Las tareas de casa abruman. Abruman a la madre, al padre, a los hijos, a los abuelos. Son muchas veces motivo de conflicto en la familia; causan estrés y, casi nunca, es recompensado el esfuerzo invertido en realizarlas. Sin embargo, son una obligación. Y para hacerlas más llevaderas todos los miem- bros de la familia deben colaborar.
Así, se consiguen muchos beneficios: más tiempo libre para disfrutar individualmente o en familia, para descansar, se alivian tensiones y sobrecargas, todos aprenden a ser responsables, fomenta cierta disciplina que mejora la conviviencia en el hogar.
Los adultos pueden entender todos estos argumentos y razonamientos. A los más pequeños hay que inculcárselos poco a poco y llevarles de la mano.
Para conseguirlo, ABC Familia ha elaborado este decálogo de consejos prácticos con la experiencia de dos psicólogas, Mª Luisa Regadera, psicopedagoga y directora de Isep Clínic Mallorca 1 (isepclinic.es), Alicia López.
¿A QUÉ EDAD EMPEZAR?
Desde el momento que el niño es capaz de agarrar y soltar objetos puede participar en la recogida de sus juguetes. Pero la edad ideal para pedirle su colaboración en casa es a partir de los tres años, pues ya entienden, comprenden y pueden ejecutar órdenes. Tienen que ser tareas exclusivas del propio niño: ser responsables de: su mochila del cole, de colgar su cazadora, de recoger sus juguetes...
¿QUÉ TAREA PUEDE ASIGNARLE? Entre los dos y tres años ya pueden colaborar en la hora del baño: vestirse, desvestirse y recoger la ropa sucia. También pueden colgar su chaqueta o llevar su ropa a lavar.
A partir de tres años: recoger sus juguetes, ser responsable de la mochila del cole... Poco a poco se le pueden ir introduciendo otras: ayudar en poner y recoger la mesa, regar las plantas, ayudar a limpiar el polvo, pasar la aspiradora (que les encantan).
Entre los cinco o seis años, ya tienen capacidad para realizar tareas más arriesgadas, pero siempre con la ayuda y en compañía de un adulto: ayudar a cocinar; cuando empieza a escribir (realizar la lista de la compra); hacer la cama los fines de semana.
Los adolescentes: a más edad más responsabilidades. A estas alturas los chicos pueden realizar su cama a dirario, recoger su mesa de estudio y su ropa, poner lavavajillas, tender la colada, ir a por el pan...
El grado de madurez de cada niño es un factor muy importante a tener en cuenta. No podemos pedirles tareas que no puedan realizar porque les va a hacer fracasar. Los padres deben fijarse en cómo es el niño: a un niño hábil y ordenado se le puede pedir recoger, ordenar y colocar sus pertenencias; a un niño más lento o torpe sólo le podemos pedir que recoja. De esta forma, cuidamos su autoestima, les ayudamos a reconocerse y les enseñamos qué significa hacer bien las tareas.
Las tareas se van incorporando poco a poco y gradualmente.
Los padres deben armarse de paciencia: más de una vez al niño se le caerá un plato y se pondrá la camiseta del revés cuando estén aprendiendo a vestirse. Eso forma parte de su aprendizaje. Los padres deben reaccionar con tranquilidad: “No pasa nada, te ayudo y seguimos”.
Interesa que los niños se impliquen cada día en algunas tareas que estén a su alcance. Y deberá aprender que siempre que sea necesario, hay que realizarlas.
Cada vez que el niño realiza una tarea, después tiene que venir un refuerzo positivo y el reconocimiento de su esfuerzo y participación. Estos hábitos no se adquieren de la noche a la mañana. Por eso, reforzar positivamente es importante.
Si se niegan a colaborar, lo mejor es que vean que su actitud tiene consecuencias negativas. Y se les privará de aquello que más les duela perder.
Siempre hay que mostrar los grandes beneficios que supone hacer estas cosas: expresarle que gana en autonomía, en autoestima y será una persona más respetuosa con el espacio de los demás.
Importante
1. Los padres no deben realizar las tareas que han asignado al niño en casa sino acompañarle. Conviene que se pongan las manos detrás de la espalda y agarrárselas.
2. Pedirle que realice las tareas que sea capaz de hacer.
3. El adulto debe expresarse en positivo y mostrar los beneficios de colaborar en casa. Los refuerzos tienen que ser inmediatos y ante cualquier avance y esfuerzo que haga el niño, por pequeño que sea.
4. Enseñar de forma directa, explicando claramente lo que tiene que hacer y cómo.
5. Establecer un tiempo límite, clave para el medir el esfuerzo personal.
6. Escribir sus responsabilidades y tareas en un plafón ayuda a recordar y refuerza la autonomía personal.
7. Los padres deben ser sus guías.
8. No pedir realizar las tareas si hay barreras emocionales (enfado, rabia...). Primero hay que solucionar la situación.
9.Paciencia, constancia y ser un modelo son las claves que tendrán que seguir los adultos en estas enseñanzas.
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