El placer de los sentidos la química y física deL amor
¿Por qué nos sentimos irremediablemente atraídos hacia personas que a priori no nos gustan?
Podemos diferenciar dos tipos de estímulos desencadenantes de la atracción sexual: los internos, provenientes del propio individuo y los externos, que vienen del entorno y que la persona capta a través de sus sentidos.
Los estímulos internos podrían ser los cambios hormonales relacionados con la fertilidad; pero, en el ser humano esto tiene menos importancia, puesto que somos de los pocos animales que tienen deseo sexual.
Incluso cuando no son potencialmente fértiles, las mujeres son atractivas para los hombres independientemente del momento del ciclo en el que se hallen.
Los Estímulos externos
Éstos llegan a través de los sentidos. Gracias a la vista, el tacto, olfato, gusto y oído somos capaces de situarnos
y relacionarnos en el mundo.
El olfato
Somos capaces de almacenar memorias olfativas durante años y es muy frecuente que nos sintamos atraídos por personas o lugares que nos huelen a experiencias pasadas positivas, aunque casi siempre esto ocurre de forma inconsciente.
En los animales son las feromonas las que indican a los machos el momento fértil de las hembras; esta sustancia olorosa es segregada con el sudor
y es la clave de la reproducción animal.
Las mujeres también producen fero- monas, pero no está demostrado
que el olfato del hombre sea capaz
de detectarlas.
El oído
En el mundo animal el sentido del oído tiene un papel esencial en el proceso de reproducción; muchas especies utilizan cantos o sonidos particulares para dar a conocer su estado fértil o para cortejar a la hembra.
Los humanos tenemos un lenguaje mucho más complicado y, por supuesto, es utilizado para seducir. La palabra tiene un poder enorme a la hora de provocar sensaciones.
El tacto
Se considera el mayor órgano sexual a la piel, con casi dos metros cuadrados de extensión, que está plagado de terminaciones nerviosas.
Desde pequeños buscamos el contacto físico para protección y cariño, pero según crecemos vamos limitando las caricias hasta que prácticamente solo las entendemos como parte de la relación sexual.
Esta creencia está moldeada por las enseñanzas sociales y podemos ver diferencias entre las culturas en cuanto al acercamiento físico con personas que no son la pareja.
En la sociedad occidental este tipo de creencias afectan más al hombre que a la mujer, siendo más difícil para ellos pedir contacto físico sin que tenga
relación con el sexo. Así, muchos acaban rechazando cualquier muestra de cariño a nivel físico, si no es parte del encuentro sexual.
El gusto
Aunque se habla mucho de los alimentos afrodisíacos, en realidad no está demostrado que tengan ese efecto.
Algunos de estos supuestos estimulantes, como el chocolate, lo que hacen es proporcionarnos la energía necesaria para una actividad como el sexo (pero también para hacer deporte) y otros de estos alimentos basan su poder afrodisíaco en su aspecto sugerente o parecida a los genitales, como las ostras.
Igualmente, el ser humano utiliza
la comida para seducir, y no solo por
los sabores sino por toda la experiencia en conjunto, que invita a participar a otros sentidos como el de la vista
y el olfato.
La vista
Este órgano es una importante fuente de estimulación sexual. En el ser humano es, particularmente, complicado la cantidad de información que procesamos con la vista; no solo somos capaces de mostrar preferencias hacia determinadas características físicas sino que podemos fijarnos en miradas, gestos, maneras de andar… que pueden resultar más atractivos que la contemplación de un cuerpo desnudo.
Los estímulos internos
Algunas sustancias químicas son producidas por nuestro cuerpo en respuesta a los propios impulsos y los ambientales.
El papel de las hormonas
Las hormonas sexuales son secretadas por los testículos, ovarios y las glándulas suprarrenales, las que son transportadas al cerebro para regular la reproducción y el impulso sexual.
Hombres y mujeres segregan andrógenos, estrógenos y progesterona.
La testosterona desempeña un papel clave en la sensibilidad de los genitales masculinos a los estímulos e intervienen en el deseo; pero de una forma más discreta de lo que se piensa.
Es cierto que los andrógenos se incrementan cuando el cerebro anticipa
una actividad sexual, por ejemplo
besando a nuestra pareja o viendo una película erótica; pero, también disminuyen en situaciones de estrés y ansiedad.
Los estrógenos intervienen en la capacidad de vasodilatación y de lubricación vaginal, es por ello que las mujeres menopaúsicas pueden tener sequedad y/o dolor en el coito.
El cerebro por delante del instinto
El desarrollado cerebro de los humanos tiene estructuras altamente evolucionadas. La sexualidad es única en cada individuo porque no solamente la conforman los estímulos sino también las emociones y la experiencia propia.
Somos capaces de aumentar y disminuir nuestro deseo sexual y también podemos moderar en sentir un gran placer o un inmenso dolor ante la misma circunstancia o desatar una respuesta de ansiedad aunque no estemos en un peligro real.
Por eso, aunque las disfunciones se-xuales pueden tener una causa médica, casi todas vienen desencadenadas
por nuestro cerebro, que es capaz
de alterar con la razón todo lo instintivo que tiene el sexo.
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