lunes, 11 de septiembre de 2017

De pareja a espía: privacidad vs. confianza



Amor, ¿me das tu clave, tu contraseña y tu pin?”... Para algunas personas ese intercambio de información es una muestra de confianza. Pero, en realidad es lo que la vulnera, además que transgrede el derecho a la privacidad. Es incluso, una manera de espiar. “Generalmente quienes exigen las contraseñas y claves actúan por celos y desconfianza, actitudes que nacen de la inseguridad propia o a partir de alguna actitud percibida y sospechosa del otro, sea cierta o falsa”, explica el psicólogo Juan José Vargas.

Como fuera, denota desconfianza y es precisamente el espiar lo que la devela. “Si esto es recurrente en una relación, hay que ver qué pasa con la comunicación”, indica la psicóloga Tatiana Jáuregui.

Si bien la curiosidad por conocer cosas del otro es normal y hasta muestra interés, Jáuregui resalta que no justifica el escudriñar el espacio ajeno, ya que se puede llegar a lo delictivo por infringir la privacidad.

Ese espacio personal, un derecho y una necesidad, parece estar cada vez más reducido por el efecto de las redes sociales. Según Jáuregui, se han abierto en demasía las áreas de intimidad personal. “Esto hace que los parámetros de confianza y respeto se debiliten”.

En cambio, para Vargas las redes sociales poco o nada tienen que ver con la pérdida de confianza en la pareja, porque “el que quiere engañar u ocultar algo lo hará con o sin redes”, dice. Sin embargo, el terapeuta sí cree que son un canal para espiar a las personas por la cantidad de información privada que contienen”.

Tentador, más si la información de tu amor está a un clic. Sin embargo, en una relación amorosa, ambos son responsables de cuidar además de su espacio personal, el de la pareja.

En ese ámbito, se supone que saben qué les molesta y qué no; tienen códigos, formas de conducta pactadas y conocen sus personalidades. Ambos integrantes de la relación también saben si hay problemas o si el otro, o uno mismo, ejerce algún control. “Todo depende de la personalidad, de las experiencias anteriores, de las expectativas, de la compatibilidad y de las reglas que tienen explícitas o implícitas”.

Antes que compartir las claves de acceso a la información personal, deben edificar la relación en dos pilares, recomiendan los especialistas. El primero es la confianza: Uno debe otorgarla, porque se supone que ha elegido a una persona afín como pareja. El otro, debe dar las señales adecuadas para ser digno de esa confianza. El segundo pilar es el respeto, y ambos deben honrar los acuerdos y limitar ese espacio de dos en la red.

Si se rompe la confianza y se vulnera el respeto, los problemas serán evidentes y las redes sociales podrán ser una herramienta mal usada.

Entonces, de ser pareja se convierten en espías; en seguidores de cada paso que el otro da. “Esa desconfianza es una afrenta a la autoestima y a la confianza depositada en el otro”, dice Vargas, quien recalca que no son los indicios que se busca los que hacen daño, sino la interpretación de esas señales, que pueden ser ciertas o no.

Tener acceso a las redes sociales de la pareja, mirar cada ‘like’ que pone, en sí, perseguir a la pareja no evitará que tenga otros amigos o sea infiel, si ese el miedo. En ese caso el afectado o afectada debe evaluar la relación y hablar claramente.

En vez de tener una clave y volverse un investigador en línea, es mejor trabajar la autoestima, para ser una persona confiable y confiar en el otro.

Clave maestra

La sospecha te pone en alerta ante probables acciones desleales. Comunícale a tu pareja tus dudas.

Los celos dañan la relación. No te conviertas en un detective tratando de buscar las pruebas que incriminan a tu pareja.

Por cada acción de revisar te estás perdiendo algo de tu propia vida.

Los acuerdos ‘yo le doy el celular para que lo revise’ no sirven. La confianza no se recupera cediendo derechos.

Las acciones que resultan de celos afectan más la propia estima que el sentirte traicionada o traicionado. Cuando violas la intimidad del otro, devalúas tu valoración propia.

Fuentes: Juan José Vargas (psicólogo / jota2psycho@gmail,com), Tatiana Jáuregui (psicóloga / tatjaur@hotmail.com)

Fotos: kn3.net, nuevamujer.com


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