La definición técnica sería: un estado mental involuntario el cual es resultado de una atracción romántica por parte de una persona hacia otra, combinada con una necesidad imperante y obsesiva de ser correspondido de la misma forma. La casual apuntaría: estar loco de amor.
Antecedentes. A fines de la década de 1970, la psicóloga estadounidense Dorothy Tennoy, luego de entrevistar a lo largo de una década a más de quinientos pacientes enamorados, se dedicó a teorizar sobre este estadio físico, anímico y mental. Su trabajo se plasmó en un libro, en el que se empleó por primera vez el término limerencia.
¿Síntomas? A decir de la misma Tennoy, entre las señales de esta "enfermedad" están: generarse de forma brusca e involuntaria, tener pensamientos incontrolables e invasivos sobre la persona amada, idealizar las características de la otra persona, ya sea de manera positiva o negativa. Extrema timidez y confusión delante de la otra persona, con palpitaciones, sudoración, enrojecimiento facial y temblores, entre otros síntomas físicos.
Miedo al rechazo y desesperación. Aumento de la euforia cuando también hay un interés de la otra persona, fantasías de encuentros con el individuo amado, recordar a la persona deseada en todo momento y actividad; reproducir en la mente una y otra vez los encuentros con el otro.
Su lado oscuro. Para la psicóloga Rosario Guzmán, si bien la limerencia es un estado emocional y cognitivo en el cual un sujeto siente un intenso deseo romántico por alguien, para la psicología tiene su costado oscuro. "Se trata de un desorden obsesivo-compulsivo que puede terminar mal, con daño hacia la propia persona o al ser amado".
Cuidado. En una relación sana, cuando el amor es correspondido, el proceso natural es que se construya la relación en torno al respeto, la intimidad física y el compromiso. Y, pasado el enamoramiento, que se afiance el vínculo amoroso.
Cuando el deseo no es mutuo, el tiempo y el duelo harán su trabajo natural. Guzmán advierte que si en una pareja o potencial relación una de las partes es limerente, el proceso se vuelve antinatural ya que el enfermo solo buscará asegurarse a la otra persona, incluso por encima del amor en sí.
Tratamiento. Cuando el sentimiento no pasa, no evoluciona, no se reubica, es necesaria la asistencia, del mismo modo que se trataría cualquier desorden obsesivo-compulsivo. Incluso, requiriendo la intervención interdisciplinaria y la asistencia farmacológica en casas agudos.
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