viernes, 22 de septiembre de 2017

Cómo recuperar el deseo

Las mujeres con pareja estable pierden el interés por el sexo con el paso de los años: así lo demostró un estudio psicológico canadiense que además reveló que las hormonas y la edad no son las únicas culpables de la pérdida de deseo. Te contamos un poco más de qué se trata esta afirmación.

Dos sexólogos de la Universidad de Guelph en Canadá evaluaron el deseo y satisfacción sexual en una población de 170 universitarios de ambos géneros con experiencia en relaciones de un mes a nueve años de duración. Así, Sarah Murray y Robin Milhausen, responsables de la investigación concluyeron que, en general, los estudiantes se encontraban satisfechos con su vida sexual y de pareja. Sin embargo, el deseo de las mujeres descendía en un 0,02% en cada medición mensual, mientras que el de los hombres se mantenía siempre estable. ¿A qué respondían estas diferencias? ¿Por qué las mujeres perdían interés a pesar de sentirse felices con sus relaciones sexuales?

Ya es sabido que en las mujeres los niveles de testosterona (responsables de la libido) van descendiendo a medida que pasan los años. Pero este cambio hormonal no es la única causa ni mucho menos la determinante de la disminución del deseo sexual femenino. Tanto Murray y Milhausen, como una gran cantidad de expertos en sexología, aseguran que en la mujer la sexualidad no se reduce a un mero mecanismo biológico. En ellas los factores psicológicos y ambientales son una base importante donde se sustenta la respuesta sexual y, por lo tanto, se encuentran intrínsecamente relacionados con la disminución del deseo.

¿POR QUÉ NOS PASA?

Se cristalizan preocupaciones externas a la pareja: ansiedad, estrés laboral, inseguridad en cuanto al propio atractivo como amante (“¿ya no lo excito lo suficiente?”) y tantos otros motivos. No es ninguna ciencia; los conflictos emocionales crean tensiones y eso genera efectos adversos para la sexualidad. Y en la medida en que esas tensiones y desacuerdos persistan, el aspecto sexual no va a mejorar por sí solo.

Nuestro deseo sexual es más selectivo que el de los hombres: el deseo sexual masculino se presenta de manera más constante y generalmente aparece “en piloto automático”. En las mujeres, en cambio, es mucho más variable y selectivo. Para nosotras, lo interpersonal -o sea, todo lo que pasa fuera de la cama- tiene mucha importancia y puede hacer fracasar o deslucir cualquier escena sexual. Por eso, se tiende a culpabilizar a la mujer, porque la sexualidad masculina parece más simple, porque en general se muestran más deseosos y llegan casi siempre al orgasmo, a diferencia de nosotras. Pero no hay que olvidarse de que la sexualidad se ejerce CON el otro y es con él con quien tenemos que resolverlo.

Los “momentos vitales” de cada uno son distintos: cada miembro de la pareja puede estar pasando algún momento personal que influya -positiva o negativamente- en el interés sexual. Esto es algo que no todos los compañeros entienden. Hay momentos en los que la pareja puede estar “desfasada” y que ambos no sean los amantes perfectos para cada uno.

¿QUÉ HACER PARA RECUPERAR EL DESEO?

La clave principal pasa por asumir la responsabilidad de a dos. Esto los va a ayudar a pensar soluciones y crear el clima de confianza necesario para enfrentarlo. Porque, cada tanto lo repito: la causa de aburrimiento sexual es la pérdida del romanticismo y la comunicación en la pareja. El siguiente paso es desterrar culpas -propias o del otro- y rever la situación pensando que se trata de un encuentro entre dos personas en el que ambos aportan lo que saben y también lo que no saben. Entonces, no está mal hacer un nuevo reconocimiento de nuestro cuerpo, tratando de volver a detectar aquellos lugares que nos excitan, para poder comunicárselo a nuestra pareja. Profundizar en la intimidad de la relación, aprendiendo a dar y a recibir placer, es importante para seguir juntos.

Otro aprendizaje es tener conciencia de que cada pareja tiene un estilo sexual propio centrado en la comodidad, el placer y la intimidad de ambos. Se trata de un estilo que va creciendo, expandiéndose y variando, en función de los movimientos -no solo físicos, sino también vitales- que cada uno de los integrantes de la pareja realice. Por eso, esperar que cada encuentro sexual sea espléndido e inolvidable connota expectativas poco realistas. No siempre ambos disfrutan en la misma medida. A veces, es uno de los integrantes el que obtiene más placer y el otro simplemente disfruta de la experiencia de brindárselo.

Y como última clave, siempre cabe recordar una vez más que el orgasmo no es la única medida de satisfacción.

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