APRENDIENDO A VIVIR DE OTRA FORMA | A VECES ES DIFÍCIL LLEGAR A UN ACUERDO EN CUANTO A CREENCIAS, FORMAS DE VIVIR Y DE EDUCAR A LOS HIJOS. SIN EMBARGO, ES NECESARIO HACERLO POR EL BIEN DE TODA LA FAMILIA.
Los desacuerdos en las parejas son muy habituales y éstos se producen, generalmente, por las diferencias de opiniones, creencias o problemas que genera la misma convivencia. A muchos les resulta difícil acostumbrarse a la diferente concepción de familia o de la vida misma que tiene cada uno y esto se puede ver un poco más acentuado en parejas que vienen de diferentes culturas. Sin embargo, esto no es negativo simplemente que cuando las culturas son muy distintas lo ideal es encontrar un equilibrio y llevar las discusiones por el camino que ayuden más bien a enriquecer y a mejorar la relación y por tanto la vida en familia.
En referencia a este tema, Cristina Rubín De Celis (*), psicóloga y docente en la Universidad Mayor de San Simón en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, explica que se entiende por diferencias culturales en la familia a la diversidad de cultura en la pareja al constituirse como matrimonio.
“Me refiero específicamente a que se manifiesta por la diversidad de creencias religiosas, de costumbres, de dieta, de lenguaje, en el manejo y gusto por el arte, en la música, en la estructura social, en la literatura, y a diversos otros tipos de relaciones con y en la sociedad” dice la especialista.
LO POSITIVO Y LO NEGATIVO
Estas diferencias en la convivencia familiar, dependiendo de cada situación y de la apertura al aprendizaje de la pareja, puede afectar positivamente o por el contrario negativamente.
“Positivamente, cuando se adquieren costumbres nuevas de superación personal, cuando existe aceptación por el otro, obviamente marcando el respeto por encima de cualquier diferencia. Negativamente, cuando se anteponen el dogma, el prejuicio, y el estereotipo antes que el razonamiento y la mentalidad abierta; cuando la convivencia se convierte en intolerable, en un tormento, cuando ambas raíces culturales trascienden más que la relación de pareja y el compromiso que existió al formarse el matrimonio. Esto ocurre cuando se priorizan las raíces culturales antes que el respeto al otro, cuando existe en ambas o en una persona mayor frustración, menor libertad de expresión, cuando afecta la seguridad y convicción por lo que se tuvo que por lo que se deja de tener, que en este caso sería la relación afectiva conyugal”, explica.
Se debe tomar en cuenta que cuando las diferencias culturales se convierten en un problema y genera estrés afecta de sobremanera a los hijos que son espectadores de discusiones, de enfrentamientos porque son protagonistas de triangulaciones en el sistema familiar disfuncional, lo que ocasiona falta de claridad y confianza de su cultura al vivir en un ambiente conflictivo con dos polos opuestos culturales y tienden a alienarse a otras culturas y/o a despreciar a ambos orígenes.
¿CÓMO LLEGAR A UN ACUERDO?
“Primero respetando y aceptando al otro en todo sentido. La base del respeto y de la aceptación hace que tengamos la capacidad de adaptación, por lo tanto mediante la comunicación clara y el diálogo consensual se puede llegar a acuerdos e incluso negociaciones”, explica.
Cuando no se puede llegar a un acuerda, lo ideal es que la pareja busqué la intervención de un mediador, que podría ser un terapeuta familiar, quien está capacitado para ser neutral ante esta situaciones de conflicto.
“En nuestro medio se suele pedir consejos a padrinos, pero no es lo más aconsejable porque éstos por lo general tienden a parcializarse cuando existen ciertas creencias culturales semejantes con la de uno de los cónyuges y esto no encamina a solucionar el conflicto”, afirma Rubín de Celis.
Los problemas que se presentan con mayor frecuencia son los ligados a la violencia psicológica, ya que los insultos, menosprecios, ironías, indiferencia, aislamientos, desprecios, chantajes y burlas, influyen en la relación conyugal con el deterioro del matrimonio y con las repercusiones psicotraumáticas en los hijos (baja autoestima, problemas conductuales: agresividad, etc.), por ello es fundamental arreglar las diferencias. Aunque puede ser difícil llegar a un consenso en el caso de ser muy diferentes las culturas, no todo es negativo más bien existen aspectos positivos que pueden ser de beneficio para los hijos obre todo como el tener diferente nacionalidad, idioma, cultura amplia y diversa.
LA RELIGIÓN DE POR MEDIO
Por lo general existe conflicto cuando la religión que cada uno tiene es diferente, ya que es parte de la ideología personal (manera de pensar, de valorar, de enfocar ritos, de marcar disciplina), y repercute o trasciende a los hijos. Cuando los hijos llegan existen las divisiones familiares, las alianzas y las exclusiones. Por ejemplo: el padre dice los hombres se van conmigo al culto y las mujeres contigo a tu misa. Al existir esa división se genera discriminación entre los mismos miembros familiares, desplazamiento, además de sentimientos de desvalorización y muchas veces confrontación familiar.
“El error de todo matrimonio cuando está en conflicto, es que se olvidan del “nosotros” y sólo centran la atención en el “yo”, y así continúa el conflicto”, dice.
Aunque lo ideal sería que al elegir la pareja se tome en cuenta que además del amor es importante que sea afín en cuanto al nivel cultural, cual fue la estructura familiar propia y la de su pareja, tanto en valores, en costumbres, en religión, en idiosincrasia, para que se pueda llevar adelante la conformación de una familia junto a la pareja elegida. Pero existen muchas parejas que provienen de culturas muy diferentes y tienen matrimonios exitosos. Sin duda alguna que el secreto de su éxito se debe a que pese a sus diferencias culturales, hubo respeto, aceptación y diálogo.
(*) email: cris449@hotmail.com
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