Lisístrata (411 a.C), la heroína de la obra homónima de Aristófanes, se quejaba de la escasez de dildos de cuero de Mileto, ciudad famosa en todo el Mediterráneo también por este hecho. Gritaba amargamente la necesidad de sus mujeres, pues decidieron suspender las relaciones sexuales con sus maridos hasta que éstos pusieran fin a la interminable guerra entre Atenas y Esparta.
El desparpajo con el que Lisístrata reclamaba los consoladores, es verdaderamente admirable, sin entrar en la manipulación sexual que conllevaba su hazaña. Muy probablemente se debería a la escasez de especialistas para instruir en técnicas o manualidades íntimas para el placer genital femenino y, por tanto, tuvieran que tirar de lo ya conocido, la simulación de un falo, creyendo que esa estructura fuera la única fuente de todo placer sexual.
Y entonces, apareció el vibrador
La histeria femenina o furor uterino, enfermedad diagnosticada en la medicina occidental hasta mediados del siglo XIX, utilizaba, en ocasiones, instrumental para realizar el tratamiento o masaje pélvico que, en su origen, consistía en la estimulación manual de los genitales de la mujer por el doctor hasta llegar al paroxismo histérico, como se denominaba el orgasmo en ese contexto.
En esa época y gracias a la electricidad en el hogar, se popularizó el conocido vibrador, que consolaba de lo que consideraban una terrible enfermedad femenina. Es por esto que, el término consolador no es muy acertado actualmente por esta connotación negativa.
Pero todo tiene su lado bueno y, gracias a este extraño diagnóstico, hoy disponemos de un amplio abanico de posibilidades en cuanto a juguetería genital femenina se refiere.
Curioso es el hecho de que, en el siglo XX, este instrumento vibratorio para el placer, llegase a los hogares unos diez años antes que la aspiradora y la plancha eléctrica. Quizá porque al ser un tratamiento médico se priorizaba frente a la limpieza del hogar.
Hoy, aún son muchas las mujeres que no disponen de ningún tipo vibrador. Otras tantas, guardan en un cajón con las pilas sulfatadas, aquel que sus amigas le regalaron en su despedida de soltera. "Pero, ¿ahora para qué lo quiero si tengo marido?", se preguntan. Pues para ti, a solas, o para jugar con él.
Autoerotismo: Naturalidad Vs. Vergüenza
Sorprende, sin duda, que sea ahora cuando seguimos escondiendo nuestros deseos más íntimos. Lo que Lisístrata reconocía y reclamaba, lo negamos, hasta a nosotras mismas. Nuestras conversaciones no suelen tratar esa temática ni nos asesoramos entre nosotras preguntando: "Oye, ¿tú cómo te lo montas a solas?", salvo contadas excepciones.
Sin embargo, en numerosas ocasiones, he escuchado a hombres comentar su ritual previo a la cita con una mujer para descargar e ir relajado. Por el contrario, a nosotras no se nos aconseja masturbarnos antes de una cita con un hombre.
Quizá la cultura nos vendió demasiadas tareas previas a la misma, como elegir el vestuario adecuado, manicura, peinado, maquillaje, depilación, entre otras, que conllevan una hora para arreglarnos, en el mejor de los casos. Así, ¿quién encuentra tiempo para un desahogo sexual? Sin duda, parece que nuestro objetivo ha de ser gustar al otro, lo de ir tranquila y feliz, pasa a un segundo plano.
Algunos pensaréis que si nos tocamos, disminuiría la probabilidad de hacerlo luego con vosotros. Sin embargo,si nos gustáis y os deseamos, que haya masturbación previa no va a cambiar nuestra intención. Más aún, tras un orgasmo, deseamos con mayor probabilidad otro.
Creencias sobre la masturbación femenina
Parece que vamos cambiando en cuanto a la valoración de nuestra sexualidad en solitario. Prefiero denominarla autoerotismo, pues masturbación se asocia demasiado a nuestros genitales y placentero es todo nuestro cuerpo, mente incluida.
Ana Lombardía, sexóloga de Sexoenlapiel.com, realiza cursos sobre técnicas de masturbación femenina y asegura que "es un mito pensar que las mujeres no se masturban o que lo hacen con menos frecuencia que los hombres". "Hay muchas mujeres que se masturban a diario o con regularidad, disfrutan de su cuerpo e incluyen la masturbación en sus vidas como una práctica más".
Por supuesto, "aunque las presiones y modelos sociales tienen influencia de género en este asunto, al final también pesan las diferencias individuales entre las personas", matiza Ana.
"Muchos hombres creen que las mujeres, cuando se masturban siempre introducen sus dedos dentro de su vagina para darse placer. La realidad es que muchas mujeres sólo estimulan su vulva, incluyendo labios mayores, menores y clítoris, y no estimulan para nada el interior de su vagina". Asegura que, para muchas mujeres, la penetración vaginal no es tan importante ni tan placentera por lo que no la incluyen en sus masturbaciones.
En los talleres que imparte Ana sobre masturbación femenina, no sólo asisten hombres que quieren aprender a masturbar a sus parejas, sino mujeres que quieren aprender a darse placer, disfrutando más y mejor de su cuerpo.
Muchas veces acuden buscando la técnica infalible, que funcione con todas las mujeres y en todas las ocasiones. Ante esto, "yo les enseño una técnica de masturbación que funciona muy bien, pero les enseño, sobre todo, a que encuentren la suya propia y a que se adapten a los deseos de cada mujer", comenta Lombardía.
Beneficios y trucos para una estimulación placentera
Muchos son los beneficios físicos, mentales y emocionales asociados al autoerotismo y masturbación femenina. Autoconocimiento sexual, liberación de estrés y obtención de placer, reducción de cualquier tipo de dolor, incluido el menstrual y aumento de la autoestima son solo algunos de los efectos positivos asociados.
Y para poder conseguirlos, qué mejor que conocer algunos trucos básicos. Crea un contexto adecuado y déjate llevar por tus sensaciones. No es necesario que vayas directa a tus genitales, si no lo deseas. Date un masaje con aceites y, poco a poco, acércate a tus genitales.
Si no tienes suficiente lubricación, a veces la saliva ayuda, pero no dudes en utilizar un lubricante. Hay muchos tipos, con olores, sabores o para todo el cuerpo, elige el que más te guste.
Muchas veces, la estimulación directa del clítoris nos resulta demasiado intensa. Ana Lombardía propone un truco que suele funcionar bastante bien. Consiste en estimularlo con la yema de dos o tres dedos a la vez, en lugar de solo uno, apoyándolos y moviéndolos en círculos o hacia arriba y hacia abajo, sobre el clítoris y los alrededores,deslizándose sobre la punta. Juega, investiga, presiona más o menos tu cuerpo, genitales y clítoris.
Incluye nuevas texturas para estimular tu clítoris, como frutas, hielo, una piedra pulida de Jaspe rojo. Para uso externo exclusivamente.
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