Hombres y mujeres somos diferentes en el tema erótico, pero compartimos algunas partes del cuerpo que tienen en mayor o menor cantidad terminaciones nerviosas que son más sensibles a las caricias y que disfrutamos cuando son estimuladas adecuadamente en la intimidad. Esas son las zonas erógenas del cuerpo.
La sexóloga Mariel Loayza explicó la importancia de conocer esas partes especiales del cuerpo en la adolescencia para que, posteriormente, se experimente a plenitud con la pareja.
Según Loayza, es importante saber qué zonas eróticas tienen en común mujeres y hombres, cuáles son sus principales diferencias, el uso de los juguetes eróticos y cuán útiles son para elaborar el mapa corporal.
“Algunas personas confunden las zonas erógenas, que son aquellas partes del cuerpo donde sentimos sensibilidad que eleva nuestro nivel de excitación y cuando se siente estremecimiento y placer al ser tocadas, con aquellas que provocan cosquillas y varían de persona a persona y cambian de lugar constantemente”, explicó la sexóloga.
AUTOEXPLORACIÓN
Cada persona debería tener un mapa corporal erógeno elaborado y conocer qué partes de su cuerpo son más sensibles a determinados estímulos, lo que no sucede con muchas parejas casadas, que comienzan con este conocimiento cuando surgen problemas en la intimidad.
“El tocarse es la forma de descubrir la ubicación de estas zonas, pero sucede que las personas no están acostumbradas a hacerlo. El acariciar el cuerpo al aplicarse una crema, al ducharse con el jabón, en el momento de pasar la toalla por la piel, sería una forma ideal de autoexploración”, explicó Loayza.
La importancia de conocer el mapa erógeno del cuerpo consiste en que anotemos esas partes encontradas para que en el momento de tener intimidad con la pareja se pueda compartir esta información y se disfrute de mejor manera el encuentro sexual.
“El error más frecuente que cometen los varones, y por el cual la mujer se queja, es que ellos se van directamente a la zona genital, teniendo muchas otras partes del cuerpo para explorar con la palma de la mano, el pulpejo de los dedos y las uñas, lo que lograría que la pareja disfrute del momento previo al encuentro coital”, expresó la sexóloga.
La comunicación es vital para el encuentro sexual, ya que cada persona podrá decir cómo le gustaría ser tocada y en qué lugar específicamente a la hora de la intimidad, estos lugares no se mantienen todo el tiempo y pueden cambiar, ahí está precisamente la parte afectiva, porque cada vez la pareja tiene la opción de redescubrirse.
“El ejercicio que se practica en pareja consiste en que ambos estén juntos y uno debe acariciar el cuerpo del otro sin llegar a los genitales, que son las zonas erógenas por excelencia. Si se siente cosquillas evadir estas partes que no son tan placenteras y luego cambiar los roles. Descubrir el cuerpo de la pareja y finalizar con el contacto de las partes íntimas”, dijo Loayza.
EDAD ADECUADA
La sexualidad debe vivirse con naturalidad desde la niñez y continuar con este proceso durante la adolescencia, que según la Organización Mundial de la Salud está comprendida entre los 10 y 19 años de edad y viene acompañada de los cambios físicos y hormonales en ambos sexos.
“Lo ideal es que el adolescente al cambiar se observe, acepte y descubra su propio cuerpo, conozca las sensaciones que le producen las caricias previo a un encuentro coital. Un estudio del Fondo de Población de las Nacionales Unidas (UNFPA) afirma que los jóvenes comienzan su actividad sexual a los 14 años sin tener claro que una cosa es tener sexo y una muy distinta hacer el amor”, afirmó la sexóloga.
ZONAS EN COMÚN
Las zonas erógenas comunes en varones y mujeres son las genitales que son las más sensibles y que responden con mayor facilidad a la estimulación y las secundarias que también responden a las caricias, pero en menor grado.
“Las zonas erógenas secundarias varían mucho, tanto en hombres como en mujeres, para algunos están en el cuello, nuca y hombros; cabello y cuero cabelludo, orejas, ojos y boca; la parte interna de los brazos, columna vertebral, entrepiernas, dedos, abdomen y pies. Sin embargo, estas zonas de excitación pueden cambiar con el paso de los años”, afirmó Loayza.
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