Revisemos cómo ha quedado nuestro corazón después de estas fiestas: chispas sexuales, sentimientos irracionales a borbotones y necesidad desproporcionada de verle de nuevo. Todo indica que ha habido al menos un encuentro de sexo casual u ocasional, algo que se produce con frecuencia entre los meses de diciembre y enero. Ya se sabe: fiestas, copas, gente nueva y un entorno mucho más desinhibido.
Para una mujer la experiencia puede ser muy positiva. "Siente que sale de la rutina, hace algo distinto, se libera y sigue sus instintos, toma la iniciativa en la aventura, se desprende de ataduras y se centra en ella misma, en encontrar su propio placer. Este tipo de relaciones hace que se sienta atractiva", explica la psicóloga Concha Etiens Cruzado.
¿Y qué hay del día después, una vez satisfecha la necesidad física? La realidad muestra que la mujer aún no entiende el sexo sin comprometer de algún modo su estado emocional. Aunque se va dejando imbuir por este espíritu liberal y 'cool', su adaptación al sexo sin compromiso sigue atrapado por su propia biología femenina y, sobre todo, por factores de tipo sociocultural.
En primer lugar, le traiciona su propio cerebro. En medio de tanta euforia y excitación sexual, el hipotálamo femenino no deja de secretar oxitocina, una molécula ligada a algunos comportamientos, como la confianza, el vínculo o la empatía. Basta un beso y unas caricias para que se produzca esta descarga. En niveles altos, esta sustancia provoca también deseo de emparejamiento, sin necesidad de que exista un enamoramiento previo. Si además ha habido tocamientos más íntimos y orgasmo, las posibilidades de que el cerebro active el circuito del amor romántico se desmandan. Da igual que el tipo en cuestión sea un granuja o un caballero, el cerebro ya está tomado por un cóctel de hormonas que, juntas, neutralizan nuestro sano juicio. Afortunadamente, con el paso de los días estos flujos hormonales van decayendo.
Etiens Cruzado define el perfil de mujer que acostumbra a este tipo de juegos: "Usuaria de alguna página web destinada a contactos sexuales, entre 25 y 35 años, profesional, liberal y abierta a experiencias nuevas". Aunque este prototipo es el más común, el multiloving -así se conoce este fenómeno- no deja fuera a mujeres de todas las edades que, por internet o en su entorno de amigos y conocidos, vive experiencias sexuales de una sola noche. Su finalidad es solo una: el placer sexual.
Es una forma de sexualidad que le da autonomía amorosa, le aporta bienestar, aumenta su autoestima y le permite romper con la rutina. Los efectos secundarios empiezan a la hora de la despedida, cuando el último beso se carga de expectativas. 24 horas después, al comprobar que el móvil enmudece, emergen esos pensamientos autodestructivos y un estado ansioso que puede derivar en un estado depresivo.
La psicóloga Anne Campbell, de la Universidad de Durham, cree que a la mujer aún le falta recorrido en esto del sexo de una noche, sobre todo porque le sigue generando sentimientos de culpa y preocupación por la posibilidad de haber sido usadas como objetos sexuales. Sus palabras forman parte del resultado de un experimento con 1.743 hombres y mujeres que mantuvieron sexo de una noche. Cuando se les preguntó si habían disfrutado, el 80% de los hombres respondió afirmativamente. Solo el 54% valoró la experiencia positivamente, y aun así, la mayoría expresó su deseo de que la relación fuese más allá de un solo encuentro. Otra investigación en esta misma universidad británica observó que la demanda de sexo ocasional está muy vinculada con su ciclo hormonal por una razón evolutiva, de manera que su predisposición es mayor entre los días 10 y 18 de la ovulación.
Pero existen algunas razones más que impiden a la mujer disfrutar plenamente de una noche de sexo casual. Nos las descubre Etiens Cruzado:
A pesar de la fogosidad del momento, a la mujer le resulta más complicado alcanzar el orgasmo que en una relación estable. "Si lo hace, es por masturbación".
Tampoco se ha liberado de ese complejo de culpa o de las críticas que pueda suscitar en su entorno.
Aunque parece que no existe implicación emocional, es inevitable que toda experiencia deje su poso.
El sexo seguro es una prioridad en sus relaciones y esto le hace descartar oportunidades de vivir nuevos encuentros sin compromiso.
Algunas mujeres viven con tal intensidad el sexo ocasional, que les provoca un enganche casi obsesivo que puede acabar perjudicando otras áreas de su vida, como son las relaciones y su propia personalidad.
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