sábado, 10 de marzo de 2018

5 cosas que matan el amor y romperán tu relación

Cuando se empieza una relación de pareja se hace con ilusión y pensando en todo lo bueno que tiene y que te aporta la otra persona. Pero a medida que va pasando el tiempo pueden empezar a aparecer algunos hábitos que pueden ser perjudiciales para tu historia de amor. Existen algunas cosas que pueden matar el amor y que incluso, pueden ser las causantes de que una relación de pareja se rompa. Pero, ¿Cuáles son algunas de las cosas que pueden dañar tanto una relación amorosa?



1. Las críticas o las quejas

Las críticas o las quejas constantes queman la relación de pareja de cualquier persona. Quejarse de todo de forma sistémica o incluso criticar o quejarse de los defectos de la pareja puede suponer el fin de una relación. Por ejemplo, si vives en pareja y te quejas de las cosas pero no aportas soluciones es como si llamases inútil a tu pareja todo el tiempo, pero la realidad es que si eres tú quién se queja constantemente es porque eres tú quién debe buscar las soluciones y no tu pareja.



2. Mirar el móvil todo el tiempo

Si estás hablando con tu pareja y en lugar de mirarle a los ojos mientras te explica algo estás mirando la pantalla de tu teléfono algo funciona mal. Mirar el móvil mientras mantienes una conversación con otra persona es una gran falta de respeto que no se puede tolerar. Además, tu pareja sentirá que no es tu prioridad y que hay otras cosas o personas que son más importantes que ella en este momento.



3. Actitud Defensiva

Cuando se está en pareja en principio es porque se quiere estar en el mismo equipo y caminar por el mismo sendero. Pero cuando la actitud defensiva aparece en una relación de pareja, todo se puede torcer. Cuando uno de los dos se pone a la defensiva se envía un mensaje de que no importa en absoluto lo que el otro tiene que decir ni que tampoco importa lo que siente.



4. Las peleas constantes

Las parejas pueden comenzar las peleas hablando sin parar pero se pueden volver constantes y difíciles de terminar. Este tipo de peleas parecen una trampa y hasta que alguien no cierra la puerta a la comunicación parece que es continuo. Los problemas, cuando las discusiones son así, no se resuelven porque las peleas no son sobre el tema, sino por los sentimientos de dolor que generan. Los malos entendidos sin resolver pueden hacer que el amor se vea muy perjudicado.



5. La soledad después de una pelea

El día más brillante puede parecer el más oscuro si te sientes solo/a y desesperado/a. Las discusiones de pareja que no se resuelven son muy dolorosas, ya que la persona que en principio pensabas que estaría a tu lado para secarte las lágrimas, solo son la causa de las mismas. Cuando no hace el intento de disculparse o de arreglar las cosas puede hacer que te sientas en absoluta soledad.

Love and sex “Por qué yo tengo más ganas que él“

A lo largo de nuestra vida, escuchamos más de una frase relacionada a los hombres (y mujeres) y su relación con el sexo. Frases del estilo “es lo único que ellos quieren”. Frases que los posicionaron como machos que estaban (o debían estar) siempre listos para el oficio amatorio.

Sin embargo, las nuevas generaciones nos fuimos encargando de ir contra los estereotipos que nuestra cultura planteó. La mujer que hoy se planta de modo diferente en distintos ámbitos de su vida también lo hace en la cama. Sabe qué le gusta, cómo, con qué frecuencia.

Parece un poco obvio, pero, aunque sea una definición obsoleta y retrógrada, la mujer que hoy habla abiertamente de su sexualidad y sus ganas antes era “una bombacha floja”. Pero asumirnos como seres incluso más sexuales que nuestras parejas puede ser el inicio de una búsqueda que nos conecte más con nosotras mismas y nos pida un diálogo más genuino con el otro.

BAJAR LA EXIGENCIA

Dejando de lado los estereotipos, lo que sí es cierto es que las mujeres son las que suelen presentar una mayor baja de deseo sexual en comparación con los hombres, y que esta cuestión es la que puede llevarnos a ponernos en alerta y preguntarnos qué pasa cuando son ellos los que no tienen las mismas ganas.

También es cierto que no hay una mujer ni un hombre igual que otro. No funcionamos sexualmente de la misma manera con una u otra persona. Ni qué hablar de los momentos: si no somos las mismas en los 28 días de nuestro ciclo menstrual, mucho menos vamos a serlo en las etapas que vamos atravesando con nuestro hombre, y él tampoco.

Con esto en mente, está bueno pensar si no estamos en un momento en el que tenemos que tomar más protagonismo y ser nosotras las que activemos. Tal vez él tenga su libido depositada en un nuevo proyecto laboral o esté preocupado por alguna situación momentánea. Seguramente esto también vaya a pasarte en otro estadio de la relación. A veces no hay una baja sexual, sino una alternancia de roles.

¿ES UN TEMA GENERACIONAL?

El mundo millennial, con sus estímulos excesivos, genera más desencuentros en el plano del deseo. Antes, el único “juego” que los adultos tenían permitido era el sexo; en el siglo XXI, son todos. El ocio es casi obligatorio. Sumado a esto, el hombre suele ser más lúdico y mucho más lineal en su forma de pensamiento. Por eso, él puede llegar del trabajo, jugar Play, encargarse de alguna tarea del hogar y disponer de menos energía para un nuevo juego. “¿Miramos una serie?”, propone. Un plan con mínimo esfuerzo, que entretiene y produce placer ilimitado sin frustraciones: si quieres más, lo único que tienes que hacer es apretar “next”.

BUSCAR QUÉ HAY DETRÁS

Cuando el factor afectivo es lo que ordena y predomina en la relación, los conflictos de pareja -incluida la infidelidad- son otra de las cuestiones que se hacen evidentes en la cama.

También puede que existan otras causas emocionales, como depresión, baja autoestima o algún proceso de duelo. En estos casos, el entendimiento y la compañía son claves si tu hombre está pasando por un momento en el que no puede desplegar plenamente su energía sexual.

¿Y AHORA QUÉ HAGO?

Por oposición, también puede aparecer el pensamiento “¿qué onda, ya no lo caliento?”, que nos pone más proactivas e, incluso, más horny, y tratamos de cortejar con más empeño. Esto se da especialmente cuando la situación impacta directamente sobre nuestra autoestima o ego. Incluso llegamos a sentirnos rechazadas y podemos enojarnos con la situación, yendo al choque e interpelando al otro.

Efectivamente, puede pasar que seas más intensa que él y ahí tengas que analizar qué hacer, teniendo en cuenta si tu necesidad es más imperante que otras cuestiones de la pareja o no.

Sea cual sea la razón de esta asimetría, es importante que la registres y, si se sostiene, proponer una visita a un sexólogo o sexóloga. Ojo: sé cuidadosa cuando plantees el tema y no lo hagas desde el reproche o la insatisfacción.

La sexualidad no es lo mismo que un análisis de sangre, en el que se mide cuántos glóbulos rojos hay por milímetro: entre los dos pueden ajustar sus deseos y expectativas y ver si, moviendo algunas fichas, logras sentirte más plena en este aspecto.

jueves, 1 de marzo de 2018

Siento que él ya no me quiere

Saber que eres amada genera una sensación de plenitud, de calma y de respaldo. Si bien el amor nunca ofrece una certeza absoluta, hay parejas que construyen una confianza en la que se puede descansar. La duda, en cambio, es un estado de zozobra. Algo se rompió. Es una inquietud que nos revela que aquella idealización del amor entró en una zona de turbulencia. Un dato que no cierra, reuniones de trabajo que duran más de lo habitual, su silencio o su mirada perdida pueden ser la llave que les abre la puerta a los mil demonios de tu cabeza.

La sospecha de no saber si el otro te sigue amando es una sensación demoledora. No tienes pruebas, no hay evidencias y, sin embargo, existen pequeños datos de la realidad que te indican que algo cambió.

“ÉL ESTÁ DISTINTO”

Las mujeres solemos ser mucho más detallistas que los hombres. Es por eso que podemos detectar con facilidad algún cambio en la conducta del otro que para los demás pasa desapercibido. Eso da lugar al típico planteo: “¿Te pasa algo conmigo estos días? Estás raro, callado, pensativo”. Y del otro lado, silencio. Ante esta realidad, antes de aventurar mil hipótesis, te propongo que tomes dos precauciones:

No te vuelvas autorreferencial: ¿acaso no puedes pensar que al otro le pasan cosas que no tienen que ver contigo? La autorreferencia es suponer que el mundo del otro gira alrededor del tuyo, pero tal vez tu pareja está mal porque tiene una crisis existencial, un problema de trabajo o alguna preocupación de salud que no te contó. A pesar de la sensación de vulnerabilidad, trata de dar lugar a otras posibilidades que no estén necesariamente vinculadas con el desamor de tu pareja hacia ti.

Hablen con claridad: en las parejas muchas veces se supone en lugar de preguntar. Es verdad, tú trajiste el tema a la mesa y la respuesta no fue clara, sino evasiva. Pero por ahí tu pregunta tampoco fue todo lo directa que amerita la situación. El dato de la realidad es que hay un cambio de conducta. Lo que no sabes es la causa. Puedes dar a conocer tu inquietud, porque quizás el otro está mal y ni siquiera lo advirtió, pero trata de hacerlo sin acusar, sin juzgar, sin suponer nada de antemano. “¿A qué se debe tu distancia de estos días? ¿Quieres contarme?”. De este modo, pones sobre la mesa un dato real - la distancia-, pero no te anticipas a la respuesta.

PONER LÍMITES

Finalmente, tampoco se trata de sentarnos a deshojar la margarita. Es cierto que en una pareja debe haber espacio para la duda, para las crisis, para los silencios. Pero tampoco pueden ser eternos. Aunque el otro viva diciendo que no le pasa nada malo contigo, hay sensaciones con las que no se puede vivir, porque pueden generarte demasiada angustia.

Si tu relación entra en un largo período de ausencias, silencios, falta de demostración de amor, miradas esquivas, alejamiento sexual y frialdad, ya no importa si el otro reconoce o no lo que le pasa. Es importante legitimar lo que te está sucediendo a ti. Cuando estamos en una pareja, no podemos olvidar que hay otra persona que merece saber, al menos, que estamos mal por algo que no pone en duda el amor que sentimos. Pero cuando tu pareja no logra comunicar esto con claridad, algo de la confianza comienza a resquebrajarse.

El amor no da garantías de futuro, pero tiene la certeza del presente. Y el buen amor no duda tanto.