las compran porque tienen la impresión que pueden comunicar con ellas".
Ya en el siglo XVII, en historias de ficción citadas por Agnès Giard, hombres encargaban a artesanos muñecas que se parecían a su amada, de la que el destino los había separado.
Lejos de estos relatos rosas, Riho, la esposa de Ozaki, intenta no pensar en el ser artificial que ocupa la habitación de su marido. "Me limito a las labores domésticas", dice, con lágrimas en los ojos, "la cena, la limpieza, la ropa".
Cuando la llama del amor se apagó definitivamente entre él y su esposa, Masayuki Ozaki tomó una insólita decisión para llenar su vacío. Compró una muñeca en silicona que se convirtió, asegura, en el amor de su vida.
Mayu, de tamaño natural y con un aspecto muy realista a pesar de su mirada vacía, comparte su cama en la casa familiar de Tokio, donde también viven su mujer y su hija adolescente.
"Después de que mi mujer diera a luz, dejamos de hacer el amor y sentí una profunda soledad", cuenta este fisioterapeuta de 45 años.
"Leí un artículo en una revista sobre el tema de estas muñecas y fui a ver una exposición. Fue un flechazo", suspira Ozaki, que pasea a Mayu en silla de ruedas, le pone pelucas, la viste y le regala joyas.
"Cuando mi hija entendió que no era una muñeca Barbie gigante, tuvo miedo y pensó que era asqueroso, pero ahora ya es suficientemente mayor para compartir la ropa con Mayu", explica.
'ES HUMANA'
"Las mujeres japonesas tienen el corazón duro", afirma, mientras pasea a la muñeca por una playa. "Son muy egoístas. Sean cuales sean mis problemas, Mayu, ella, siempre está aquí. La quiero con locura y quiero estar siempre con ella, que me entierren con ella. Quiero llevarla al paraíso".
Como él, muchos hombres poseen en Japón este tipo de muñecas, llamadas "rabu doru" (muñeca de amor), sobre todo viudos y discapacitados, y no las ven como simples objetos sexuales sino como seres con alma.
"Mi corazón late a mil por hora cuando vuelvo a casa con Saori", asegura Senji Nakajima, de 62 de años, mientras se va de pícnic con su compañera de silicona.
"Nunca me pasaría por la cabeza engañarla, ni con una prostituta, porque para mí ella es humana", explica este empresario, casado y padre de dos hijos.
Yoshitaka Hyodo, bloguero de 43 años, cuenta con más de 10 estas muñecas. También tiene una novia, de carne y hueso, al parecer bastante comprensiva.
"Ahora es más para comunicar a un nivel emocional", afirma este hombre, también fanático de objetos militares, rodeado de mujeres de plástico, a las que viste de soldado.
UNA ACTIVIDAD ARTESANAL
Unas 2.000 muñecas de silicona son vendidas cada año en el archipiélago nipón, según los profesionales del sector. Equipadas con una cabeza y una vagina desmontables, valen unos 5.300 euros (algo más de 6.000 dólares).
"Lo que llamamos con pompa 'la industria' de las muñecas del amor es una actividad artesanal de nicho", escribe la antropóloga Agnès Giard, que en 2016 dedicó un libro a este fenómeno y a su historia en Japón.
Las primeras aparecieron en 1981. La versión en silicona, después del vinilo y del látex, es de 2001.
"La tecnología ha hecho grandes progresos desde las horribles muñecas hinchables de los años 1970", explica Hideo Tsuchiya, director de Orient Industry, uno de los fabricantes japoneses. "Ahora tienen un aspecto increíblemente auténtico y tienes la sensación de tocar piel humana. Cada vez más hombres las compran porque tienen la impresión que pueden comunicar con ellas".
Ya en el siglo XVII, en historias de ficción citadas por Agnès Giard, hombres encargaban a artesanos muñecas que se parecían a su amada, de la que el destino los había separado.
Lejos de estos relatos rosas, Riho, la esposa de Ozaki, intenta no pensar en el ser artificial que ocupa la habitación de su marido. "Me limito a las labores domésticas", dice, con lágrimas en los ojos, "la cena, la limpieza, la ropa".
jueves, 6 de julio de 2017
¿Qué somos en una relación?
Alguna vez leí por ahí una frase de Neil Strauss que decía que “sin compromiso, no puede haber profundidad en nada, ya se trate de una relación, un negocio o un hobby.”
Me acuerdo que esas palabras me impactaron de manera intensa y me hicieron reflexionar mucho acerca de la relación que estaba manteniendo con mi ex marido por aquellos días. Un lazo débil y mentiroso. Apenas una ilusión de pareja, un borrador de dos seres unidos por palabras inconsistentes como falsos ladrillos, grandilocuentes para fingida calma mental, vacías como esa atractiva caja de bombones que alguna vez abrí ilusionada para tan solo encontrarme con envoltorios arrugados.
No había profundidad. No había siquiera superficie. Sin dudas, no había compromiso. Y por ello mismo, y con toda naturalidad, la falsa pareja que éramos cayó por el propio peso de las mentiras y el deshonor causado a las promesas esenciales incumplidas. No había un cuidarte, ni un quererte, ni un respetarte.
“Para mí no son importantes los títulos”, me dijo una amiga por aquellos días. Ella estaba viéndose con un hombre que no quería formalizar lo que tenían y que por momentos la hacía sentir la mujer más importante y querida del mundo y por otros, se olvidaba de su existencia; con suerte le contestaba de mala manera y simplemente desaparecía. Una incertidumbre asfixiante y devoradora de energía. Su afirmación le servía tan solo para justificar y sostener un amor no correspondido.
Yo conocía eso de querer inventar nuevas formas de algo tan simple como es el amor. También había estado en una situación así y, aunque todavía por aquellos días no lo podía ver con claridad, lo seguía estando.
“Sí son importantes los títulos. Formalizar.”, recuerdo que le dije, “Es poner en palabras lo que uno siente; comprometerse con ese sentimiento y con el otro. Que él no te considere su novia es lo que le permite aparecer cuando quiere y esfumarse cuando se le cante. Cuando hay verdadero amor, el título no sólo no representa un peso, sino que te inunda el alma de orgullo, de ganas, de proyectos y de paz. Te da esa tranquilidad de saber que el otro va a poner su hombro cada vez que lo necesites, porque no se imaginaría haciendo otra cosa, porque quiere. Por eso somos novios, esposos, hijos, padres, hermanos, tíos, abuelos, o amigos y tantos títulos más. Nos indica que nos pertenecemos, que no estamos solos, y que nos vamos a cuidar más que a nadie.”
Y con esas palabras, me estaba hablando a mí misma. Todo lo que le decía a mi amiga era un canto hermoso al compromiso del amor en todas sus formas. Nada de eso estaba presente en mi matrimonio. “Sin compromiso no puede haber profundidad”, decía la frase. Sí, yo era claramente poseedora de un título sin amor.
Por suerte llegó ese bendito día en el cual cada pieza de ese rompecabezas emocional que me acompañaba, encontró su sitio. En ese instante, pude ver el cuadro desde la distancia. Fue como si hubiera logrado pararme por fuera de mí para verme desde una nueva perspectiva reveladora: esa mujer que veía ahí no era yo, no me representaba, no era la que quería ser. Ante mí, pude ver a un ser opaco que estaba queriendo convencerse a sí misma de que se podía tal vez vivir en una relación basada en mentiras y ser más o menos feliz.
Pero yo no quería ser más o menos feliz. No quería permanecer opaca. En mí había una luz potentísima ahogada por los miedos y los embrollos mentales que construía para justificar el tipo de dinámica que mantenía con mi ex.
Quería brillar. Quería ser todo lo feliz que fuera capaz se ser. Quería calmar a mis demonios
Y así, tomé coraje, solté ese título vacío de esposa y abracé uno real: soy Cari. Soy una mujer fuerte. Entonces, y como hacemos cuando nos comprometemos con todo el corazón con algo o con alguien, decidí quererme, respetarme y cuidarme con toda la profundidad posible.
Pasaron más de dos años desde entonces. El camino no siempre fue llano, pero los demonios se fueron debilitando y mi confianza fue creciendo. Esa luz que sabía que había en mí, fue encendiéndose de a poco pero segura. A esa llama no la iba a apagar cualquier viento. Y llegó ese momento en el cual la sentí potentísima; brillaba con fuerza porque había vuelto a creer en el amor. En el amor propio. Y toda esa luminosidad generada por mi propio quererme, me enseñó amar mejor al mundo y volver a creer en ese otro compromiso de amor que es el de la pareja.
Hace ya unas cuantas semanas, Diego me dijo que había una cartita para mí en el bolsillo derecho de su jean. Allí, doblado, había un papelito. Lo abrí con dedos temblorosos y mucho cuidado.
“¿Quieres ser mi novia?”, decía. La carta más breve y hermosa del mundo. Y en mí, una vez más esa electricidad en mi cuerpo y ese vuelco en el corazón que pensé que había abandonado a mi adolescencia y primera juventud.
“Esto es tan, pero tan lindo que ni lo puedo explicar con palabras. Pensé que a nuestra edad eso ya no se preguntaba. Pensé que con el tiempo y las acciones ya se iba a dar por sentado.”, le dije un rato después emocionada al extremo.
“Para mí es muy importante.”, me contestó, “Para mí es una instancia muy especial. Es decir en voz alta que tenemos un compromiso. No tener dudas de que queremos estar juntos y que nos vamos a cuidar.”
Después me dijo “Buenas noches, novia” y los dos nos fuimos a dormir inundados de paz. Porque cuando nos comprometemos, logramos profundidad.
Me acuerdo que esas palabras me impactaron de manera intensa y me hicieron reflexionar mucho acerca de la relación que estaba manteniendo con mi ex marido por aquellos días. Un lazo débil y mentiroso. Apenas una ilusión de pareja, un borrador de dos seres unidos por palabras inconsistentes como falsos ladrillos, grandilocuentes para fingida calma mental, vacías como esa atractiva caja de bombones que alguna vez abrí ilusionada para tan solo encontrarme con envoltorios arrugados.
No había profundidad. No había siquiera superficie. Sin dudas, no había compromiso. Y por ello mismo, y con toda naturalidad, la falsa pareja que éramos cayó por el propio peso de las mentiras y el deshonor causado a las promesas esenciales incumplidas. No había un cuidarte, ni un quererte, ni un respetarte.
“Para mí no son importantes los títulos”, me dijo una amiga por aquellos días. Ella estaba viéndose con un hombre que no quería formalizar lo que tenían y que por momentos la hacía sentir la mujer más importante y querida del mundo y por otros, se olvidaba de su existencia; con suerte le contestaba de mala manera y simplemente desaparecía. Una incertidumbre asfixiante y devoradora de energía. Su afirmación le servía tan solo para justificar y sostener un amor no correspondido.
Yo conocía eso de querer inventar nuevas formas de algo tan simple como es el amor. También había estado en una situación así y, aunque todavía por aquellos días no lo podía ver con claridad, lo seguía estando.
“Sí son importantes los títulos. Formalizar.”, recuerdo que le dije, “Es poner en palabras lo que uno siente; comprometerse con ese sentimiento y con el otro. Que él no te considere su novia es lo que le permite aparecer cuando quiere y esfumarse cuando se le cante. Cuando hay verdadero amor, el título no sólo no representa un peso, sino que te inunda el alma de orgullo, de ganas, de proyectos y de paz. Te da esa tranquilidad de saber que el otro va a poner su hombro cada vez que lo necesites, porque no se imaginaría haciendo otra cosa, porque quiere. Por eso somos novios, esposos, hijos, padres, hermanos, tíos, abuelos, o amigos y tantos títulos más. Nos indica que nos pertenecemos, que no estamos solos, y que nos vamos a cuidar más que a nadie.”
Y con esas palabras, me estaba hablando a mí misma. Todo lo que le decía a mi amiga era un canto hermoso al compromiso del amor en todas sus formas. Nada de eso estaba presente en mi matrimonio. “Sin compromiso no puede haber profundidad”, decía la frase. Sí, yo era claramente poseedora de un título sin amor.
Por suerte llegó ese bendito día en el cual cada pieza de ese rompecabezas emocional que me acompañaba, encontró su sitio. En ese instante, pude ver el cuadro desde la distancia. Fue como si hubiera logrado pararme por fuera de mí para verme desde una nueva perspectiva reveladora: esa mujer que veía ahí no era yo, no me representaba, no era la que quería ser. Ante mí, pude ver a un ser opaco que estaba queriendo convencerse a sí misma de que se podía tal vez vivir en una relación basada en mentiras y ser más o menos feliz.
Pero yo no quería ser más o menos feliz. No quería permanecer opaca. En mí había una luz potentísima ahogada por los miedos y los embrollos mentales que construía para justificar el tipo de dinámica que mantenía con mi ex.
Quería brillar. Quería ser todo lo feliz que fuera capaz se ser. Quería calmar a mis demonios
Y así, tomé coraje, solté ese título vacío de esposa y abracé uno real: soy Cari. Soy una mujer fuerte. Entonces, y como hacemos cuando nos comprometemos con todo el corazón con algo o con alguien, decidí quererme, respetarme y cuidarme con toda la profundidad posible.
Pasaron más de dos años desde entonces. El camino no siempre fue llano, pero los demonios se fueron debilitando y mi confianza fue creciendo. Esa luz que sabía que había en mí, fue encendiéndose de a poco pero segura. A esa llama no la iba a apagar cualquier viento. Y llegó ese momento en el cual la sentí potentísima; brillaba con fuerza porque había vuelto a creer en el amor. En el amor propio. Y toda esa luminosidad generada por mi propio quererme, me enseñó amar mejor al mundo y volver a creer en ese otro compromiso de amor que es el de la pareja.
Hace ya unas cuantas semanas, Diego me dijo que había una cartita para mí en el bolsillo derecho de su jean. Allí, doblado, había un papelito. Lo abrí con dedos temblorosos y mucho cuidado.
“¿Quieres ser mi novia?”, decía. La carta más breve y hermosa del mundo. Y en mí, una vez más esa electricidad en mi cuerpo y ese vuelco en el corazón que pensé que había abandonado a mi adolescencia y primera juventud.
“Esto es tan, pero tan lindo que ni lo puedo explicar con palabras. Pensé que a nuestra edad eso ya no se preguntaba. Pensé que con el tiempo y las acciones ya se iba a dar por sentado.”, le dije un rato después emocionada al extremo.
“Para mí es muy importante.”, me contestó, “Para mí es una instancia muy especial. Es decir en voz alta que tenemos un compromiso. No tener dudas de que queremos estar juntos y que nos vamos a cuidar.”
Después me dijo “Buenas noches, novia” y los dos nos fuimos a dormir inundados de paz. Porque cuando nos comprometemos, logramos profundidad.
lunes, 3 de julio de 2017
Cuando un hombre joven se enamora de una mujer mayor
Cuán difícil es aceptar en esta sociedad a veces cerrada, el que un joven, se enamore de una mujer mayor que él. Todo el mundo dice: "La edad es lo de menos cuando dos personas se enamoran".
Sin embargo, cuando vemos a mujeres mayores con hombres jóvenes, hombres mayores con jovencitas, no es lo mismo ante la sociedad exigente. Se los juzga duramente. Por un lado, algunas lenguas mezquinas dicen: el hombre joven practica con una mujer mayor para luego elegir la que corresponde y en el caso del hombre mayor, si bien busca juventud y carne fresca, se suele decir que la joven busca estabilidad financiera y no tanto el amor. Obviamente que todas las personas somos diferentes, pero si tenemos algo en común: y es que buscamos el amor, ese amor en el que se sienta mariposas en el estómago cuando le vemos sea hombre o mujer y eso hace que nos sintamos vivos.
Desde los bebés nacen y lloran hasta que su madre le abraza, estos bebés se sienten acogidos, amado, pensando que jamás se desprenderán de ellos, inclusive hasta los ancianos en su lecho de muerte, cuando buscan una mano a la que aferrarse para dar el salto final, cuando se despiden, si el tiempo se los permite. Siempre buscamos y anhelamos amar y ser amados por esas personas a quienes tanto admiramos y respetamos.
En ese orden, la edad de la persona que amas y te ama, no debería tener importancia, pero… vamos a ser sinceros: que un hombre tenga una pareja más joven que él, a veces no llama la atención de nadie; ahora, que una mujer elija un hombre más joven para que esté a su lado, aún levanta rumores. Cuantas veces habrás escuchado: ¡Mira la vieja esa, con semejante hombre, seguro que está en prácticas! ¡O este joven es ciego y le hace falta gafas o la vieja debe tener plata y en unos años pincha y él se hereda todo! ¡Mira la vieja esa, con tanta cirugía, pero el tiempo no se detiene, es muy vieja para él! O ¡Mira el viejito ese, con esa morocha despampanante, seguro toma viagra, para darle caña o de seguro él tiene mucha plata! ¡Qué zorra es, naaaaaa si hay que ser viva en este mundo, esta se sacó la lotería con el viejo!
Seguro que escuchaste todas estas frases o similares. La gente es mezquina y le encanta sacar el cuero. Digamos, que se deleitan hablando mal de las personas, juzgando y condenando sin más.
Pero la cosa, es que cada vez más mujeres se enamoran de jóvenes y son correspondidas por hombres más jóvenes que ellas. Muchos o pocos años de diferencia da igual, ellas desmoronan el concepto tan insignificante de que el hombre debe ser al menos "cuatro o cinco años mayor". Las famosas cougars acabaron con ese prejuicio, para el deleite y horror de muchos.
Lo que empezó siendo una irreverencia de las celebrities como Madonna, Kylie Minogue, Demi Moore, y todas las mujeres se asustaban, pronto fue seguido por muchísimas mujeres, que obviamente, no querían perderse la ocasión de divertirse, de pasarla bien en la libertad de amar sin límites de edad. Y claro, los hombres no iban a ser menos, así que, ambos sexos a disfrutar.
Sin embargo, cuando vemos a mujeres mayores con hombres jóvenes, hombres mayores con jovencitas, no es lo mismo ante la sociedad exigente. Se los juzga duramente. Por un lado, algunas lenguas mezquinas dicen: el hombre joven practica con una mujer mayor para luego elegir la que corresponde y en el caso del hombre mayor, si bien busca juventud y carne fresca, se suele decir que la joven busca estabilidad financiera y no tanto el amor. Obviamente que todas las personas somos diferentes, pero si tenemos algo en común: y es que buscamos el amor, ese amor en el que se sienta mariposas en el estómago cuando le vemos sea hombre o mujer y eso hace que nos sintamos vivos.
Desde los bebés nacen y lloran hasta que su madre le abraza, estos bebés se sienten acogidos, amado, pensando que jamás se desprenderán de ellos, inclusive hasta los ancianos en su lecho de muerte, cuando buscan una mano a la que aferrarse para dar el salto final, cuando se despiden, si el tiempo se los permite. Siempre buscamos y anhelamos amar y ser amados por esas personas a quienes tanto admiramos y respetamos.
En ese orden, la edad de la persona que amas y te ama, no debería tener importancia, pero… vamos a ser sinceros: que un hombre tenga una pareja más joven que él, a veces no llama la atención de nadie; ahora, que una mujer elija un hombre más joven para que esté a su lado, aún levanta rumores. Cuantas veces habrás escuchado: ¡Mira la vieja esa, con semejante hombre, seguro que está en prácticas! ¡O este joven es ciego y le hace falta gafas o la vieja debe tener plata y en unos años pincha y él se hereda todo! ¡Mira la vieja esa, con tanta cirugía, pero el tiempo no se detiene, es muy vieja para él! O ¡Mira el viejito ese, con esa morocha despampanante, seguro toma viagra, para darle caña o de seguro él tiene mucha plata! ¡Qué zorra es, naaaaaa si hay que ser viva en este mundo, esta se sacó la lotería con el viejo!
Seguro que escuchaste todas estas frases o similares. La gente es mezquina y le encanta sacar el cuero. Digamos, que se deleitan hablando mal de las personas, juzgando y condenando sin más.
Pero la cosa, es que cada vez más mujeres se enamoran de jóvenes y son correspondidas por hombres más jóvenes que ellas. Muchos o pocos años de diferencia da igual, ellas desmoronan el concepto tan insignificante de que el hombre debe ser al menos "cuatro o cinco años mayor". Las famosas cougars acabaron con ese prejuicio, para el deleite y horror de muchos.
Lo que empezó siendo una irreverencia de las celebrities como Madonna, Kylie Minogue, Demi Moore, y todas las mujeres se asustaban, pronto fue seguido por muchísimas mujeres, que obviamente, no querían perderse la ocasión de divertirse, de pasarla bien en la libertad de amar sin límites de edad. Y claro, los hombres no iban a ser menos, así que, ambos sexos a disfrutar.
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