El imaginario social suele pensar al psicópata como aquel “criminal” que sale en las noticias cometiendo delitos, asesinatos o abusos. Sin embargo no siempre es así. Algunos de estos personajes son grandes simuladores. Circulan en nuestra vida diaria aparentando ser sujetos integrados socialmente como padres de familia, estudiantes, trabajadores, o profesionales reconocidos. Su forma de hacer daño es más sutil, pero el efecto es el mismo.
Cómo detectarlos
-Son grandes seductores. Durante la etapa de conquista, estos personajes despliegan sus mejores aptitudes y mantienen oculto su verdadero carácter. Lo más llamativo es su encanto superficial, la desfachatez y elevada locuacidad.
- Son muy eficaces para dar una buena impresión. Son grandes oradores, seductores y amantes de las conquistas. Poseen mucha habilidad con las palabras, consiguen cautivar a su público y obtener fascinación.
- Aparentan seguridad y se manejan con arrogancia. Esta actitud “de ir por todo” suele producir impacto y capturar las miradas de aquellas mujeres que buscan “un hombre con personalidad”. A veces se muestran excesivamente carismáticos, lo que despierta amor o fanatismo. Otros, prefieren un perfil social más conmovedor y simulan albergar una desmedida preocupación por los más débiles o causas sociales.
- Buscan armar una ficción donde capturar al otro. Presentan una falsa imagen que representa lo “socialmente esperado”. Desde allí arman su estrategia. Saben a quién elegir como “víctima” y cómo influenciar sus sentimientos.
- Están llenos de codicia y se relacionan a través del poder. Se mueven en función de su propio interés. Su máximo placer es anular la voluntad del otro para demostrar su superioridad y conseguir sus fines. Si bien asemejan sentir amor y compasión, solo es una mueca a fin de alcanzar sus objetivos. No tienen la capacidad de concebir emociones ni empatizar. Son insensibles y no tienen remordimientos, aunque a primera vista no parezca ser así.
- La manipulación es su herramienta para persuadir. Utilizan la mentira y el engaño como medio. Si se los encuentra en una mentira no dudarán en inventar nuevas y seguir su cometido. Suelen olvidar a qué se han comprometido o qué han dicho, y lo resuelven evadiendo o negando la situación. No les importa ser descubiertos, encontrarán alguna manera de quedar bien posicionados.
- Buscan hacer todo a su manera. Son egocéntricos. Valoran a los otros -siempre y cuando- respondan a sus deseos, sino los descartan. Son intolerantes frente a las frustraciones: las evitan o manifiestan cólera, ira y tristeza.
- Tienen una gran dificultad para asumir errores y responsabilidad. El problema siempre “lo tienen los otros”. Muy pocas veces sufren de un malestar emocional intenso como para desear cambiar. Por lo tanto, raramente frecuentan un consultorio psicológico.
- Tienen dificultades para el autocontrol. Si bien aparentan ser racionales, esta dinámica encubre el nivel de impulsividad contenido a punto de estallar.
- Su tendencia a la estafa y manipulación los llevará siempre al límite de la legalidad. Si presentan problemas con la ley emplearán su perspicacia para salir airosos.
- Actúan su psicopatía en ciertos lugares más que en otros. Por ejemplo: la manifiestan con sus parejas, pero para el afuera se muestran ejemplares. Si alcanzan lugares de liderazgo, impartirán su ley de manera despótica. Si se centran en la pareja, ubicarán a la mujer en un lugar de sumisión.
¡Para estar alertas!
Si quieres protegerte, es importante hacerte un tiempo para conocer a las personas antes de involucrarte. Observa cuánto interés ponen en vos y cómo actúan con los demás. Si bien la primera impresión social suele ser atractiva, con el tiempo se van descubriendo sus disfraces.
Aprender a identificar la psicopatía te permitirá manejarte mejor. Indicios como la mentira, la trampa, la irresponsabilidad, la carencia de remordimiento, la explotación, la manipulación, la irritabilidad y la agresividad son indicadores de que algo no anda bien. Estar advertida te ayudará a ahorrar malos ratos o intentar sobrevivir a un ataque sorpresivo. Si estás a tiempo… ¡Huye!
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