La vida sexual de la mujer entre los 30 y 40 años debería ser una etapa plena, porque a esta edad se goza de autonomía de ciertas obligaciones, trabas o limitaciones, que en muchos casos la sociedad le impone en su etapa de niñez y juventud. En esta etapa es cuando comienza a tener cierta independencia económica, intelectual y afectiva. En pocas palabras a ser dueña de su camino y de sus propias decisiones, sin haber sufrido necesariamente el desgaste de la vida.
A esta edad la mujer habrá alcanzado el mayor equilibrio y madurez intelectual, tendrá claro cómo desea construir su grupo familiar, si desea tener hijos los programará y enfrentará un eventual embarazo y de seguro su maternidad será tranquila, en caso contrario utilizará los anticonceptivos adecuados para velar por su seguridad y bienestar.
Al respecto Femenina (F) conversó con el especialista en Sexualidad Humana Carlos Parra (CP), quien amablemente absolvió nuestras interrogantes con relación a este tema.
F.- ¿Cuál es la importancia de la sexualidad en la mujer?
CP.- En general la sexualidad comprende un aspecto central en la vida del ser humano, porque está presente a lo largo de su vida. Comprende al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Esta se vive y se expresa, a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales. También intervienen factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales.
La sexualidad en la mujer adulta cobra preponderancia desde el momento en que se desmitifica el dicho, que con la menopausia muere la sexualidad femenina llegando el fin de sus encuentros sexuales. Si se considera que la respuesta sexual no termina en esta etapa, como antes se pensaba sino que aumenta la cantidad de andrógenos de las hormonas sexuales, que son fundamentales para aumentar la libido y el deseo como la respuesta sexual que tiene como único límite la posibilidad de mantener relaciones con un compañero disponible.
F.- ¿Existen cambios significativos en la sexualidad femenina a los 30, 40 y 50 años en adelante?
CP.- En varias ocasiones y por diferentes circunstancias la mujer sufre con mayor frecuencia la falta de deseo por su pareja, pero a los 40 años marcan el momento fisiológico más favorable para el incremento del deseo sexual femenino.
La menopausia en la mujer de 50 años o más supone el final de la capacidad reproductora de la mujer, pero no así de su actividad sexual. El ser adulto mayor no tiene porque influir en la pérdida del deseo sexual.
Por otra parte los tabúes son otras características, que pueden impedir que una mujer viva con plenitud su vida sexual cuando envejece, por eso es necesario mantener un cuerpo sano y paulatinamente aceptar los cambios para no perder ese disfrute.
Después de los 60 años se puede vivir una sexualidad sana, sólo será necesario recurrir a otros productos como los lubricantes locales, pues la mujer pierde lubricación conforme envejece, del mismo modo la respuesta que desencadena el organismo se vuelve más lenta.
También será importante usar algún suplemento hormonal que ayude un poco, porque de no usarlo en conjunto con el lubricante, la mujer pudiera ya no querer tener encuentros sexuales, debido a que las relaciones se pueden volver dolorosas e incómodas en lugar de satisfactorias.
La diferencia de cuando se es joven, radica a que en esta edad se tiene sexo, principalmente, por pasión e impulsividad, en la tercera edad, si la persona es capaz de demostrar que al igual que los buenos vinos, el tiempo da mejores factores, puede verlo por el lado más erótico, de las caricias y la ternura.
F.- ¿Cuáles son los principales trastornos sexuales que sufren las mujeres?
CP.- Para una respuesta sexual adecuada, se requiere estar preparada psicológicamente y del funcionamiento correcto de los órganos sexuales. Además de considerar ciertos aspectos como la necesidad sexual, deseo sexual, excitación sexual, capacidad de respuesta corporal, ausencia de señales inhibitorias, sistema de valores sexuales y la elección del compañero adecuado.
En la mujer existen cuatro factores que pueden ocasionar alguna disfunción sexual, entendiéndose por ésta, cuando existe alguna alteración de una o más fases de la respuesta sexual humana: deseo, excitación, orgasmo o resolución que impiden la realización normal del acto sexual de modo satisfactorio para sus actores.
Entre los principales trastornos en la mujer entre 30, 40 y 50 años de edad están: deseo sexual hipoactivo, deseo sexual hiperactivo, disfunción excitatoria femenina, orgasmo femenino inhibido, vaginismo, dispareunia (dolor coital) y las fobias sexuales.
Uno de los más frecuentes en mujeres es el Deseo Sexual Hipoactivo o inhibido que se caracteriza por un marcado desinterés por la actividad sexual. Las causas pueden ir desde factores orgánicos como los trastornos hormonales hasta los emocionales, como la depresión o tristeza y malas experiencias anteriores. Se recomienda verificar los niveles de testosterona que es la hormona responsable de originar el deseo sexual.
Con relación al tratamiento, se debe orientar en forma individual hacia los factores que pueden inhibir el interés sexual y con frecuencia pueden existir diversos factores. Entre los cuales están la terapia de pareja, el entrenamiento en la comunicación para hablar a nivel de sentimientos de manera constructiva y otras deben concentrarse directamente en la relación sexual.
El segundo problema más recurrente en la mujer es el Orgasmo Femenino Inhibido, que consiste en la dificultad para experimentar orgasmos tras una fase de excitación normal. Aparentemente no existen factores orgánicos que ocasionen este problema. Sin embargo, el aspecto psicológico juega un papel importante en los casos de ansiedad, influencia cultural sobre los roles sexuales femeninos (represión sexual, pasividad), sentimientos negativos al sexo, respecto de una misma (autoimagen), respecto a la pareja y desconocimiento de su propio cuerpo (confusión en la percepción del orgasmo, etc.). El tratamiento en estos casos es realizar una visita al especialista para realizar una terapia de pareja que solucione el problema.
La tercera dificultad que se presenta con mayor incidencia es la Dispaurenia, que consiste en la relación sexual dolorosa, que implica ardor, quemadura, contracción que se localiza en la parte interior o exterior de la vagina, en la región pélvica o en el abdomen. Sus causas pueden ser: agentes infecciosos, enfermedades genito-urinarias e irritaciones por el material de los anticonceptivos (preservativos, diafragma, dispositivo intrauterino, espermicidas). Sumadas a las causas de origen psicológico, como la pérdida de interés por el compañero que genera una inadecuada lubricación vaginal o la falta de excitación en el momento de la penetración, educación inadecuada o ansiedad.
Finalmente, el cuarto en importancia es el Vaginismo que es la imposibilidad de realizar el acto sexual, debido a la contracción involuntaria de los músculos del tercio interior de la vagina. Las mujeres que tienen este problema pueden gozar de los juegos sexuales y alcanzar el orgasmo siempre que no se produzca la penetración. En su mayoría sus causas son psicológicas, debido a la falta de información que conduce al temor, experiencias traumáticas, miedo al embarazo, temor a contraer enfermedades de transmisión sexual, experiencias dolorosas en la visita al ginecólogo, abusos sexuales, entre muchos otros que deberán ser tratados oportunamente por un grupo multidisciplinario, que incluya a un médico sexólogo, ginecólogo o psicólogo.
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