En los tiempos que corre la información que tenemos del otro cada vez es mayor, vivimos permanentemente comunicados y enterados acerca de lo que hacen nuestros amigos, nuestros familiares, compañeros de trabajo, etc. Todos sabemos de todos, como una especie de pacto implícito entre quienes aceptamos participar en las redes sociales. Hasta acá, no dijimos ninguna novedad, pero es cierto que el tema empieza a tomar profundidad cuando la vida virtual comienza a repercutir en la vida real.
Esto sucede muchas veces cuando estamos en pareja, porque con tantas herramientas de comunicación a nuestra disposición, no es nada raro que resulte más que tentador seguir el minuto a minuto de la persona que amamos, y si bien no hay nada de malo en que ambos nos tengamos en las redes sociales, el problema está cuando permanentemente necesitamos saber lo que hace el otro, cuando nos convertimos en espías de su mundo virtual , cuando pasamos a hacer el “stalker” oficial de todas sus cuentas online.
¿QUÉ ES STALKEAR?
El famoso término “stalkear”, que tanto auge va teniendo en la actualidad con la gran cantidad de aplicaciones virtuales que van surgiendo, proviene del inglés, más precisamente del verbo “to stalk” y significa espiar, perseguir o acosar. Por lo tanto, se dice que “stalkeamos” a alguien cuando constantemente le hacemos un seguimiento de toda su actividad en las redes sociales. Si esto se desarrolla dentro de una pareja, los conflictos no tardan en llegar, dado que el control absoluto sobre el otro, genera una tensión que deja sin aire a cualquier tipo de vínculo. Va más allá de los celos, porque hasta cosas simples como verlo “online” y que no nos salude puede desatar la tercera guerra mundial dentro de nuestra relación.
Vivir pendiente de la vida online de la persona que amamos, llega a transformarse en un obstáculo que impide que la relación se abra paso naturalmente, no porque se convierta precisamente en una obsesión, que sin duda lo puede llegar a ser, sino porque nadie puede encontrarse cómodo dentro de un vínculo en que más que amado se siente vigilado. No poder parar de stalkear a nuestra pareja, nos convierte en un “panóptico humano” en una especie de “ojo de gran hermano” que para funcionar bien necesita saber cada paso virtual que hace el otro.
Para no caer en esta situación es fundamental no alimentar la creencia de que cuanto más sepamos de la otra persona, más a salvo va a estar nuestra relación. Por lo tanto, es importante tener en cuanta:
-La sobreinformación no garantiza más amor. Saber todo sobre el otro no significa que nuestro amor crezca o que nuestra relación esté más segura, al contrario, no existe nada más nocivo para un vínculo que quienes lo integran no puedan sentirse libres.
-No dejar que nuestra pareja se contamine del universo “online”. Cuando constantemente entramos en discusiones por lo que espiamos virtualmente del otro, ya sea porque no nos respondió cuando queríamos, porque no estamos de acuerdo con quienes agrego a sus contactos o porque no nos likeo algo que subimos, etc ; vamos de a poco llevando a la pareja al conflicto permanente, desgastando no sólo a nuestra relación, sino también a nosotros mismos.
-Poner un foco excesivo en lo virtual provoca que descuidemos lo real. Nuestra pareja va más allá de las redes, nuestro amor no es virtual, pero si nuestra mirada no puede concentrarse en eso, empezamos gradualmente a descuidar aspectos esenciales de la relación, como son la confianza mutua y el respeto por la libertad del otro.
-La necesidad de control genera estrés permanente. Nadie puede ser feliz si necesita constantemente estar pendiente de los pasos que hace el otro, se genera un grado de dependencia que nada tiene que ver con el amor. Debemos ser conscientes de esto para saber que ninguna relación es sana cuando hay una invasión extrema de la privacidad de quienes la conforman.
Stalkear a la persona que amamos no va a generar que el vínculo se vuelva más fuerte o que nos sintamos más seguros, al contrario, nada genera más conflictos que la sobreinformación indiscriminada que nos abruma desde lo virtual, y mucho más cuando nos volvemos dependientes de la misma. Por eso, es importante tener presente que si constantemente espiamos a nuestra pareja en sus redes sociales para tener un control sobre lo que hace o deja de hacer, vamos a atentar contra la confianza necesaria que debe existir entre los dos, porque como se suele decir, amar no es lograr tener todo el control sobre la relación, sino que es no necesitar tenerlo.
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