Qué es la Autoestima?
La autoestima es el sentimiento valorativo de nuestro ser, de nuestra manera de ser, de quienes somos nosotros, del conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales que configuran nuestra personalidad. Esta se aprende, cambia y la podemos mejorar.
Es a partir de los 5-6 años cuando empezamos a formarnos un concepto de cómo nos ven nuestros mayores padres, maestros, compañeros, amigos, etc. y las experiencias que vamos adquiriendo.
Según como se encuentre nuestra autoestima, ésta es responsable de muchos fracasos y éxitos, ya que una autoestima adecuada, vinculada a un concepto positivo de sí mismo, potenciara la capacidad de las personas para desarrollar sus habilidades y aumentará el nivel de seguridad personal, mientras que una autoestima baja enfocará a la persona hacia la derrota y el fracaso.
¿Importancia de la autoestima en la educación?
Los niños llegan al colegio con las consecuencias de las relaciones que mantienen en casa con los adultos que más significado tienen para ellos en la vida. La relación más importante es, sin duda alguna, la que sostienen con sus padres. A estos niños también les afectarán las experiencias que tengan con sus abuelos, especialmente si viven en la misma casa, tías, tíos y protectores. Estas relaciones constituyen el espejo a través del cual el niño/a desarrolla su autoestima. Cuando los niños alcanzan la edad escolar ya tienen formada una imagen de sí mismos, imagen que puede alterarse por sucesivas experiencias con profesores y compañeros de clase.
Ahora se sabe que, con frecuencia, los niños que tienen dificultades de aprendizaje en el colegio tienen también problemas de autoestima y que es necesario que experimenten una elevación de la misma si se quiere que estos niños aumenten su rendimiento escolar. Los profesores pueden hacer mucho para aumentar la autoestima de sus estudiantes, debemos tomar en cuenta que la participación de los padres en este aspecto es crucial, ya que, por encima de todo, los niños se desviven por impresionar a sus padres, ser queridos y aceptados por ellos.
Un niño que posee baja autoestima es posible que provenga de un hogar donde alguno de los padres también tenga baja autoestima. Los padres y los profesores que tengan una autoestima alta transmitirán este mismo grado de autoestima a los niños, aunque no se debe olvidar que también puede suceder el caso contrario. Este proceso sucede independientemente de si los padres y demás adultos importantes en la vida del niño o de la niña se den o no cuenta de él. Toda acción o expresión facial, así como cualquier interacción gestual o verbal que tengan con sus mayores, transmitirá a los niños algún tipo de mensaje sobre su talento, valía y capacidad.
Es importante porque tiene que ver con el rendimiento escolar, con la motivación, con el desarrollo de la personalidad, con las relaciones sociales y con el contacto afectivo del niño consigo mismo.
Es necesario que los profesores y los padres, por su enorme significado para los niños, asuman un rol activo en el desarrollo de una autoestima positiva y tomen conciencia de los efectos emocionales que tienen la aprobación y el rechazo que ellos den a los niños con sus actitudes y comentarios inapropiados, por ejemplo: “eres un flojo”, “todo lo haces mal”, “por qué no te esfuerzas más”. Esto se debe a que cada vez que se establece una relación, se está transmitiendo aprobación o desaprobación y, en esa misma medida, se van devolviendo o entregando características personales que pasan a integrar la autoimagen de esa persona.
De este modo, la interacción con el profesor va teniendo repercusiones en el sentimiento de confianza en sí mismo que desarrolla el niño, es decir, si siente que lo hace bien o mal.
Esta interacción es también un modelo acerca de cómo se establecen relaciones interpersonales. Los niños van internalizando modelos de interacción que implican una tendencia a confirmar o descalificar al otro, como así mismo.
Si el niño percibe que el profesor es cercano, acogedor y valorativo con los estudiantes, mejora la relación interna para establecer formas de relaciones interpersonales con estas características. Si por el contrario observa y aprende formas distantes, críticas o descalificatorias de relacionarse, interiorizará en forma casi automática este tipo de interacciones.
Se puede apreciar que existe una relación circular, si el niño tiene una autoestima alta, se comportará en forma agradable, será cooperador, responsable, rendirá mejor y facilitará el trabajo escolar. Por lo tanto, el profesor posiblemente será reforzante, estimulante y entregará retroalimentación positiva, lo que hará que el niño se comporte mejor; y así sucesivamente, generándose un círculo virtuoso.
Si su autoestima es baja se pondrá agresivo, irritable, poco cooperador, poco responsable. En esta situación es altamente probable que el profesor tienda a asumir una postura más crítica y de rechazo frente al niño, quien, a su vez, se pondrá más negativo y desafiante, creándose así un círculo vicioso.
Los profesores con una buena autoestima dan más seguridad a los niños, están más satisfechos con su rendimiento escolar, desarrollan un clima emocional más positivo y sus estudiantes se aprecian más contentos en la sala de clases. Los profesores con baja autoestima tienden a tener miedo de perder autoridad, por lo tanto usan una disciplina mucho más represiva; sus estudiantes son menos creativos, no saben trabajar solos, son más tensos e irritables y dependen del control que el adulto ejerce sobre ellos.
Relaciones entre la autoestima y el rendimiento escolar
Existe una estrecha relación entre autoestima y rendimiento escolar, por lo general los niños con buen rendimiento escolar tienen una buena autoestima. Ellos tienden a confiar en sus capacidades y a sentirse auto eficaces y valiosos.
Se ha observado que la autoestima académica, es decir, el niño se percibe a sí mismo en la situación escolar, tiene un peso muy importante dentro de la autoestima global. Así, durante la etapa escolar, los niños que tienen un buen desempeño académico, por lo general no presentan problemas en su autoestima, puesto que, dados sus logros escolares y la importancia de estos, tienden a sentirse bien con ellos mismos.
Los niños de bajo rendimiento escolar, en cambio, tienden a presentar una baja motivación por aprender, a esforzarse poco, a quedarse con una sensación de frustración por sus experiencias de fracaso, a sentirse poco eficaces y a evitar los desafíos escolares, puesto que parten pensando que no les va a ir bien. Estos estudiantes presentan generalmente una autoestima baja. Cuando logran tener algún éxito, lo atribuyen a factores externos: “tuve suerte” o “era fácil la prueba”, y sus fracasos, a su falta de habilidad: “no puedo”, “no soy capaz”. Esta dificultad además de tener un alto costo emocional y ser un fracaso para el desarrollo de la autoestima, dificulta la superación académica, ya que el estudiante asume una actitud desesperanzada por falta de motivación y energía para el trabajo.
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