Lo llamamos amor, cuando en realidad es sólo una trampa. Una trampa del lenguaje, una confusión aceptada que complica aún más detectar ese sentimiento venenoso, que te consume hasta el despojo. Lo llamamos amor tóxico cuando ese sentimiento se convierte en adicción, obsesión y anulación. Esa espiral a la que te rindes hasta olvidarte de todo lo demás. Quienes logran salir de ella, necesitan hacer un esfuerzo hercúleo, casi físico.
En Mi amor, la nueva película de la directora francesa Maïwenn, podemos ver cómo es el germen, el desarrollo y el ocaso de una relación. Tony (interpretada por Emmanuelle Bercot) se enamora sin control de Giorgio (un Vicent Cassel en su línea de seductor irresistible). En su adaptación al castellano, el título ha perdido el matiz del original en francés Mon roi (Mi rey), mucho más preciso con ese poder que él ejerce sobre ella, con su rendición y su lucha.
Tony se entrega al espejismo del inicio de esa relación, a la pasión y el arrebato. Para cuando él se descubre como un hombre atormentado, narcisista, egoísta y egocéntrico, ella ya está atrapada y paralizada hasta el dolor y la histeria. “Quiero a nuestro bebé, pero no puedo soportar verte a ti todos los días”. Esa frase de él (que se puede ver en el trailer de la película) es clave para entender hasta dónde se pueden distorsionar las reglas de una pareja cuando se confunde amor con daño, obsesión y sumisión.
Aunque sabemos la teoría y conocemos lo insano de ese sentimiento, seguimos cayendo en él. Quizá por eso, siempre es buen momento para recordar algunas claves para reconocerlo. Porque detectarlo es el primer paso para superarlo.
1- ENTRE LA TOXICIDAD Y EL ROMANTICISMO
El amor se encuentra justo en ese punto medio, tan fácil de teorizar y tan complicado de alcanzar. Nada tiene que ver con la obsesión y la anulación, pero tampoco con la perfección y las mariposas. En el amor tiene que haber independencia sin despreocupación, madurez y respeto. Idealizar al otro desenfoca la realidad y te sitúa en segundo plano.
2- EMPIEZA POR TI
No puedes amar a otra persona, si no te amas primero a ti misma. Esto que suena a obviedad es de las primeras cosas que se olvidan cuando caemos en el bucle de una relación tóxica. Esto no tiene nada que ver con el narcisismo y el egoísmo; los egoístas son incapaces de amar a los demás. Quiérete y respétate, ese es el verdadero escudo contra el amor tóxico. Y no lo olvides, porque olvidarlo es bajar la guardia y el veneno se puede colar por esas compuertas.
3- RECIPROCIDAD
Los sentimientos y las acciones tienen que ser recíprocas en una pareja. Esto es respeto mutuo y, cuando una de las dos partes se lo salta, todo empieza a fallar. La posesión y la imposición se traducen en falta de respeto hacia el otro. La dignidad es lo primero que se resiente. Si provocan que te traiciones a ti misma, es que todo va mal. Ahí no hay amor, sino todo lo contrario.
4- MIEDO
En el amor nunca debe haber temor. Amar no es tener miedo a perder a la otra persona. En el momento en que sientes ese miedo, debes reaccionar y ser honesta contigo misma. Recuerda los dos primeros puntos de este artículo, estás atrapada en algo muy distinto al amor.
5- DELIRIO
Amar a alguien no es entregarse a la locura. Una relación desquiciada no te llenará, sino que te dejará un vacío tan grande que te asfixiará hasta perder el control de tu propia vida. Amar es otra cosa mucho mejor.
6- CUANDO ES IMAGINARIO
A veces pasa que caes en ese amor enfermizo por una persona que ni siquiera es tu pareja. Te enamoras de alguien que no te corresponde hasta descontrolarte y perder la dignidad. Esto, además de ser inmaduro, ataca también tu amor propio. Si al hacer algo por esa persona, te avergüenzas de ti mismo, mala señal.
“No hay más verdad en el mundo que el delirio amoroso”. Con esta frase de Musset con la que arranca Los amores imaginarios, la película de Xavier Dolan, se adivina lo común que es caer en esa trampa. En la cinta, una pareja de amigos (gay él, heterosexual ella) se enamoran del mismo chico y en esa historia se humillarán a ellos mismos. Nunca vale la pena sabotear tu dignidad por una quimera.
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