Ay el sexo! Algunos consideran que se puede sentir placer al momento del encuentro íntimo con otra persona, sin que exista algún sentimiento. Otros dirían que ambos van de la mano: el sexo siempre tiene que ser con amor.
¿QUIÉN TENDRÁ LA RAZÓN?
En honor a la verdad, ambos. Nos hemos acostumbrado a justificar el sexo cuando hay amor de por medio, pero la realidad refleja que existen relaciones sexuales sin este sentimiento, es decir, por puro placer.
La práctica sexual no necesariamente tiene que estar relacionada con el amor. Hay que recordar que este sentimiento no nace a primera vista, ni se experimentará solo por el hecho de tener un encuentro sexual, no hay que idealizar. Pero es necesario que cada persona decida por sí misma mantener o no dicha relación sexual y además tenga bien claro los motivos de su decisión.
Por otro lado, sabemos que el enamoramiento involucra varios elementos: se comparte tiempo, ilusiones con la persona amada y se hacen planes juntos, discuten pero también se desean. En las relaciones sexuales pueden confluir pensamientos, sentimientos y sensaciones que se convierten en la base de una excelente manera de comunicarse o expresar su interioridad.
El sexo es parte de la vida de pareja, y también, una manera de expresar cariño, ternura y afecto al ser amado. Complementa la relación amorosa.
En realidad, cada persona decide si acepta dichas relaciones, si involucran amor o no, en su vida. Aunque, en ambos casos debe ser consciente y responsable.
La situación sentimental de cada persona interfiere directamente en el disfrute de una relación sexual. No quiere decir que si estamos solteras no vamos a disfrutar plenamente de un encuentro, o que si estamos comprometidas en cuerpo y alma con un amor, entonces vamos a tener sexo placentero garantizado hasta la muerte. Todo puede variar en cualquiera de las dos situaciones; lo importante es entender cuál es nuestra necesidad en cada etapa de la vida y qué tipo de relación nos beneficia más.
Sexo con amor
“Cuando la relación sexual está basada en el amor, el sentimiento puede potenciar algunas sensaciones eróticas; te preocupa más la satisfacción de tu pareja y disfrutas tanto el antes, como durante y el después”, dice el sexólogo Ezequiel López Peralta. Esa es una de las diferencias sustanciales entre el sexo por placer y el sexo con amor.
En una relación donde priman el amor, el cariño y la confidencialidad, los actores pueden ser más generosos entre ellos. “Es notable la diferencia en el posorgasmo de una relación no amorosa, te dan ganas de salir volando, todo lo contrario a una donde prevalece el amor”. En el sexo donde hay cariño mutuo prima el bienestar del otro, muchas veces, incluso, por encima del propio, lo que puede resultar contraproducente, pues se puede llegar a ocultar la insatisfacción de alguno de los dos sólo por no lastimar a la pareja.
Muchos de los problemas que aparecen en este tipo de encuentros están relacionados con la monotonía, cosa que no sucede cuando se tiene sexo por placer. “Lo que disminuye la fogosidad en la actividad coital tiene que ver más con la rutina o las situaciones y procesos externos a la relación”, afirma la sexóloga María de la Paz Serpa.
SEXO POR PLACER
“El placer es una de las dimensiones esenciales del sexo, así que su búsqueda es algo natural en hombres y mujeres, es parte de un instinto que siguen quienes se lo permiten.
Desafortunadamente, si esta búsqueda proviene de una mujer, muchas veces está mal visto, debido a factores estrictamente culturales. El hombre machista, inseguro por definición, no permite la expresión sexual de la mujer, porque le genera miedo y siente que pierde el control”, no miente el sexólogo Ezequiel López Peralta, al referirse al tema.
Una sociedad machista como la que padecemos censura en ocasiones a la mujer que refleja una necesidad de tener encuentros simplemente porque quiere recibir momentos de placer. Y aunque esta tendencia se está transformando (afortunadamente), aceptarlo a viva voz puede generar juicios de valor e incluso puede disminuir la búsqueda de este objetivo por temor.
El sexo visto solamente desde la perspectiva del placer, despojándolo de cualquier sentimiento de culpa o vergüenza (como debería ser), genera mayor autoestima y mejor estado de ánimo. Mejora la actividad circulatoria, el sistema inmunológico, el sueño, el manejo del estrés, entre otros miles de beneficios. La experta María de la Paz Serpa confirma la idea: “Si se trata de personas maduras, que saben lo que quieren y cómo lo quieren, no hay manera de que las cosas salgan mal, todo lo contrario”.
Vivir la sexualidad desde la premisa del goce no tiene contraindicaciones si se aterrizan las expectativas. Los problemas aparecen cuando alguno de los dos involucrados espera situaciones que no van a suceder y que no han sido contempladas por el otro. Las reglas deben estar sobre la mesa cuando se trata de sexo de carácter placentero, así nadie saldrá lastimado y el disfrute será completo.
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