sábado, 29 de diciembre de 2018

Fiestas de fin de año propician más peleas en la pareja

No hay más vuelta, el año se está acabando. La Navidad pasó y el desprestigiado año viejo 2018 se queda atrás y llega con bríos el 2019. Es tiempo de planificación, decisiones familiares sobre en qué casa se pasarán las fiestas, dónde ir de vacaciones, qué pendientes quedaron por hacer y qué proyectos se emprenderán como pareja el próximo año.

Según cuenta la psicóloga de Clínica Vespucio, Jessica Piña, esta época genera estados de angustia y mayor sensibilidad. "Son fechas que tienen un significado especial por las historias de vida de cada uno y también, por lo que se ha construido en pareja. Si hay una mala relación puede que surja un desgano por celebrar o bien, sea una oportunidad de reencuentro". Cualquiera sea la situación, el panorama no está calmo ni siquiera en las calles.

De a poco, los mares de gente, el comercio y ni hablar de caminar tranquila por la calle sin que te pasen a llevar con las bolsas. Bajo este estrés ambiental unido a una relación inestable o que está pasando por un crisis importante, la psicóloga clínica de pareja y familia, Ewelyn Schwager, afirma que se intensificarán los problemas y explotarán los conflictos previos. "Es un momento propicio para detonar situaciones y puede ser que hayan más peleas, que a lo mejor son de menor envergadura, pero es como que hubiera un foco de mayor tensión por el hecho de tener que pasar más tiempo juntos y además, tomar varias decisiones".

Por tanto, la forma de comunicarse y negociar se pondrá a prueba en el campo de batalla de la pareja, donde también aparecerán en el baile, las familias de origen. Habrá que negociar y hablar al respecto. "Para que el diálogo sea efectivo, tiene que haber una buena disposición y las ganas como pareja de estar bien, evitando las agresiones, explicando los desacuerdos, en forma clara y calma sin culpar, a priori, al otro por preferir un lugar más que otro", aconseja Jessica Piña.

La idea es considerar la sensibilidad propia y la del otro. Ser honestos y llegar a acuerdos sin pensar en transar. "Hay una distinción sutil, pero que es interesante, porque cuando uno transa muchas veces se usa la palabra como ceder y cuando uno cede, queda como enrabiada porque en el fondo le concede al otro, la razón, la decisión", aclara la psicóloga Ewelyn Schwager. Por eso es enfática en señalar, que ceder no es lo mismo que acordar entre los dos, donde ambos ceden un poco, ambos pierden.

"Esa es la premisa de una negociación, un acuerdo, porque cuando cedes, generalmente, vas acumulando rencores, rabias y se puede establecer un patrón que siempre uno cede más que el otro", enfatiza. El tema se puede complicar con las vacaciones, porque se pasa más tiempo juntos y se desajustan las dinámicas de la casa, ya que al levantarse se está "desocupado" y no está el apremio por los tiempos y horarios, aunque sí se deben cumplir con tareas domésticas y cuidados que muchas veces no se hacen durante el año.

Si las dificultades son profundas y no se visualizan soluciones, el ambiente empeorará cada día y las vacaciones serán el espejo de lo que se puede esperar en esa familia, para el resto del año. En caso contrario, si hay una adecuada motivación amorosa, este tiempo servirá para el reencuentro y visualizar juntos acuerdos y soluciones, sobre todo si los conflictos se relacionan con el poco tiempo que han pasado juntos. Y como dice Ewelyn Schwager, habrá que ser transparente en lo que se piensa, siente y observar, que si los silencios son habituales es porque la comunicación es poco efectiva, no se sabe negociar y que por tanto, habrá que sentarse a elaborar estrategias para mejorar la relación, sobre todo para que pasar tiempos juntos no sea una condena sino un gran regalo.

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