¿Se imagina que usted, hombre, no pudiera escoger dónde y cómo hacer el amor con su pareja? Ni de pie, ni sentados, y aún menos en una posición exótica. Obligatoriamente en la cama: ella debajo y usted encima. Que, además, controlaran sus constantes vitales, que le inyectaran una sustancia para acelerar la erección y que, para colmo, tuviera a alguien a su lado marcando el ritmo de la penetración: «Uno, dos, tres, ¡empuje!». Se supone que acabaría eyaculando, pero sería casi como un parto.
Eso es lo que pretende poner en evidencia una provocativa campaña impulsada en Italia por la asociación Vita di Donna y el colectivo Freedom for Birth, con el objetivo de denunciar las condiciones en que las mujeres deben dar a luz en los hospitales. La campaña está teniendo tanto éxito que se ha replicado en Francia y Alemania, y también se podría hacer en español si hay interés por parte de colectivos femeninos.
«Las hormonas que la mujer produce cuando hace el amor son las mismas que genera cuando da a luz», explica la obstetra Gabriella Pacini, del colectivo Freedom for Birth. De ahí surgió la idea de la campaña, que consiste en un vídeo en el que una pareja mantiene relaciones sexuales en la habitación de un hospital,pero es interrumpida constantemente por el personal sanitario, y el hombre es tratado como se trata a las mujeres durante el parto.
«¡Pero no, no! ¿Quién los ha puesto así? Así no va bien», grita el doctor en el vídeo, cuando ve a la pareja haciendo el amor de pie. «Usted, señora, póngase encima de la cama y abra las piernas. Así, muy bien, no tenga miedo», ordena el médico. «Y usted, encima. Muy bien, ya puede continuar», dice el doctor al hombre, mientras observa cómo el chico, desnudo, intenta recomponerse.
«Probemos de nuevo. Uno, dos, tres: ¡empuje! ¡No, no, no salga tan rápido! ¡Así no lo conseguiremos nunca!», el médico riñe de nuevo al joven, que ya no sabe qué hacer y tiene cara de circunstancias. «Venga, va, no se desanime», lo tranquiliza.
«Las frases que el médico utiliza en el vídeo son exactamente las mismas que se acostumbra a decir a las mujeres cuando están pariendo», explica Pacini. De ahí también el gran éxito de la campaña. Las mujeres se suelen sentir completamente identificadas. Además las imágenes demuestran que algo que debería ser natural -como hacer el amor o parir- se puede convertir en una situación agresiva e incluso traumática.
Pacini aclara que, con la campaña, no pretenden advocar por el parto en casa o natural. «Lo que defendemos es el derecho de la mujer a decidir cómo quiere parir», destaca. Es decir, que ella escoja en qué posición quiere estar, que pueda comer o beber si lo desea -algo que a menudo se prohibe a las parturientas sin razón médica-, y que no se sienta estresada ni presionada. «En la actualidad parece que sólo sea posible o el parto completamente médico en el hospital, o el absolutamente natural en casa. No hace falta irse a los dos extremos. Lo importante es que exista una cierta flexibilidad para que la mujer dé a luz de la manera que se sienta mejor», precisa.
El investigador de Bioética en la Universidad de Turín Maurizio Balistreri opina que «en el momento del parto no se respetan otros derechos reconocidos en el ámbito sanitario». Y eso no sólo ocurre en Italia, sino también en España y en otros países. Balistreri lo atribuye al hecho de que, nos guste o no, continuamos viviendo en una sociedad machista. «La mujer se percibe sólo como madre. La salud del recién nacido es lo único que preocupa durante el parto y ella queda anulada completamente».
«Las episiotomías sólo se realizan en los partos en los que la mujer da a luz estirada en la cama con las piernas abiertas», denuncia la campaña italiana. Y añade: «El 70% de las mujeres acaban con sus vaginas cortadas. En la mayoría de hospitales se suministra oxitocina para acelerar el parto», también informa. «Y en Italia se practican cesáreas a cuatro de cada 10 mujeres». En España, la tasa es del 25,25%, según datos de Sanidad correspondientes a 2015. El vídeo acaba con la pareja ocho meses más tarde. Ella, embarazada, y él diciendo: «Ha sido gracias al doctor. Sin él, no lo habríamos logrado».
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