Consejos para las parejas, como actuar en infidelidad, noviazgo y mucho amor
domingo, 11 de mayo de 2014
¿ Atracción o mala educación?
Marco cuenta que es difícil para él dejar de mirar a una mujer bonita o de buenas curvas cuando se pasa por su lado, y esto le ha causado más de un problema con su enamorada porque los ojos se le van aún sin querer.
“No puedo evitar darle una miradita a la joven de minifalda que se nos cruza, a la esbelta deportista que pasa corriendo por nuestro lado en calzas o shorts o a aquella mujer ya madura que tiene un escote excesivo. Es que por donde vamos nos encontramos con muchos estímulos visuales”, insiste Marco.
Echar una ‘ojeada’ casi siempre desata una oleada de celos y conflictos entre las parejas. Pero se han preguntado alguna vez ¿por qué los hombres, aún estando con una bella mujer a su lado, no pueden evitar mirar a otras?
Según algunos estudios esta actitud tiene una explicación científica y se debe a un fenómeno neurobiológico. La Universidad de Nueva York comparó la visión del hombre respecto de la de las mujeres arribando a varias conclusiones, una de las cuales demuestra que el hombre tiene mayor sensibilidad ocular para detectar el movimiento, inclusive a distancia.
En criterio de la sexóloga Mónica Rivero, hombres y mujeres tienen sus diferencias y entre ellas está que la gran mayoría de los varones son visuales, es decir, captan más información a través del sentido de la vista, aunque también hay féminas así. No obstante, el querer mirar con frecuencia no es ante todo sexual, pero sí instintivo.
“Muchos hombres, y mujeres también por supuesto, admiran la belleza física. La mayoría de las mujeres se sienten culpables cuando su pareja voltea a mirar y tal vez culpen a sus defectos, incluso pueden vivirlo como un error personal de su parte por no ser lo suficientemente mujer como para mantener su atención o como una traición personal y no es así, simplemente es un instinto”, explica.
La terapeuta sexual Liliana Zabala indica que un dato curioso es que las mujeres voltean a ver a otras féminas tanto o más que los hombres, pero lo hacen para analizarlas, criticarlas o encontrarles algún defecto.
Es puro instinto
La sicóloga Fanny Parrado explica que una característica del género masculino es que de acuerdo a su constitución física, programación neurológica y hormonal, su sentido de atracción es visual, lo que lo lleva a admirar impulsivamente la belleza femenina.
Señala que la mujer en este tipo de reacción es muy diferente al varón, ya que es más sensitiva al oído, más romántica, si bien también puede admirar la belleza masculina, sus reacciones son más conscientes y autocontroladas, razón por la que es menos notorio.
“Al hombre le llama la atención, involuntariamente, los rasgos femeninos, lo que produce que vuelque a mirar si le atrae la imagen de una mujer, esto no quiere decir que quiera una relación o desee un contacto íntimo sexual, el varón tiene el sentido de la voluntad y la razón y eso le lleva luego a dejar de mirar a quien le generó ese interés pasajero, también en ello influye la educación y la cultura”, remarca.
La escritora y conferencista Shaunti Feldhahn, en su libro Solo para mujeres, habla sobre el hecho de que todo hombre tiene un fichero mental de imágenes sensuales y estas no son necesariamente de su esposa, sino que a menudo se trata de escenas que penetraron de forma involuntaria en su mente por vivir en la cultura de nuestros días, son grabados que pueden surgir sin advertencia. Este es otro dato que demostraría que los varones constantemente están mirando a otras féminas que no son, precisamente, sus parejas.
El físico siempre atrae
Zabala acota que la primera impresión es totalmente visual. En ambos sexos lo primero que atrae es el físico y la cara de una persona. Y en ellos, es obvio que lo que miran son las pompis y de adelante, los senos. No es un secreto que los hombres voltean a ver a otra mujer aun teniendo a su lado a una esposa o novia bonita e inteligente. “Podemos llamarle atracción, ya que algunas féminas cuentan con un ‘sex appeal’ porque son bonitas o tienen algún atractivo que es difícil disimular y a los hombres les atrae mirarlas”, remarca.
Insiste en que los hombres son mucho más visuales y las mujeres más perceptivas e intuitivas; ellos son más prácticos y solo trabajan sobre el primer plano que los conduce al sexo, lo demás queda en segundo plano. Por su condición de macho, el varón necesita tener fichadas a todas las féminas que hay a su alrededor, las conozca o no, y esto puede ser uno de sus instintos más primitivos.
Zabala afirma que es imposible negarle a un hombre que mire a otras mujeres, porque es su naturaleza masculina instintiva. Cabe recordar, dice, que desde la prehistoria, los varones copulaban con muchas mujeres para perpetuar la especie por si no volvían con vida cuando salían de cacería. Desde esta época el hombre desarrolló una visión lineal para estar atentos por si aparecía la presa de cacería, mientras que la mujer desarrolló una visión periférica por los quehaceres en las cavernas como la atención de la prole, los quehaceres y otros oficios más.
“He ahí la explicación del porqué cuando los hombres son ‘infieles’ con la mirada se dejan pillar, en tanto que las mujeres lo disimulan mejor. Esta conducta es genética, ha quedado guardada como chip en el cerebro arcaico y esta hizo su trabajo con el paso del tiempo”, explica.
Celos denotan inseguridad
Parrado indica que esta conducta instintiva de los varones no debería molestar a las mujeres, porque el mirar es una reacción muy natural e incluso hasta inconsciente, además de pasajero. Por eso, no debería afligirse ni escandalizarse.
Subraya que una ‘ojeada’ muchas veces genera problemas en la relación cuando la pareja es muy susceptible, insegura y temerosa de que cualquier falda conquiste a su cónyuge, por lo que seguro reaccionará ofendida, herida, molesta y eso ocasionará peleas. Al contrario, si la mujer es segura de sí misma, tiene alta autoestima, a veces juntos pueden ‘evaluar’ los atributos estéticos de la chica guapa que se les cruzó por el camino.
Rivero manifiesta que no hay que caer en el error de molestarse ante esta situación sino más bien tratar de entender, tal vez anteponiéndose y decirles qué linda mujer o qué porte que tiene, etc.
“De esta manera, enseñamos a nuestra pareja y le permitimos ser sinceros. Ahora si desde siempre ha sido una persona morbosa, que ante cualquier presencia de mujer se inquieta, es recomendable buscar un terapeuta o terminar la relación porque difícilmente cambiará”, argumenta la especialista.
¿Falta de respeto?
Además, insiste Rivero, por más que el esposo o el enamorado vea miles de mujeres bellas y perfectas no tendrá ningún impacto en sus sentimientos, por eso hay que tomarlo como una simple observación.
Agrega que en muchas ocasiones voltearse a observar a otra persona trae consigo peleas por los celos que están de por medio; sin embargo, es importante saber que esta situación está dentro de lo normal por ser los hombres, y las mujeres también, aunque en menor medida, personas visuales.
“Lo que sí se tornaría en una relación de falta de respeto es agregar comentarios obscenos, que estén en un lugar y sin disimulo su pareja se dé la vuelta varias veces o que cada mujer que pase le cause asombro, porque estaría faltando el respeto a su pareja. Es aquí donde la mujer debe poner límites y, desde un principio, no permitiendo ese comportamiento”, afirma la sicoterapeuta.
Añade que en nuestra cultura machista está permitido que los hombres miren, por tal razón algunos se voltean con descaro. Por otra parte, prosigue, a las mujeres también les gusta mirar hombres atractivos; sin embargo, lo expresan menos por no estar socialmente permitido.
Zabala complementa que el que se fije en otra no significa necesariamente que quiera ‘ponerle los cuernos’ a su pareja, de ahí que ni siquiera repare en sus celos o quizá tal vez esté empleando el viejo truco: al principio, mira a otras de forma descarada y en cuanto la mujer se queja, se disculpa y para. Pero también puede ser que pretenda que ella baje la guardia para que no note que sigue ‘comiendo’ con los ojos a otras mujeres y es ya en esta situación cuando hay una falta de respeto a la relación.
Ya es un problema...
Cuando además de voltear, dice Parrado, el hombre se predispone a coquetear, seducir o propiciar un encuentro con esa otra mujer por quien siente atracción, ahí ya se está frente a un hombre con descontrol de sus impulsos emocionales, sexuales e inestabilidad afectiva y propenso a ser el donjuán conquistador de algunas féminas que se encuentran de paso.
“Si galantea a otra mujer, le pide su número de teléfono, se mensajea, concierta una cita y además deja sola a la pareja por ir tras su nueva ‘presa’, eso es un acto de infidelidad y eso sí debe molestar a la pareja”, indica.
Zabala concluye que cuando el varón mira con descaro a cuanta mujer se le atraviesa al frente, la ‘desviste’ con la mirada y la vuelve a mirar varias veces, eso ya se convierte en un problema para la relación
Lo que ellos miran
Liliana Zabala dice que es un mito que los hombres solo se fijan en el cuerpo de una mujer. “No es cierto. Ellos miran su apariencia, su personalidad, el look y sus actitudes. Claro, su primera impresión es el cuerpo, pero también admiran”:
La cara. Ellos gustan de una cara bonita. Un maquillaje que destaque más la belleza es impresionante para el sexo opuesto.
La boca. Los labios son el rasgo que los hombres enseguida miran, sobre todo si les parece atractiva y les dan ganas de besarla. Así que asegúrense de tener los labios suaves y ¡sin grietas!
La sonrisa. ¡Esto es obvio! ¿Quién no mira la sonrisa? Cualquier persona es mucho más atractiva cuando ríe y los hombres se dan cuenta de si la risa es genuina o falsa.
El cabello. Es muy importante para los hombres. Es un arma de belleza que hay que mantener limpio, suave y brillante.
El baile. Una mujer que se mueve bien es muy sexi y llamativa.
Su postura. Sin importar si es delgada o gordita, alta o baja, con o sin curvas, cualquier mujer que camine con la espalda derecha y la frente en alto es indudablemente atractiva y transmite personalidad y seguridad.
Su andar. Los hombres se fijan en el cuerpo, pero por sobre todas las cosas observan su caminar.
Zapatos. A los hombres no les importa si son de marca, pero sí notan a leguas cuando una mujer usa zapatos de tacón. Estos son muy sexis, audaces y transmiten feminidad, además de estilizar la figura y transformar el caminar.
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