Se la llamaba “hormona del amor”, pues ya se conocía su rol relevante en la formación y mantenimiento de lazos entre madre e hijo, así como en los apegos sexuales. Ahora habrá que llamarla también la “hormona de la amistad” o tal vez “hormona amiga”.
Los científicos acaban de descubrir que la oxitocina, además, es la hormona que hace que seamos felices con los amigos
El estudio realizado por la Universidad de Stanford (Estados Unidos) y publicado en la revista científica Nature devela las repercusiones de la oxitocina en otros aspectos de la socialización, que pueden ser de gran aporte en tratamientos para personas con problemas sociales, como el autismo, esquizofrenia y otros.
Los expertos, según notas de prensa de ABC de España e Informe21, sugieren que el papel de la oxitocina en las relaciones personales pudo haber evolucionado hacia áreas relacionadas con la afinidad grupal.
La oxitocina es el centro de un intenso estudio por su aparente papel en el establecimiento de las relaciones personales; de hecho, ya se ha administrado a niños con trastornos del espectro autista en ensayos clínicos con resultados dispares.
Así, otro trabajo también publicado en Nature hace un mes mostraba que la oxitocina podría jugar un papel relevante en la aparición del autismo al ser la encargada de reducir el ruido de fondo cuando se tiene una conversación con otra persona, por lo que “aumenta la intensidad de las señales deseadas”.
En este sentido, el estudio explicaba que esta hormona “tiene un efecto notable sobre el paso de la información a través del cerebro”, y que en las personas con autismo, se da la circunstancia contraria, ya que “se distraen fácilmente por las características extrañas de su entorno”.
Lo que el nuevo estudio explica es la forma única en que la oxitocina altera la actividad en una parte del cerebro que es crucial para experimentar las sensaciones agradables que los neurocientíficos llaman “recompensa”. Los resultados no sólo corroboran la validez de los ensayos con oxitocina en personas autistas, sino que también sugieren nuevos tratamientos para enfermedades neuropsiquiátricas en las que la actividad social se ve deteriorada.
“Las personas con trastornos del espectro autista pueden no experimentar la recompensa normal que tenemos el resto de las personas al reunirnos con amigos", explica Robert Malenka, autor principal del estudio. “Para ellos, las interacciones sociales pueden ser muy dolorosas. Así que nos preguntamos, ¿qué hace que nuestro cerebro disfrute de pasar un rato con los amigos?”.
Algunas evidencias genéticas sugieren que la incomodidad ante la interacción social, una característica de los trastornos del espectro autista, puede estar, al menos en parte, relacionada con la oxitocina.
La serotonina
La gran sorpresa del descubrimiento es que la oxitocina no actúa sola. “La oxitocina causa la liberación de otro químico del cerebro muy importante llamado serotonina”, explica Robert Malenka, líder del equipo de investigadores. Esto quiere decir que, de acuerdo con el experto, es la acción combinada de la oxitocina y la serotonina lo que se necesita para la recompensa social.
La aparición de la serotonina en la ecuación fue lo que más sorprendió a los investigadores, pues este químico no sólo está implicado en los comportamientos relacionados a la recompensa, sino también en aspectos como la regulación del ánimo.
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