Haz las cosas bien desde el principio, deja claro que las tareas domésticas no son sólo cosa tuya, dale sexo, algunos caprichos, y estarán encantados de vivir bajo el mismo techo.
¿Quién limpia en casa?
Aunque tengas ayuda no se te ocurra asumir a ti sola los asuntos domésticos. El mayor error que puedes cometer y una gran fuente de disputa es malacostumbrarle desde el principio y luego pretender que empiece a planchar y a hacer las compras. Los roles domésticos deben repartirse de forma justa desde el primer día para que no acabes haciéndolos tú y después echándoselo en cara.
Tu ropa
Otro terreno pantanoso que puede acabar en sonadas discusiones. Por muy enamorado que esté y mucha gracia que le haga que tengas tanta ropa y tantos zapatos, no acapares los armarios. Sobre todo si no eres capaz de mantenerlos en orden. Cuando vea que no tiene espacio para sus cosas, cuando no sea capaz de encontrar nada porque todo está siempre revuelto, cuando vea ropa tuya colgada con la etiqueta puesta y se de cuenta de que sigues comprando, puede que tengan su primera gran discusión. Sé práctica y lista, aprovecha la mudanza para regalar lo que ya no te pones, organiza la ropa en cestas y cajas para que ocupe menos, cuelga varias prendas en cada percha.
No seas madre
Ni consientas que él se comporte como si fuera tu padre. A ninguno de los dos les parecerá bien que antes de vivir juntos todo fueran locuras, improvisación y risas, y de repente tener la casa ordenada se convierta en la prioridad. Si le empiezas a regañar por todo acabará viéndote como a su madre, y una madre no resulta nada sexy… En este punto, ellos tienen razón, no pasa nada por recoger los platos al día siguiente, poner los pies en el sofá o comer fuera. Si suprimes de tu discurso los reproches y aleccionamientos, y reduces las conversaciones domésticas, todo irá sobre ruedas.
Mucho sexo
Hazle reír, dale libertad y mucho sexo, y querrá vivir contigo para siempre. Ten claro que la convivencia y la rutina bajan la libido, así que tendrás que trabajar cada día para sorprenderle. Olvídate de la pereza, tener sexo creará complicidad entre ustedes y les mantendrá unidos, les ayudará a relajarlos y a tener su libido siempre alta. Lencería, juguetes, películas eróticas, libros, escapadas, utiliza todos los recursos que se te ocurran para crear variedad.
Buen humor
Las primeras citas, la primera noche de amor, el primer viaje; el amor nos llena de felicidad y alegría, todo nos parece bien, tenemos una energía desbordante. Que no se acabe cuando vayan a vivir juntos, sobre todo por la mañana. A todos nos gusta despertarnos con un beso y una sonrisa, reírnos con nuestra pareja, que tenga buen carácter y se enfade y dramatice lo menos posible. Por muy seria que seas, mucho trabajo que tengas o muy cansada que estés, depende de ti elegir entre quejarte o sonreír.
El orden
Volviendo a las cuestiones domésticas, que no sean unos locos de la limpieza es una cosa, y otra que invadas la casa con tus trastos y siempre se te olvide recogerlos. El bolso y su contenido en la mesa, la ropa amontonada en la habitación, una montaña de platos sucios amontonándose en la cocina, la basura sin sacar, tus revistas esparcidas por el salón… El desorden produce caos, y el caos estrés y mal humor, y el mal humor puede desembocar en una discusión. Si quieres tener paz en casa, procura dejar en su sitio cada cosa que utilices, sobre todo en las zonas comunes.
No le controles
Viven juntos, se ven y duermen juntos cada día, así que es el momento de demostrarle que toda la libertad que le prometías (y él a ti) es una realidad. Convertirte en una mujer controladora no hará sino alejarlo de ti. No vigiles sus salidas, no le llames a todas horas, ni le amargues los planes que haga sin ti. No pasa nada porque él salga y tú te quedes tranquilamente descansando en casa, otro día te tocará a ti divertirte con tus amigas. Si es libre de salir cuando quiera, siempre tendrá ganas de volver a casa contigo.
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