Los besos, caricias y mimos hacen un gran papel en el desarrollo de una relación apasionada. Existen detalles importantes a tomar en cuenta al momento de besar a la pareja. Estos son:
1. Preparar los labios.
Se debe mantener los labios relajados. Hay que abrirlos un poco para que tu pareja sepa que estás listo o lista para el beso. Hay que procurar eliminar la resequedad con un protector labial o lamiendo tus labios ligeramente. Se puede utilizar un protector o bálsamo labial en lugar de brillo labial, ya que el brillo puede ser pegajoso, mientras que el protector labial puede hacer que los labios se pongan suaves y brillantes.
2. Mordisco.
Es recomendable morder tiernamente a la pareja para compartir un beso apasionado y placentero con ella. Además de los besos en los labios, se debe tener presente darlos en las mejillas y en el cuello.Ayudará a incrementar el estado de ánimo de su pareja.
3. Labio inferior.
No debe descuidarse el labio inferior de la pareja. Se los puede morder ligeramente. Esto le enseñará el deseo por ella.
3. Escenarios.
Las salas de cine o jardines vacíos pueden ser el lugar ideal para besar a su pareja.
Consejos para las parejas, como actuar en infidelidad, noviazgo y mucho amor
martes, 11 de abril de 2017
Una historia de amor original
Como no podía ser diferente en el mundo actual que nos encontramos inmersos, donde las redes sociales son testigos y se convierten en “vitrinas” de actividades familiares e interpersonales, el video de un joven cochabambino que organizó un baile sorpresa a su novia para pedirle matrimonio, llamó tanto la atención, que en pocas horas se viralizó, llegando a casi 30 mil reproducciones.
Muchos de los que vieron los casi ocho minutos del video, se habrán emocionado y admirado por la forma tan original que eligió Eduardo Galetovic Schoengut para demostrar su amor por Allyson Encinas Pattzy.
El 31 de julio de 2016, esta joven pareja decidió que quería vivir junta el resto de sus vidas y comenzó a organizar su matrimonio.
Después de ocho meses, por fin, llegó el día. En una emotiva ceremonia civil, ambos intercambiaron sus votos, ante la mirada de sus familiares y amigos más cercanos, quienes compartieron ese día tan especial para Eduardo y Allyson, quienes muestran su amor y su felicidad, sin máscaras ni temor al qué dirán.
Jugada del destino
Sentados uno al lado del otro, intercambian miradas de rato en rato, como para calmar el nerviosismo mutuo que se refleja en las sonrisas cómplices de ambos.
Eduardo y Allyson aceptaron contar su historia de amor, sin complejos ni secretos.
“Eres una ‘wawa perdechi’ (en alusión a
que ella es tres años mayor que él)”, dice
a tiempo de recordar como el destino los puso en un mismo camino.
Ambos estudiaban en el colegio Kanata, Allyson conocía a Eduardo, porque era el hermano menor de su compañera Adriana, por lo que nunca “lo miró con otros ojos”.
Después de egresar en 2006, pasaron ocho años para que su promoción se reúna y festeje el reencuentro. La casa elegida: la de Adriana Galetovic, el asistente inesperado: Eduardo, quien no pudo ignorar la presencia de Allyson. Y como dice él:
“el destino quiso que esa noche estuviera ahí, una noche que cambió mi futuro, porque conocí a la mujer de mi vida”.
La amistad que nació entre ambos, se fue consolidando mes a mes, hasta que el 3 de agosto del 2015 decidieron darle una oportunidad al amor y comenzaron su relación de pareja.
Eduardo estaba seguro que quería casarse con Allyson y eligió la fecha de su primer aniversario como novios para pedirle matrimonio. “Quería que sea especial, algo inolvidable”, dice con una amplia sonrisa que ilumina su rostro, sin duda, está enamorado.
Se puso manos a la obra, buscó ideas en YouTube y lo que más le atrajo fue hacerlo bailando. Contrató a la productora Reflex, quien eligió el elenco de Henry Suárez para acompañar al novio. Eduardo pasó clases de baile para aprender la coreografía de la canción “Andas en mi cabeza”, que Allyson le había dedicado meses antes.
Esa mañana de domingo, las hermanas de Eduardo llevaron de paseo a la joven por la Plaza Principal y la condujeron al pasaje ubicado a lado de la Catedral. Todo estaba preparado, con la complicidad inesperada de las monjitas de las Paulinas que abrieron las rejas de ese pasaje que permanece cerrado ese día y ocultaron a los padres y amigos de Eduardo y Allyson en una habitación hasta que escuchen la señal pactada.
Todo ocurrió tan rápido, el baile, la pedida de mano... una mezcla de emociones y sentimientos de ambos y de todos los presentes, que no pudieron contener las lágrimas y las sonrisas.
Una vez comprometidos, comenzaron a preparar detalle a detalle el día de su boda, querían que sea inolvidable para todos. Y lo lograron, hace un poco más de un mes, ambos intercambiaron sus votos matrimoniales en un hermoso jardín en el centro de eventos Ensueño en Tiquipaya.
Disfrutaron al máximo la compañía de sus invitados y bailaron casi toda la noche.
“Fue un día inolvidable”, recuerda Allyson al comentar que Eduardo lloró de emoción gran parte de la ceremonia.
A pocos minutos de terminar la entrevista, la joven pareja se agarra de las manos y con mucha alegría dice: “Ahora ya no somos dos. Estamos muy emocionados”.
Muchos de los que vieron los casi ocho minutos del video, se habrán emocionado y admirado por la forma tan original que eligió Eduardo Galetovic Schoengut para demostrar su amor por Allyson Encinas Pattzy.
El 31 de julio de 2016, esta joven pareja decidió que quería vivir junta el resto de sus vidas y comenzó a organizar su matrimonio.
Después de ocho meses, por fin, llegó el día. En una emotiva ceremonia civil, ambos intercambiaron sus votos, ante la mirada de sus familiares y amigos más cercanos, quienes compartieron ese día tan especial para Eduardo y Allyson, quienes muestran su amor y su felicidad, sin máscaras ni temor al qué dirán.
Jugada del destino
Sentados uno al lado del otro, intercambian miradas de rato en rato, como para calmar el nerviosismo mutuo que se refleja en las sonrisas cómplices de ambos.
Eduardo y Allyson aceptaron contar su historia de amor, sin complejos ni secretos.
“Eres una ‘wawa perdechi’ (en alusión a
que ella es tres años mayor que él)”, dice
a tiempo de recordar como el destino los puso en un mismo camino.
Ambos estudiaban en el colegio Kanata, Allyson conocía a Eduardo, porque era el hermano menor de su compañera Adriana, por lo que nunca “lo miró con otros ojos”.
Después de egresar en 2006, pasaron ocho años para que su promoción se reúna y festeje el reencuentro. La casa elegida: la de Adriana Galetovic, el asistente inesperado: Eduardo, quien no pudo ignorar la presencia de Allyson. Y como dice él:
“el destino quiso que esa noche estuviera ahí, una noche que cambió mi futuro, porque conocí a la mujer de mi vida”.
La amistad que nació entre ambos, se fue consolidando mes a mes, hasta que el 3 de agosto del 2015 decidieron darle una oportunidad al amor y comenzaron su relación de pareja.
Eduardo estaba seguro que quería casarse con Allyson y eligió la fecha de su primer aniversario como novios para pedirle matrimonio. “Quería que sea especial, algo inolvidable”, dice con una amplia sonrisa que ilumina su rostro, sin duda, está enamorado.
Se puso manos a la obra, buscó ideas en YouTube y lo que más le atrajo fue hacerlo bailando. Contrató a la productora Reflex, quien eligió el elenco de Henry Suárez para acompañar al novio. Eduardo pasó clases de baile para aprender la coreografía de la canción “Andas en mi cabeza”, que Allyson le había dedicado meses antes.
Esa mañana de domingo, las hermanas de Eduardo llevaron de paseo a la joven por la Plaza Principal y la condujeron al pasaje ubicado a lado de la Catedral. Todo estaba preparado, con la complicidad inesperada de las monjitas de las Paulinas que abrieron las rejas de ese pasaje que permanece cerrado ese día y ocultaron a los padres y amigos de Eduardo y Allyson en una habitación hasta que escuchen la señal pactada.
Todo ocurrió tan rápido, el baile, la pedida de mano... una mezcla de emociones y sentimientos de ambos y de todos los presentes, que no pudieron contener las lágrimas y las sonrisas.
Una vez comprometidos, comenzaron a preparar detalle a detalle el día de su boda, querían que sea inolvidable para todos. Y lo lograron, hace un poco más de un mes, ambos intercambiaron sus votos matrimoniales en un hermoso jardín en el centro de eventos Ensueño en Tiquipaya.
Disfrutaron al máximo la compañía de sus invitados y bailaron casi toda la noche.
“Fue un día inolvidable”, recuerda Allyson al comentar que Eduardo lloró de emoción gran parte de la ceremonia.
A pocos minutos de terminar la entrevista, la joven pareja se agarra de las manos y con mucha alegría dice: “Ahora ya no somos dos. Estamos muy emocionados”.
Las parejas felices dicen: El “después” es tan o más importante
Cuando hay amor...
el sexo adquiere otra tónica
La importancia del placer físico entre dos personas que se aman es incuestionable.
Lo que realmente vale es aprender a diferenciar los breves intercambios de pasión entre dos cuerpos que se desean por el mero goce de la piel y la creación de puentes que fortalecen conexiones, mientras experimentan un estado de satisfacción permanente donde las mentes se empalman.
Las parejas que han logrado establecer esta diferencia y llevarla a la práctica con éxito tienen ciertos comportamientos que permiten afianzar aún más el amor luego del acto sexual.
Es interesante, ya que la mayoría de las parejas tiene en cuenta estos aspectos instintivamente: comparten caricias, se miran a los ojos y, en ocasiones, hablan, de temas que serían tabú si se tocaran en otro momento.
Estas señales, que nacen de hábitos silenciosamente adoptados, hacen la diferencia entre encuentros casuales y vínculos que cultivan el amor, lo que convierte al momento post-coital en uno de los preferidos por las parejas que se aman:
Ñ La piel dice más de lo que aparenta. En un ambiente donde predomina el amor y la confianza, el cómo somos tocados intensifica su cualidad positiva a partir del quién nos toca. Las parejas que se aman lo saben y por eso intercambian caricias y roces después del sexo, ya no con el objetivo de un nuevo encuentro sexual, sino con el fin de hacer que el otro sienta, piel con piel, la propia felicidad, gratitud y alegría.
Ñ El lenguaje de las miradas. Mirar directo a los ojos de quien amamos en una actitud franca y serena es, en cualquier contexto, una forma de navegar en sus sentimientos y manifestar los propios, a veces de manera tan inexplicablemente perfecta, que no hace falta pronunciar palabra alguna. Pero, hacerlo justo después de haber compartido el placer del cuerpo encierra cierta magia, pues la noción de desnudez parece trasladarse de la piel a la mirada y aquello resulta en un desnudo distinto, un desabrigo mental que no da frío.
Ñ Las conversaciones son mejores sobre sábanas. Para dos personas que se aman, las sábanas, lejos de perder importancia después del sexo, se convierten en el refugio perfecto para la confesión de secretos y emociones intensas que, a menudo, desbordan la capacidad de las palabras.
Más allá de los “Te amo” que suelen deslizarse por los bordes de la cama, el intercambio de ideas y pensamientos que se da justo después del encuentro sexual se desenvuelve sobre un hilo de emociones de tal magnitud que la pareja comúnmente se descubre develando sueños, miedos, angustias y esperanzas con una libertad absoluta. La plenitud que el sexo en soledad no alcanza, pero el amor sí conquista.
Si no le has sacado todo el provecho al “después de”, es hora de considerarlo seriamente. En el amor se valen tantas cosas como sea posible imaginar, siempre y cuando respetes tu integridad y la de tu pareja. La salud emocional abarca todos los aspectos de la relación afectiva y contempla a cada miembro de ella por separado y como una unión, sin lugar para exclusiones. Cuantas más herramientas tengas para vivir el amor a plenitud, menor será la distancia entre la felicidad y tú.
el sexo adquiere otra tónica
La importancia del placer físico entre dos personas que se aman es incuestionable.
Lo que realmente vale es aprender a diferenciar los breves intercambios de pasión entre dos cuerpos que se desean por el mero goce de la piel y la creación de puentes que fortalecen conexiones, mientras experimentan un estado de satisfacción permanente donde las mentes se empalman.
Las parejas que han logrado establecer esta diferencia y llevarla a la práctica con éxito tienen ciertos comportamientos que permiten afianzar aún más el amor luego del acto sexual.
Es interesante, ya que la mayoría de las parejas tiene en cuenta estos aspectos instintivamente: comparten caricias, se miran a los ojos y, en ocasiones, hablan, de temas que serían tabú si se tocaran en otro momento.
Estas señales, que nacen de hábitos silenciosamente adoptados, hacen la diferencia entre encuentros casuales y vínculos que cultivan el amor, lo que convierte al momento post-coital en uno de los preferidos por las parejas que se aman:
Ñ La piel dice más de lo que aparenta. En un ambiente donde predomina el amor y la confianza, el cómo somos tocados intensifica su cualidad positiva a partir del quién nos toca. Las parejas que se aman lo saben y por eso intercambian caricias y roces después del sexo, ya no con el objetivo de un nuevo encuentro sexual, sino con el fin de hacer que el otro sienta, piel con piel, la propia felicidad, gratitud y alegría.
Ñ El lenguaje de las miradas. Mirar directo a los ojos de quien amamos en una actitud franca y serena es, en cualquier contexto, una forma de navegar en sus sentimientos y manifestar los propios, a veces de manera tan inexplicablemente perfecta, que no hace falta pronunciar palabra alguna. Pero, hacerlo justo después de haber compartido el placer del cuerpo encierra cierta magia, pues la noción de desnudez parece trasladarse de la piel a la mirada y aquello resulta en un desnudo distinto, un desabrigo mental que no da frío.
Ñ Las conversaciones son mejores sobre sábanas. Para dos personas que se aman, las sábanas, lejos de perder importancia después del sexo, se convierten en el refugio perfecto para la confesión de secretos y emociones intensas que, a menudo, desbordan la capacidad de las palabras.
Más allá de los “Te amo” que suelen deslizarse por los bordes de la cama, el intercambio de ideas y pensamientos que se da justo después del encuentro sexual se desenvuelve sobre un hilo de emociones de tal magnitud que la pareja comúnmente se descubre develando sueños, miedos, angustias y esperanzas con una libertad absoluta. La plenitud que el sexo en soledad no alcanza, pero el amor sí conquista.
Si no le has sacado todo el provecho al “después de”, es hora de considerarlo seriamente. En el amor se valen tantas cosas como sea posible imaginar, siempre y cuando respetes tu integridad y la de tu pareja. La salud emocional abarca todos los aspectos de la relación afectiva y contempla a cada miembro de ella por separado y como una unión, sin lugar para exclusiones. Cuantas más herramientas tengas para vivir el amor a plenitud, menor será la distancia entre la felicidad y tú.
La falta de sexo produce estrés
Consecuencias del estrés mejorar la vida conyugal
Ampliamente se han demostrado los estragos que genera el estrés. No hay arista del cuerpo o de la mente que no se haya desfigurado con su toque y su presencia.
No es novedad que el agobio cotidiano y la vorágine en la que se sobrevive diariamente domina el apetito sexual.
Una reciente investigación alemana le agrega malestar a la trama ya que se asegura que la falta de sexo genera estrés.
Psicólogos de la Universidad germana de Gotinga han entrevistado a 31.868 hombres y mujeres.
El 36 por ciento de los varones y el 35 por ciento de las mujeres que mantienen relaciones íntimas se concentran en el campo laboral y en otras actividades para olvidar frustraciones y para ocupar sus vidas.
Más de la mitad de los encuestados afirmó que mantienen relaciones solamente una vez a la semana.
La realidad se convierte en un círculo vicioso del cual es complejo librarse ya que no tener sexo provoca estrés, pero no se tiene sexo a raíz de la tensión diaria.
“A menor cantidad de sexo, más ocupaciones. Más se llenan las agendas con actividades que imposibilitan el encuentro. Hombres y mujeres agotan sus energías en otras actividades y cuando llegan a sus hogares lo único que quieren es acostarse, sí, pero a dormir”, razona el sexólogo chileno Jaime Navarro Vargas.
“El síndrome del deseo sexual inhibido es un mal que se extiende en todo el mundo, porque se relaciona directa y casi únicamente con el estilo de vida que se lleva, que es inhumano y mortal. Dejando de lado los posibles problemas físicos que una persona pueda llegar a tener para no querer o no poder hacer el amor es inimaginable y lamentable lo que está pasando con personas absolutamente sanas que se abstienen de tener sexo por tener que cumplir con obligaciones que exigen toda la concentración”, continúa explicando el profesional.
De las ocho mil parejas encuestadas, de edades que oscilan entre los 21 y 45 años que fueron encuestadas, el 48 por ciento de las mujeres aseguraron que no mantienen relaciones sexuales ya que cuando llegan a sus hogares están cansadas, deben atender los quehaceres domésticos y lo único que pretenden es dormir.
Las cifras masculinas también resultaron sorprendentes, ya que el 43 por ciento de los interrogados manifestó que el deseo sexual solamente se mantiene alto en períodos de descanso, como las vacaciones y que durante el año están tan ocupados con las obligaciones, que no pueden ni quieren comprometerse afectivamente con nadie. Esta falta de interés resulta dañina y peligrosa, pero diseña y explica una tendencia mundial.
Algunas ventajas
Los especialistas coinciden en que cargarse de tensiones es malo para la salud, a corto y largo plazo.
“La gente no ve las ventajas del sexo, más allá de ser una manifestación carnal de amor, el sexo es terapéutico. Las personas descansan mejor después de haber tenido relaciones íntimas, se levantan con muy buen humor y encaran un día con la mente clara y el cuerpo despliega una luz y energía que se advierte a vista de cualquiera, pero lo más importante es que las personas que practican el sexo no se preocupan tanto por llenarse de obligaciones y no se someten al grado de estrés que manejan aquellos que tienen las agendas repletas de actividades que enferman”, explica el especialista.
“El contacto sexual, el tomarse de la mano o prodigarse un abrazo provoca que se genere menos riesgo de contraer enfermedades físicas y mentales”, dijo Navarro Vargas.
El entrevistado asegura que renunciar al costado más animal del ser humano es atentar contra la salud y dejar que se diluya la pasión y el estímulo en la pareja suelen ser negligencias caras de pagar.
Entonces, el primer paso para que esto no ocurra es aprender a liberar tensiones en la alcoba.
Ampliamente se han demostrado los estragos que genera el estrés. No hay arista del cuerpo o de la mente que no se haya desfigurado con su toque y su presencia.
No es novedad que el agobio cotidiano y la vorágine en la que se sobrevive diariamente domina el apetito sexual.
Una reciente investigación alemana le agrega malestar a la trama ya que se asegura que la falta de sexo genera estrés.
Psicólogos de la Universidad germana de Gotinga han entrevistado a 31.868 hombres y mujeres.
El 36 por ciento de los varones y el 35 por ciento de las mujeres que mantienen relaciones íntimas se concentran en el campo laboral y en otras actividades para olvidar frustraciones y para ocupar sus vidas.
Más de la mitad de los encuestados afirmó que mantienen relaciones solamente una vez a la semana.
La realidad se convierte en un círculo vicioso del cual es complejo librarse ya que no tener sexo provoca estrés, pero no se tiene sexo a raíz de la tensión diaria.
“A menor cantidad de sexo, más ocupaciones. Más se llenan las agendas con actividades que imposibilitan el encuentro. Hombres y mujeres agotan sus energías en otras actividades y cuando llegan a sus hogares lo único que quieren es acostarse, sí, pero a dormir”, razona el sexólogo chileno Jaime Navarro Vargas.
“El síndrome del deseo sexual inhibido es un mal que se extiende en todo el mundo, porque se relaciona directa y casi únicamente con el estilo de vida que se lleva, que es inhumano y mortal. Dejando de lado los posibles problemas físicos que una persona pueda llegar a tener para no querer o no poder hacer el amor es inimaginable y lamentable lo que está pasando con personas absolutamente sanas que se abstienen de tener sexo por tener que cumplir con obligaciones que exigen toda la concentración”, continúa explicando el profesional.
De las ocho mil parejas encuestadas, de edades que oscilan entre los 21 y 45 años que fueron encuestadas, el 48 por ciento de las mujeres aseguraron que no mantienen relaciones sexuales ya que cuando llegan a sus hogares están cansadas, deben atender los quehaceres domésticos y lo único que pretenden es dormir.
Las cifras masculinas también resultaron sorprendentes, ya que el 43 por ciento de los interrogados manifestó que el deseo sexual solamente se mantiene alto en períodos de descanso, como las vacaciones y que durante el año están tan ocupados con las obligaciones, que no pueden ni quieren comprometerse afectivamente con nadie. Esta falta de interés resulta dañina y peligrosa, pero diseña y explica una tendencia mundial.
Algunas ventajas
Los especialistas coinciden en que cargarse de tensiones es malo para la salud, a corto y largo plazo.
“La gente no ve las ventajas del sexo, más allá de ser una manifestación carnal de amor, el sexo es terapéutico. Las personas descansan mejor después de haber tenido relaciones íntimas, se levantan con muy buen humor y encaran un día con la mente clara y el cuerpo despliega una luz y energía que se advierte a vista de cualquiera, pero lo más importante es que las personas que practican el sexo no se preocupan tanto por llenarse de obligaciones y no se someten al grado de estrés que manejan aquellos que tienen las agendas repletas de actividades que enferman”, explica el especialista.
“El contacto sexual, el tomarse de la mano o prodigarse un abrazo provoca que se genere menos riesgo de contraer enfermedades físicas y mentales”, dijo Navarro Vargas.
El entrevistado asegura que renunciar al costado más animal del ser humano es atentar contra la salud y dejar que se diluya la pasión y el estímulo en la pareja suelen ser negligencias caras de pagar.
Entonces, el primer paso para que esto no ocurra es aprender a liberar tensiones en la alcoba.
Ghosting: esfumarse, en vez de terminar la relación
MODOS DE ACTUAR SENTIMIENTOS DESVALORIZADOS
¿Un día no te llamó más? ¿Hace varios días no responde tus mensajes? Podrías ser víctima del ´ghosting´, una forma de terminar con la pareja.
Julia no lo puede creer. Tuvo una relación de casi un año con un hombre que parecía ser el gran amor de su vida. De repente, todo comenzó a cambiar, dice ella que “de un día para otro”. Lo cierto es que ese hombre en el que tenía puestas todas sus expectativas de pareja desapareció sin decir “esta boca es mía”.
Ella todavía no sabe si esto fue una manera de terminar la relación, o simplemente de tomar distancia temporalmente. La situación es confusa para ella. Lo llamó y le escribió varios mensajes, pero él no respondió. No sabe si intentarlo de nuevo. A veces piensa que puede estar pasando por algún problema y por eso no aparece.
En otras ocasiones cree que sencillamente no tuvo el valor para terminar con ella cara a cara y por eso desapareció y ahora la evade.
¿Te suena familiar esa situación? Julia es un personaje ficticio, pero, de seguro, todos hemos conocido alguna Julia o hemos sido ella misma en alguna ocasión. Y es que desaparecer de la relación, en lugar de terminarla directamente, se convirtió en una práctica frecuente. Tan común es que ya le pusieron un nombre: “Ghosting”, o convertirse en fantasma de la noche a la mañana. ¿Por qué ocurre esto?
Desaparecer, ¿una forma de terminar o de perpetuar?
Se supone que entre dos adultos esto no debería pasar. Cuando comienza una relación de pareja, ambos asumen que esta continúa hasta que alguno de los dos quiera terminar. Lo razonable es que en ese momento quede marcado en el tiempo mediante una comunicación abierta, para que el otro entienda que el vínculo acabó y que ya cada uno es libre para gestionar su vida sentimental con total independencia.
Todos sabemos que terminar una relación rara vez es fácil. Ambos suelen salir lastimados, pero un poco más, generalmente, el que no toma la decisión o no la manifiesta, “el dejado” o “la dejada”. Sin embargo, por desagradable que sea ese momento se entiende que lo mínimo que se puede hacer es comunicarle al otro que el vínculo se ha roto.
Esto, que parece tan obvio, no es claro para muchos adultos. Estos se alejan y con su alejamiento pretenden que el otro entienda que es una forma de ponerle punto final a la relación. Además para ellos es muy cómodo, ya que evita las explicaciones, las escenas y los malos ratos.
El problema está en que esta situación, por sí misma, encierra una paradoja. Al no terminar directamente, sino elegir desaparecer, este “desaparecido” también perpetúa, de una manera u otra, el vínculo con su ex.
Y lo perpetúa porque el afectado tendrá algún grado de incertidumbre, que durante algún tiempo no le permitirá cerrar el tema. El “desaparecido” finge que no lo sabe, pero vaya que sí lo sabe. Sin embargo, lo suyo es cerrar una puerta y abrir una ventana: manipular para manejar más fácilmente su propio duelo.
No terminar las relaciones complica el duelo
Por duro que sea, siempre es más sano terminar una relación directamente que dejarla en suspenso y así abrir paso a todo tipo de interpretaciones y conjeturas. Cuando sabes que perdiste a alguien, quieras o no, comienza el proceso para asumirlo. Eso implica sufrir la pérdida, llorarla y buscar una manera de reorganizar el mundo emocional.
Si la relación ha sido intrascendente, desaparecer puede ser una conclusión obvia y digerible. Pero si en la pareja han existido sentimientos intensos, planes conjuntos, expectativas formadas, la situación se torna mucho más complicada. En estos casos, desaparecer equivale a abandonar en el sentido estricto del término. Y para quien es abandonado, implica un duelo impreciso, que no estará exento de esperanzas fallidas y rabia por haber sido ignorado como parte activa de la relación.
Las personas “desaparecen” porque no tienen la claridad o la fortaleza psicológica para terminar y saben que están haciendo daño. Pero no les importa. Resuelven el tema causándole una gran herida al otro, pues esto les otorga cierto poder sobre la situación.
Los protege a ellos mismos de sufrir su duelo, porque más bien deciden ignorarlo y seguir adelante. Aparentemente. En el fondo, también se causan daño a sí mismos.
El “Ghosting” es una práctica propia de personas egoístas e inmaduras, que se sienten inferiores a las circunstancias. No confían en sus propios recursos y probablemente también han sido abandonadas en el pasado, por eso no quieren darle la cara a un duelo. Sin embargo, al pasar por encima de los sentimientos del otro faltan sobre todo a la honestidad consigo mismos. Y esto, más temprano que tarde, minará también sus relaciones posteriores.
¿Un día no te llamó más? ¿Hace varios días no responde tus mensajes? Podrías ser víctima del ´ghosting´, una forma de terminar con la pareja.
Julia no lo puede creer. Tuvo una relación de casi un año con un hombre que parecía ser el gran amor de su vida. De repente, todo comenzó a cambiar, dice ella que “de un día para otro”. Lo cierto es que ese hombre en el que tenía puestas todas sus expectativas de pareja desapareció sin decir “esta boca es mía”.
Ella todavía no sabe si esto fue una manera de terminar la relación, o simplemente de tomar distancia temporalmente. La situación es confusa para ella. Lo llamó y le escribió varios mensajes, pero él no respondió. No sabe si intentarlo de nuevo. A veces piensa que puede estar pasando por algún problema y por eso no aparece.
En otras ocasiones cree que sencillamente no tuvo el valor para terminar con ella cara a cara y por eso desapareció y ahora la evade.
¿Te suena familiar esa situación? Julia es un personaje ficticio, pero, de seguro, todos hemos conocido alguna Julia o hemos sido ella misma en alguna ocasión. Y es que desaparecer de la relación, en lugar de terminarla directamente, se convirtió en una práctica frecuente. Tan común es que ya le pusieron un nombre: “Ghosting”, o convertirse en fantasma de la noche a la mañana. ¿Por qué ocurre esto?
Desaparecer, ¿una forma de terminar o de perpetuar?
Se supone que entre dos adultos esto no debería pasar. Cuando comienza una relación de pareja, ambos asumen que esta continúa hasta que alguno de los dos quiera terminar. Lo razonable es que en ese momento quede marcado en el tiempo mediante una comunicación abierta, para que el otro entienda que el vínculo acabó y que ya cada uno es libre para gestionar su vida sentimental con total independencia.
Todos sabemos que terminar una relación rara vez es fácil. Ambos suelen salir lastimados, pero un poco más, generalmente, el que no toma la decisión o no la manifiesta, “el dejado” o “la dejada”. Sin embargo, por desagradable que sea ese momento se entiende que lo mínimo que se puede hacer es comunicarle al otro que el vínculo se ha roto.
Esto, que parece tan obvio, no es claro para muchos adultos. Estos se alejan y con su alejamiento pretenden que el otro entienda que es una forma de ponerle punto final a la relación. Además para ellos es muy cómodo, ya que evita las explicaciones, las escenas y los malos ratos.
El problema está en que esta situación, por sí misma, encierra una paradoja. Al no terminar directamente, sino elegir desaparecer, este “desaparecido” también perpetúa, de una manera u otra, el vínculo con su ex.
Y lo perpetúa porque el afectado tendrá algún grado de incertidumbre, que durante algún tiempo no le permitirá cerrar el tema. El “desaparecido” finge que no lo sabe, pero vaya que sí lo sabe. Sin embargo, lo suyo es cerrar una puerta y abrir una ventana: manipular para manejar más fácilmente su propio duelo.
No terminar las relaciones complica el duelo
Por duro que sea, siempre es más sano terminar una relación directamente que dejarla en suspenso y así abrir paso a todo tipo de interpretaciones y conjeturas. Cuando sabes que perdiste a alguien, quieras o no, comienza el proceso para asumirlo. Eso implica sufrir la pérdida, llorarla y buscar una manera de reorganizar el mundo emocional.
Si la relación ha sido intrascendente, desaparecer puede ser una conclusión obvia y digerible. Pero si en la pareja han existido sentimientos intensos, planes conjuntos, expectativas formadas, la situación se torna mucho más complicada. En estos casos, desaparecer equivale a abandonar en el sentido estricto del término. Y para quien es abandonado, implica un duelo impreciso, que no estará exento de esperanzas fallidas y rabia por haber sido ignorado como parte activa de la relación.
Las personas “desaparecen” porque no tienen la claridad o la fortaleza psicológica para terminar y saben que están haciendo daño. Pero no les importa. Resuelven el tema causándole una gran herida al otro, pues esto les otorga cierto poder sobre la situación.
Los protege a ellos mismos de sufrir su duelo, porque más bien deciden ignorarlo y seguir adelante. Aparentemente. En el fondo, también se causan daño a sí mismos.
El “Ghosting” es una práctica propia de personas egoístas e inmaduras, que se sienten inferiores a las circunstancias. No confían en sus propios recursos y probablemente también han sido abandonadas en el pasado, por eso no quieren darle la cara a un duelo. Sin embargo, al pasar por encima de los sentimientos del otro faltan sobre todo a la honestidad consigo mismos. Y esto, más temprano que tarde, minará también sus relaciones posteriores.
viernes, 7 de abril de 2017
El éxito de las relaciones a distancia
En la situación actual de desplazamientos de trabajo o estudios, nos vemos obligados cada vez más a recurrir a una relación de pareja a distancia, al menos de manera temporal.
La buena noticia es que en un mundo en mayor medida globalizado y con importantes avances en el campo de la tecnología, los transportes y las comunicaciones, es más fácil llevar una relación a distancia.
El roaming y las vídeollamadas por Skype y otras plataformas de Internet, aunque, evidentemente, no suplen muchas necesidades de afecto, son una buena alternativa para no perder el contacto y la complicidad.
No todo el mundo está preparado
La distancia es un factor muy importante, pero no siempre tiene que ver con el fracaso: “Hay parejas que saben llevar bien esa distancia y sacar lo necesario para mantener una convivencia, aunque no tan estrecha como antes”, afirma Sergio García, profesional del Colegio de Psicólogos de Madrid.
Es el caso de Alba, que a sus 26 años ya ha vivido dos relaciones a distancia. La primera, entre Madrid y California, duró cuatro años; una experiencia que, afirma, le parece ahora una locura: “No todo el mundo está preparado para ello, hay que tener unos objetivos claros, un plan y ser fuerte”, explica Alba, que ahora mantiene una nueva relación Madrid-Soria.
A su juicio, sin la tecnología actual sería imposible conservar el vínculo: “La tecnología llega hasta cierto punto y durante un tiempo determinado, pero no es algo que se pueda mantener de manera permanente. Esa falta de contacto se suple durante un periodo determinado, pero sabes que esa situación va a tener un fin”, destaca Alba.
Max también ha vivido una historia de amor entre Madrid y Murcia. Para él, lo más importante es saber a dónde va ese proyecto en común, no agobiarse por el futuro y disfrutar el presente: “No tiene por qué ser la relación de tu vida”, afirma.
Rocío vive en Madrid y su pareja en Málaga. Para ella, es muy importante el interés mutuo: “En el momento en el que notas que das más que la otra persona, ahí empiezan los problemas”, señala.
Los tres coinciden en que no todos somos iguales y, por ello, no todos estamos preparados para tener una relación de pareja a distancia.
Aspectos positivos
Este tipo de relaciones se perciben socialmente como una sentencia para la pareja, que está condenada al fracaso. Esto provoca miedo y frustración, pero, aunque a priori parezca lo contrario, también puede resultar beneficioso para la convivencia.
“Cada uno va a tener su espacio individual, no se va a sentir colapsado o invadido por el otro y este es uno de los factores que en ocasiones destruye las relaciones porque sienten que, de alguna manera, han perdido su individualidad y ya no pueden hacer lo mismo que hacían antes”, explica Sergio García.
Con una llamada diaria y visitas cada cierto tiempo, las dos personas mantienen su complicidad, al tiempo que llevan una vida totalmente independiente, por lo que siempre tendrán algo nuevo que contarse.
De acuerdo con este experto en Psicología, la pareja se esfuerza más en cuidar la comunicación porque “es como si nos hubiesen puesto un muro que hay que romper y eso hay que trabajarlo día a día”, expresa.
Alba también destaca algunos aspectos positivos, como “demostrar que eres capaz de mantener esa relación con la persona que quieres y por la que estás luchando”, aunque opina que tiene más puntos negativos que positivos.
Para Max y Rocío, la pareja a distancia es una oportunidad ideal para dedicar tiempo a uno mismo.
“También es importante aceptar que cuando la pareja se establece finalmente en una misma ciudad, puede que la convivencia después no funcione”, advierte Max.
La distancia tiene que ver con el afecto
“Nos han enseñado que hay un periodo de noviazgo en el cual cada uno vive separado y que el fin es unirse y tener una convivencia. Cuando de repente esto salta por los aires porque hay una relación a distancia, tenemos que olvidarnos de todo lo aprendido”, sostiene el psicólogo.
La comunicación debe ser lo prioritario y para ello recomienda no perder ese “feeling” con el compañero o compañera sentimental para poder seguir dentro de ese proyecto en común, compartiendo ciertas aficiones que hacen que la relación sea factible.
La distancia también puede ser un buen pretexto social para terminar una relación porque todas las personas de alrededor van a entender esa ruptura, incluso algunas la veían venir.
“No es la distancia en kilómetros -aunque también puede ser una cuestión a tener en cuenta- es la distancia afectiva, cuando la otra persona ya no me entiende y de repente tiene unas aficiones o un proyecto común diferente al mío”, declara Sergio García.
Algunas pautas para lograrlo
Según un estudio de 2013 publicado en el Journal of Communication, la gente que mantiene relaciones a larga distancia son más propensos a compartir pensamientos y sentimientos significativos con sus parejas que aquellos que no lo son. Aparentemente, esas personas tienden a idealizar los comportamientos de sus parejas, lo que conduce a un mayor sentido de intimidad. Pero lo cierto es que estar separado definitivamente es difícil, incluso para las parejas con un vínculo fuerte. Por tanto si es tu caso, podrías seguir algunos de los consejos que personas familiarizadas con las relaciones de larga distancia han compartido con Huffington Post en su artículo “Lo que toda persona en una relación de larga distancia”. A continuación algunas de las pautas.
Establezcan algunas reglas básicas sobre cuándo se verán. Es importante tener algunas fechas fijas que saben que podrán verse. Esto los mantendrá motivados mientras están separados.
Establezcan reglas básicas de la relación misma. Para no tener sorpresas o sufrir decepciones, lo mejor es dejar bien claro cuáles son las normas y reglas, y qué está permitido y qué no. Hay algunas parejas más abiertas que acceden a tener otras citas, pero para otras es devastador. Deben estar de acuerdo en cómo llevar la relación.
Llamen o escriban durante el día. En otras palabras, no esperes a hacerlo todo en una llamada telefónica al final del día cuando estás cansado. Haz a tu pareja parte de tu vida diaria.”
No olviden programar las llamadas por Skype. Para mantener una relación fuerte, necesitas hablar por teléfono, pero preferiblemente algo como Skype, y tan a menudo como puedas, ya que el contacto visual es fundamental porque el físico es imposible por la distancia.
No te preocupes si los reencuentros no son perfectos. Si alguno de los encuentros, no todo sale como esperabas, no te desanimes, pero eso sí intenten verse nuevamente lo antes posible.
lunes, 3 de abril de 2017
La infidelidad es natural
En los últimos años el matrimonio ha sufrido cambios nunca antes imaginados. Hoy se desposan parejas del mismo sexo, hay divorcios, matrimonios sin hijos, e incluso la gente puede casarse tarde o nunca hacerlo, sin que nadie se queje por ello. Pero la infidelidad sigue siendo una zona prohibida y la sociedad vilipendia a quienes osan llegar allá.
Según una encuesta del Pew Research Center en 40 países, este comportamiento produjo más rechazo que cualquier otro en el mundo en ambos sexos y en todas las edades. Pero la sexóloga Esther Perel está tratando de despojar el concepto de su ropaje moral, para que dañe menos a la pareja.
Esta psicoterapeuta belga de 58 años, residente en Nueva York, ha cobrado notoriedad por su libro Mating in Captivity pero sobre todo por sus charlas TED, vistas más de 15 millones de veces, sobre los retos de las relaciones largas para mantener viva la pasión y alejarse de las tentaciones de la infidelidad. Pese a que la brecha entre hombres y mujeres infieles se ha ido acortando, el tema aún es espinoso. "Sigue siendo tabú y universalmente condenado, pero también es universalmente practicado".
Sobra decir que la sociedad es hipócrita. En Estados Unidos, donde no hay tolerancia frente a la infidelidad, no son menos infieles. "Simplemente sienten más culpa que los franceses", dice. Perel recomienda no verlo como una patología o un problema moral, sino como un comportamiento propio de la naturaleza humana. "La infidelidad siempre ha sido dolorosa, pero hoy es traumática", dice. Esas quejas que se escuchan entre sus víctimas ("mi vida es una mentira", "ya no sé qué creer") son para ella una construcción reciente.
Perel considera que la mayoría de las personas que caen en la infidelidad no lo hacen porque estén insatisfechas con su pareja. Explica además que a veces no es por el sexo, sino por "recapturar esa sensación de estar vivos con otra persona". En otras palabras es vivir con otro el juego, la curiosidad y la picardía que el tiempo y la convivencia le roban a la relación. Por eso considera que la mayoría de veces los infieles no están buscando a otra persona, sino a su "otro yo" que se diluyó en esa larga relación.
Asimismo, pocos han entendido que el amor y el deseo no son lo mismo y no siempre van sincronizados. La antropóloga Helen Fisher en su libro Why We Love encontró que el cerebro tiene circuitos diferentes para el amor profundo, el amor romántico y la pasión por lo cual es perfectamente posible querer a alguien y desear a otro. Aún más, es posible querer a dos personas al mismo tiempo.
Perel considera que no hay víctimas en un affaire, y en lugar de castigar al infiel por su falta de control ella pregunta qué estaba buscando. "El engaño viene en muchas presentaciones. Es el caso de aquel que rechaza a su pareja por décadas y luego ella la engaña con otra persona. ¿Quién es la víctima? No siempre es el infiel", señala la experta.
Y aunque Perel no busca promover la infidelidad, piensa que no siempre una aventura es sinónimo de que algo anda mal en la relación. Las parejas sencillamente deben tener en cuenta cuando se casan que solo porque le han jurado por siempre fidelidad al otro no estarán protegidas del tema. Cuando dan el sí "el deseo no se desaparece de su sistema", dice Perel.
Según una encuesta del Pew Research Center en 40 países, este comportamiento produjo más rechazo que cualquier otro en el mundo en ambos sexos y en todas las edades. Pero la sexóloga Esther Perel está tratando de despojar el concepto de su ropaje moral, para que dañe menos a la pareja.
Esta psicoterapeuta belga de 58 años, residente en Nueva York, ha cobrado notoriedad por su libro Mating in Captivity pero sobre todo por sus charlas TED, vistas más de 15 millones de veces, sobre los retos de las relaciones largas para mantener viva la pasión y alejarse de las tentaciones de la infidelidad. Pese a que la brecha entre hombres y mujeres infieles se ha ido acortando, el tema aún es espinoso. "Sigue siendo tabú y universalmente condenado, pero también es universalmente practicado".
Sobra decir que la sociedad es hipócrita. En Estados Unidos, donde no hay tolerancia frente a la infidelidad, no son menos infieles. "Simplemente sienten más culpa que los franceses", dice. Perel recomienda no verlo como una patología o un problema moral, sino como un comportamiento propio de la naturaleza humana. "La infidelidad siempre ha sido dolorosa, pero hoy es traumática", dice. Esas quejas que se escuchan entre sus víctimas ("mi vida es una mentira", "ya no sé qué creer") son para ella una construcción reciente.
Perel considera que la mayoría de las personas que caen en la infidelidad no lo hacen porque estén insatisfechas con su pareja. Explica además que a veces no es por el sexo, sino por "recapturar esa sensación de estar vivos con otra persona". En otras palabras es vivir con otro el juego, la curiosidad y la picardía que el tiempo y la convivencia le roban a la relación. Por eso considera que la mayoría de veces los infieles no están buscando a otra persona, sino a su "otro yo" que se diluyó en esa larga relación.
Asimismo, pocos han entendido que el amor y el deseo no son lo mismo y no siempre van sincronizados. La antropóloga Helen Fisher en su libro Why We Love encontró que el cerebro tiene circuitos diferentes para el amor profundo, el amor romántico y la pasión por lo cual es perfectamente posible querer a alguien y desear a otro. Aún más, es posible querer a dos personas al mismo tiempo.
Perel considera que no hay víctimas en un affaire, y en lugar de castigar al infiel por su falta de control ella pregunta qué estaba buscando. "El engaño viene en muchas presentaciones. Es el caso de aquel que rechaza a su pareja por décadas y luego ella la engaña con otra persona. ¿Quién es la víctima? No siempre es el infiel", señala la experta.
Y aunque Perel no busca promover la infidelidad, piensa que no siempre una aventura es sinónimo de que algo anda mal en la relación. Las parejas sencillamente deben tener en cuenta cuando se casan que solo porque le han jurado por siempre fidelidad al otro no estarán protegidas del tema. Cuando dan el sí "el deseo no se desaparece de su sistema", dice Perel.
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