En una larga relación, la identidad personal se vuelve cada vez más entrelazada con la de la pareja. Como señala una cita, atribuida a la poetisa victoriana Elizabeth Barrett Browning: "Te amo no solo por lo que eres, sino por lo que soy cuando estoy contigo. Te amo no solo por lo que has hecho de ti mismo, sino por lo que estás haciendo de mí". Incluso hay evidencia de que podemos terminar confundiendo los rasgos de nuestra pareja con los propios.
¿Significa eso que cuando se rompe una relación se produce un cambio fundamental en nuestras personalidades? ¿Cómo influye nuestra personalidad en la forma de responder a la ruptura, por ejemplo, en cuanto a tener más probabilidades de quedarnos luego solteros, o de, por el contrario, tener rápidamente otra relación intensa?
Hasta cierto punto, la respuestas a esas interrogantes dependen del género. Un estudio publicado en EEUU en el año 2000 encontró que los divorcios tienen distintos efectos sobre hombres y mujeres. Paul Costa Junior y sus colegas hicieron unas pruebas de personalidad a más de 2.000 personas mayores de 40 años.
Los investigadores volvieron a contactarlas años después para preguntarles sobre los grandes acontecimientos que ocurrieron en sus vidas y averiguar si se habían producido cambios en sus personalidades.
Las mujeres que habían pasado por un divorcio mostraron señales de mayor extroversión, algo que los investigadores atribuyeron a un efecto liberador de la separación.
En contraste, los hombres divorciados parecieron volverse menos conscientes y más inestables emocionalmente ya que, según los investigadores, encontraron desmoralizante el fin de la relación.
Sin embargo, no todos los estudios han encontrado ese patrón. Unos investigadores alemanes midieron los rasgos de personalidad de más de 500 hombres y mujeres de mediana edad, en tres distintos puntos de su vida, en un período de 12 años, desde 1994 hasta 2006.
Su principal conclusión fue que tanto los hombres como las mujeres que experimentaron un divorcio se habían vuelto menos extrovertidos. Una posible explicación fue que habían perdido tantas amistades y otras relaciones que compartían con sus parejas que tuvieron menos oportunidad de socializar y comportarse extrovertidamente.
En otras palabras, puede ser doloroso, pero se lo puede superar. Y no se trata solo de cómo una ruptura amorosa afecte nuestra personalidad, sino también cómo nuestra personalidad influye en la forma de responder a tal separación. Un estudio publicado el año pasado midió la personalidad de más de 2.000 personas, en Flandes, que pasaron por un divorcio, para ver qué tipos de relaciones formaron en los siguientes 7 años.
Las personas con altos niveles de inestabilidad emocional tenían más probabilidades de quedarse solteras durante los siguientes siete años o de tener múltiples relaciones cortas. En ambos casos, reflejan una reticencia a comprometerse de nuevo. Mientras tanto, quienes sacaban alta puntuación en responsabilidad tenían más probabilidades de tener una nueva relación seria, de cohabitar por un largo tiempo y de, finalmente, casarse con esa persona.
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